Varios testigos sitúan a Montoya en Cortegana el miércoles y el jueves
Caso Laura Luelmo
Estos lo ubican echando gasolina al Alfa Romeo el día de la desaparición o andando por la calle al siguiente
La Guardia Civil halla sangre de Laura en la casa de Bernardo
Bernardo Montoya, el autor confeso de la muerte de Laura Luelmo, fue visto en Cortegana el día en el que se pierde el rastro de la profesora y también el siguiente, según ha podido saber Huelva Información tras contactar con varios habitantes de la localidad. De confirmarse su presencia ambas jornadas en el municipio serrano, el caso, o al menos lo que se conoce de él hasta este momento, debería replantear el itinerario seguido por el presunto autor de los hechos.
Hay que tener en cuenta las fechas inamovibles del mismo. La primera de ellas es el miércoles día 12, cuando Laura mantiene una conversación telefónica con su novio, extremo totalmente confirmado por la investigación después del análisis del teléfono del mismo. Poco después, ese mismo día, se pierde el rastro del teléfono de Laura en un repetidor situado a nueve kilómetros del pueblo.
La otra fecha a retener es la determinada por el informe preliminar de la autopsia, en el que se determina que la muerte de Luelmo se produjo entre el viernes y el sábado. Si se tiene en cuenta que, además, el escenario principal donde centran sus esfuerzos los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil es la vivienda del número 1 de la calle Córdoba de El Campillo y que el mismo viernes Bernardo mantuvo un vis a vis con su compañera en la prisión de Huelva, las posibilidades que tuvo de acabar con su vida se reducen a pocas horas si se tiene en cuenta que entre ambas localidades hay una distancia de unos 50 kilómetros de mala carretera que demora cerca de una hora en cubrirlos.
Según pudo conocer este periódico en la mañana de ayer, un testigo que no quiere ser identificado y que vive en la misma calle donde lo hacía Cecilia, la anciana de 82 años por cuyo asesinato ocurrido en 1995 fue condenado Montoya a 17 años de prisión por matarla a machetazos para evitar que declarara contra él en un juicio en el que le acusaba de un intento de robo, "el miércoles Bernardo estuvo echando gasolina en el polígono industrial de Cortegana; yo lo vi porque estaba detrás de él. Además, conduce un Alfa Romeo negro, un coche del que sólo hay uno en todo el pueblo y recuerdo que me llamó la atención porque hacía tiempo que no lo veía y lo conozco perfectamente".

En la plaza del Divino Salvador de la misma localidad, una vecina que también conoce a la perfección tanto a Bernardo como a su hermano Luciano, reconoce que "el jueves por la mañana me crucé con él y me extrañó verlo porque hacía tiempo que no me lo cruzaba. Estoy completamente segura de que era él; es imposible que me equivoque. Cuando vi que había desaparecido una chica y después cuando encontraron el cuerpo de Laura, estaba segura de que había sido él; fue el primero en el que pensé".
El lugar donde la tuvo secuestrada desde que desapareciera el miércoles hasta la fecha de su muerte, viernes o sábado según los forenses, así como el tiempo que la mantuvo en dicho lugar quedan, al menos según estos testigos, menos claros de lo que estaban en un primer momento. La autopsia tendrá la clave para desenredar la madeja.
Mientras tanto, en la vivienda que ocupaba Bernardo en El Campillo continúan las investigaciones. Los agentes de la Brigada de Criminalística de la Guardia Civil siguen con el más que minucioso rastreo de la vivienda que ocupaba Montoya, ubicada justo enfrente de la de Laura y que desde que apareció el cuerpo poco después del mediodía del lunes, se ha convertido en el centro neurálgico de la misma, junto con el propio paraje de Traslasierra donde fue encontrado su cuerpo sin vida.
La concienzuda tarea del Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO) va dando resultados. Por lo pronto, ya han localizado restos de sangre en la casa de Montoya. En el laboratorio portátil que han desplazado de Madrid a El Campillo se analizan ya las muestras para ver si el fluido es el de Laura.
Por más que Bernardo se afanara en hacer desaparecer los restos biológicos con lejía (en la población penitenciaria permanece vigente el mito de que esta acaba con todo rastro), los investigadores lo han encontrado.
En paralelo, ayer fueron encontrados una manta ensangrentada en el paraje de La Mimbrera y varios objetos personales de la víctima en El Campillo. Los investigadores los localizaron después de seguir las indicaciones ofrecidas en los interrogatorios por Bernardo Montoya.
La manta manchada de sangre apareció en un contenedor situado en el kilómetro 167 de la N-435, a apenas un kilómetro de donde el pasado lunes fue hallado el cadáver de Laura, mientras que las llaves del coche y de la casa de la joven y su monedero fueron encontrados en otro contenedor próximo al cementerio de la localidad.
Ambos contenedores fueron retirados de los lugares en los que están normalmente ubicados. En la tarde de ayer los efectivos del Instituto Armado rastrearon las inmediaciones del camposanto en busca de otros objetos personales de Laura Luelmo. Por el momento no ha aparecido el móvil de la profesora, pero todos estos enseres son fundamentales para cerrar el cerco en torno al detenido.
Montoya pasó la jornada de ayer recluido en los calabozos de la Comandancia de Huelva. El principal motivo fue el de preservar su seguridad, después de que el miércoles un nutrido grupo de vecinos de El Campillo quisiera lincharlo cuando llegó al número 1 de la calle Córdoba para la reconstrucción de su versión de los hechos.
Este diario ha podido saber que sigue jugando al despiste. Es perro viejo y quiere evitar que la jueza le endose los delitos de detención ilegal y asesinato. Parece que, como mínimo, de los de agresión sexual y homicidio no podrá librarse.
La previsión es que hoy Montoya sea trasladado a los juzgados de Valverde del Camino, adonde pasará a disposición judicial. No se descarta que se lleve a efecto la reconstrucción de los hechos en el paraje de La Mimbrera.
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