Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
Es el verano de 1964, Francisco Vázquez Carrasco, hermano mayor de la Hermandad de la Cinta, se encuentra en el descanso estival en su casa Punta Umbría, con su esposa, Maruja Fidalgo, camarista de Nuestra Señora de la Cinta. Suena el teléfono, es el preconizado obispo de Huelva, monseñor José María García Lahiguera; le comunica que sería muy de su agrado la presencia de la imagen de la Virgen de la Cinta en la Santa Iglesia Catedral, el 8 de septiembre, para oficiar su primera misa de pontifical en la Diócesis ante la presencia de la Patrona de los onubenses. "Ante este cariñoso ruego -dice Francisco Vázquez en las crónicas cinteras- la hermandad no tuvo inconveniente en acordar el traslado de la imagen", "cosa que la hermandad hizo con sumo gusto". No sólo accedió a lo solicitado, sino que apremió para nombrarle, el 30 de agosto, hermano mayor de honor, lo que se le hizo entrega antes de su entrada en Huelva.
El cincuentenario de la proclamación pública del patronazgo canónigo de la Virgen de la Cinta, que todavía está centrando los actos importantes de su fiesta, como ha sido la celebración de su novena presidida por sacerdotes onubenses, vuelve a unir, cincuenta años después, a la Virgen de la Cinta con otro obispo. En el día de la Natividad de la Virgen se cumple el cincuentenario de la llegada de monseñor García Lahiguera.
Es especialmente significativo y quizás haya pasado desapercibido en esta celebración, que el nombramiento de Patrona se produce en la despedida del primer obispo de Huelva, Pedro Cantero Cuadrado, cuando se hacía balance de la primera década de la Diócesis. Se unía con la llegada del obispo García Lahiguera en un día como el de hoy, en la fiesta de la Virgen de la Cinta. La proclamación del patronazgo canónico tiene así una estrecha vinculación con los dos prelados onubenses.
La Virgen de la Cinta bajaba en un traslado popular, calificado de apoteósico, en la tarde del sábado 5 de septiembre. La crónica de la época señala que "constituyó una apoteósica manifestación de fe y entusiasmo popular del vecindario onubense que, para acompañar a su Patrona, se echó a la calle, acudiendo en avalancha al paso del Conquero para recibirla y siendo muy numerosas las personas que ya formaban parte de la comitiva procesional, desde la ermita". A la altura del instituto Rábida le esperaba la Banda Municipal de Música, que la recibía con el himno nacional y se organizaba aquí la procesión de entrada. Abría marcha la Guardia Civil montada, y seguía la cruz de guía y ciriales, con bandera de la hermandad. La presidencia eclesiástica estaba constituida por el delegado episcopal y dos canónigos, en la de la hermandad la junta de gobierno encabezada por su hermano mayor. Daban escolta al paso de la Virgen varios números de la guardia municipal en traje de gran gala. Detrás el preste y cerrando la Banda Municipal. La Virgen llegaba a las diez de la noche, momento en el que se iluminaba el alumbrado de la feria. A las puertas de la Santa Iglesia Catedral le esperaba una comisión de capitulares en traje coral. La Virgen Chiquita, tras ser bajada de su paso, fue colocada en el altar mayor por beneficiario, sacristán mayor, de la Catedral
Lo primero que hay que volver a poner de relieve es el hecho de que la fiesta del 8 de septiembre se celebraba en el santuario y la novena también cambiaba de fecha, unas veces era antes y otra después de su festividad.
El obispo había llegado a Huelva por la ría el día 7, después de su estancia en La Rábida; a las ocho de la tarde fue la recepción popular en la Plaza de la Merced, seguida del acto de toma de posesión en la catedral. Tuvo ocasión en ese momento tras el acto oficial del encuentro con la Madre de todos los onubenses: "Después su rostro se elevó y contempló con amor indefinible con adoración ejemplar a la Virgen Chiquita del Conquero que había bajado hasta allí para verle entre todos su hijos, para darle también la bienvenida, para darle ese aliento amoroso y sublime de su primer encuentro con sus hijos diocesanos".
La jornada del día 8 comenzaba en la catedral con misa de pontifical y homilía del obispo, José María García Lahiguera, asistiendo las autoridades. Después, en el santuario de la Cinta, se siguió con la costumbre de celebrar la fiesta de la Virgen ante la primitiva imagen mural, a la que asistió la hermandad de la Patrona.
En la catedral, el obispo tuvo palabras de cercanía a la Virgen de la Cinta, decía que "te venimos a hacer el regalo de tu onomástica, de tu fiesta" y le dijo: "Tú para nuestro pasado eres vida, para nuestro presente eres dulzura, para nuestro porvenir eres esperanza".
Era un tiempo a estrenar el que se abría con la puesta en marcha del Concilio Vaticano II con nuevas orientaciones para las iglesias diocesanas.
La jornada del día 8 concluyó con una solemne procesión extraordinaria por el centro de la ciudad que presidió el nuevo obispo de Huelva, que lucía la medalla de hermano mayor honorario. La procesión salió de la catedral a las 20:00 para recorrer el siguiente itinerario: Plaza de la Merced, Independencia, San José, Puerto, Mora Claros, Concepción, Palacio, Arquitecto Pérez, Cardenal Cisneros, Gran Vía, Plaza de las Monjas, Méndez Núñez, Rafael López, Ciudad de Aracena, Ginés Martín, Amado de Lázaro, Independencia y Plaza de la Merced, al templo. A las puertas del Ayuntamiento se realizó una breve parada para la ofrenda de flores que realizó el alcalde de la ciudad. A la procesión asistieron las autoridades locales, la corporación municipal iba bajo mazas.
La Virgen Chiquita estuvo en la catedral hasta el domingo 20 de septiembre, regresando al santuario por el itinerario tradicional de las Colonias, después de celebrada su novena. La jornada contó con la presencia del obispo José María García Lahiguiera que presidió la misa de comunión general, a las 8:30. En su homilía "pronunció una plática henchida de amor a la Virgen de la Cinta, declarándose repetidamente y con palabras de vivo entusiasmo como un cintero más de vanguardia". Invitaba a todos a dirigirse a la Patrona, "en súplicas de que los grandes planes que se propone realizar en esa Diócesis, se desarrollen para el mayor bien de todos".
Por la tarde se organizó la procesión de traslado al Conquero, con cruz de guía y ciriales y bandera, presidida por el hermano mayor Francisco Vázquez Carrasco. Asistió el cabildo catedral y el Ayuntamiento bajo mazas, escoltando el paso de la Virgen la guardia municipal de gala.
La Virgen de la Cinta llegaba así hasta su ermita, "acogida con grandes aclamaciones por el gentío". De esta forma concluía un año importante para la Diócesis de Huelva, se despedía al primer obispo Pedro Cantero Cuadrado, se consolidaba la Diócesis en su primera década, y se acogía a su sucesor, José María García Lahiguera. Pero, además, para los cinteros tenía una importante añadida, Nuestra Señora de la Cinta había presidió ambos acontecimientos, se reconocía de manera canónica el patronazgo de cinco siglos de devoción. La crónica de Odiel, concluía con el deseo de todos: "Y, nada más, hasta el año que viene. Quiera Dios y Ella, la Gran Madre que sea el año venturoso de su coronación canónica".
Hubo que esperar algún tiempo más, hasta el 26 de septiembre de 1992, la bula del patronazgo fue un aliciente nuevo en un largo camino. Hoy concluye un aniversario cuando se mira al 25 de la coronación.
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