El dos de mayo en huelva: capítulo 4

El heroísmo del Dos de Mayo

  • Capítulo 4. Huelva, por ser cabeza de partido en rentas y reales, ser puerto de mar, recibe orden de que su Cabildo fije bando citando a todos los vecinos para constituir la junta local.

A la solemne llamada y lección de heroísmo del Dos de Mayo respondió el unánime alzamiento de España. Y fue el pueblo de Sevilla uno de los primeros en levantarse, congregándose en masa por espontáneo impulso el 27 de mayo de 1808 y quien, como portavoz de las demás provincias andaluzas, formó aquella Junta Superior de Gobierno.

Huelva, por ser cabeza de partido en rentas y reales, ser puerto de mar de muchas matrículas y a pesar de no tener la población 2.000 habitantes, recibe orden de que su Cabildo fije bando citando a todos los vecinos de a la sazón única parroquia existente, con el fin de nombrar doce vocales que a su vez constituyesen la Junta Local de gobierno de la ciudad, dependiendo y estando estrechamente relacionada con la de Sevilla.

Julio de 1808 vio aunar esfuerzos a los onubenses en gran cooperación popular. Al mismo tiempo, se dio un raudo alistamiento del vecindario de edad comprendida entre 18 y 45 años. Las personas más representativas e influyentes de la ciudad ostentarían los grados de capitanes, tenientes y subtenientes, con facultad de nombrar a los sargentos y cabos. Tras el primer reclutamiento se contó con 346 hombres que formaron dos compañías de 86 hombres cada una y dos más de 87. Formábalas la flor de la juventud, de la majeza, de la bravura y la gallardía huelvana, reclutados en la ciudad y por las cortijadas y casonas de las marismas. Allí se podía ver a marineros, hortelanos de las cercanías que trocaron la hoz por las escasas escopetas que lograron encontrar. Junto a ellos frailes novicios, cordoneros, toneleros, carpinteros de ribera, hombres de leyes, contrabandistas de mar, estudiantes de latines, hidalgüelos de lugar, señores de títulos que envolvían su nobleza en los pliegues de sus capas. Todos se convirtieron en soldados ante la patria en peligro. Como capitanes de las citadas e improvisadas tropas fueron nombrados don José Mora, don José de la Rioja y Mora, don Antonio Terrón y don Antonio González de Arce, todos de la clase de hijosdalgos. Independientemente a las fuerzas iniciales, a lo largo de la guerra contra los franceses casi a diario se presentaban voluntarios. Así, continuamente se observa en las Actas Capitulares de aquellas fechas alusiones como las que siguen, en las que apreciamos que la alimentación de estos soldados recaía sobre las ya maltrechas espaldas de los ciudadanos, y que citamos a modo de ejemplo:

El señor don Roque Díaz del Castillo, tesorero y administrador general de la Renta del Excelentísimo Sr. Marqués de Villafranca y nombrado por ese Ayuntamiento para percibir los fondos de las suscripciones hechas por los vecinos para la manutención de los voluntarios se servirá entregar en virtud de contado a don Juan de Vides de esta vecindad 5.394 reales que porta el de los veintinueve voluntarios que existen en el ejército por esta villa a razón de seis reales cada uno cuya paga se anticipa conforme a las órdenes de esta Junta Suprema para el mes de agosto del corriente año y con 50.324 reales de vellón.

Entrega de las cantidades reintegradas de la subvención voluntaria de los vecinos de esta villa 5.580 reales de vellón que es lo que ha importado el queso y pan de los treinta y un soldados voluntarios a razón de seis reales cada uno por los treinta días del mes de julio de la fecha consignada. 5 de julio de 1808.

La Junta Local estaba compuesta por don Francisco de Cabrera, Caballero de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III, don Diego María de Urreta, de la Orden de Calatrava, ayudante militar de marina de este distrito naval; don José Nauque Santana y don Miguel de Vides, ambos curas de las parroquiales de la villa, los licenciados don Pedro de Mora y Murias y don Martín Barrera Álvarez, todos vecinos de Huelva. Dio el visto bueno el Ayuntamiento. Por su parte, el Corregidor estuvo conforme “siempre que los sujetos nombrados no sean en ninguna manea deudores a los fondos públicos en la clase que fueran...”.

Fueron varias las suscripciones que se abrieron para obtener fondos para el Estado, así como para la recogida de armas. Veamos algunos de los nombres de aquellos vecinos y qué armas entregaron el 5 de marzo de 1910: Pedro Caraballo presentó una espada vieja y una daga y una navaja. Don Juan de Vides un chuzo, dos pistolas y una ballenesta. Don Andrés Caliga, un espadón sin puño. Don Pedro de la Fuente, una espada y una escopeta vieja. Don Manuel de Mora, un sable viejo con cabo de palo. Don Melchor Sánchez, una escopeta reventada por el cañón. Don Francisco Coto, presbítero, una pistola con gancho, sin piedra y con baqueta. Don Juan Conde una ballenesta y un espadón sin puño. Don Juan Carrillo, una escopeta de media caja con una abrazadera de hierro en su baqueta y un cuchillo montero...

Durante este año, según Esteban Palasín, en su libro “Blasones españoles”, Huelva sufrió varias invasiones. Los vecinos de la villa se opusieron a la entrada de los franceses, causándole mucho daño. Volvieron en mayor número los galos al mando del príncipe Dárembar, ordenando éste que se prendiera fuego a la población, lo que pudo evitarse por los ruegos de varias personas notables, pero sufrió en cambio dos horas de degüello y dos días de saqueo, en los que tocó al archivo municipal las consecuencias de la devastación y, según el historiador Diego Díaz Hierro en su obra Historia de la Merced, también fue destruido un Triunfo de la Santísima Virgen que se elevaba majestuosamente en la entonces recoleta y terriza Plaza de la Merced. Corría el mes de marzo del año de gracia de 1810….

La corroboración del saqueo de las tropas francesas a nuestra ciudad nos la confirma doña Sebastiana González Valiente, en su testamento otorgado el 21 de octubre de 1812 ante Diego Hidalgo y Cruzado (Folio número 402):

… y en las pérdidas y considerables alhajas, ropas y dinero que perdí en los saqueos y destrozos que sufrieron todos los vecinos desta villa por las tropas francesas, de forma que en él ya nada existe más que las dos fincas relacionadas…

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