Huelva

Los fieles rocieros inundan la aldea

  • Masiva afluencia a las peregrinaciones de las hermandades de Gibraleón, Triana, Villanueva del Ariscal y Pilas en una jornada en la que el Ayuntamiento esperaba a unos 200.000 visitantes

La aldea de El Rocío volvió a vestirse este fin de semana de primavera con motivo de las peregrinaciones extraordinarias que trajeron hasta el Santuario de la Blanca Paloma filiales de enorme solera acompañadas de decenas de miles de fieles. Gibraleón, Triana, Villanueva del Ariscal y Pilas, esta última acompañada por la hermandad no filial de Marchena, inundaron el Santuario con estampas que recordaban quizás a Pentecostés en una jornada en la que el buen tiempo acompañó en la aldea almonteña.

El Ayuntamiento de esta localidad onubense había vaticinado que durante el pasado fin de semana hasta 200.000 personas se darían cita en la aldea. Una cifra nada desdeñable a tenor de la imagen que ofrecían los aparcamientos y el gran número de autobuses apostados en la periferia urbana. La presencia de fieles rocieros en calles y viviendas no le andaba a la zaga. Menos protagonismo visual tuvieron los caballos, aún cuando desde el Consistorio informaron de que las guías expedidas para los equinos superaron las que se tramitaron durante la pasada Romería que, no obstante, fue una de las menos concurridas de la última década por la impresionante tromba de agua que se registró en el suroeste de Andalucía durante los días de camino.

El próximo fin de semana se prevé una alta asistencia a la Candelaria

Desde la Hermandad Matriz de Almonte, el responsable de Formación y Prensa, José Miguel Saavedra, refrendó la enorme presencia de ciudadanos, ejemplarizada en la imagen de un santuario que volvió a quedarse pequeño para contener la presencia de rocieros, que llegaban desde distintos puntos de la geografía andaluza para ver de nuevo a la Blanca Paloma.

Sin aventurar cifras, Saavedra destacó que esta masiva presencia de hermanos constata que la fe por la Reina de las Marismas no se circunscribe a los cultos y fiestas rocieras más señaladas como Pentecostés, El Rocío Chico o la Fiesta de la Luz.

Turistas como Jaime Villalón llegaron desde capitales de provincia como Madrid. "Tengo familia en Sevilla y me gusta el Rocío". Por motivos laborales le vino bien desplazarse este fin de semana hasta nuestra tierra y vivir su primera peregrinación extraordinaria a la aldea almonteña. Tras comprobar in situ el ambiente destacó que "es una buena aproximación de lo que se vive durante la Romería del Rocío".

La trianera Laura Calero se maravillaba del ambiente en el santuario, una fe que asegura que transciende a la primavera. "Quienes hoy venimos mostramos cuán importante es en nuestras vidas la Virgen del Rocío", a la par que se mostraba orgullosa de cómo su filial rociera contribuye de forma decisiva a movilizar a tantos devotos. Calero también destacó que en estas peregrinaciones siente más que nunca el sentido de hermandad. "No es necesario más coste que aportar algo de comida, el que pueda", para disfrutar de un día para confraternizar.

La capilla votiva a los pies de las marismas también subrayaba el calado devocional que suscita la patrona almonteña. Silvia Sánchez destacaba que muchos ciudadanos se quedan en el ágape, en la parafernalia de la fiesta si bien reconocía que en este templo se constata como el centro de gravedad es la Virgen y "las velas demuestran lo que se le quiere y lo que confiamos en su mediación".

Pero más allá del turismo religioso; la fisonomía urbana, el emplazamiento estratégico entre Doñana y la costa oriental de Huelva, o la afición al mundo del caballo hace que muchos acudan movidos por otros elementos ajenos o adicionales a la religión.

Eladio Merchante es una de las personas que encaja en este perfil y detalla que "aquí se puede disfrutar del mundo ecuestre todo el año". Para más inri, destacó que en la jornada de ayer en la aldea hacía mejor temperatura que algunos rocíos en los que no acompañó la meteorología.

Lo cierto es que el crisol de perfiles de turistas que llegan hasta la marisma almonteña convierten a la aldea de El Rocío en el lugar más ajeno a la estacionalidad que aqueja a este sector clave para la economía onubense. Si hace escasas semanas la Asociación Provincial de Hoteles revelaba sus estrategias para el próximo quinquenio con el objetivo de seducir al turista durante los 365 días del año, nada mejor que El Rocío para tomarlo como referente.

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