Caso Laura Luemo

Bernardo Montoya se ve acorralado y reconoce que asesinó a Laura

  • La Guardia Civil busca el "escenario primario" en el que la joven estuvo retenida

  • El ECIO recoge multitud de muestras en la casa del arrestado, entre ellas un sofá y una cortina

El arrestado se marcha de la reconstrucción por la plaza del Arriero.

El arrestado se marcha de la reconstrucción por la plaza del Arriero. / M.G. (El Campillo)

Los equipos especialistas de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le apretaron ayer las tuercas y no soportó la presión: Bernardo Montoya acabó admitiendo que mató a Laura Luelmo. No lo tuvieron fácil. El exconvicto corteganés, que atesora un historial delictivo digno del protagonista de una película de terror, se las sabe todas. Pero a fuerza de horadar su ánimo con las pertinentes preguntas, acabó por caer en las trampas que le sirvieron los investigadores.

Los nervios ya lo habían traicionado el martes, cuando cerca de las 13:00 emprendió la huida campo a través en las inmediaciones de El Campillo, lo que precipitó su detención. La Guardia Civil lo trasladó en primera instancia a las dependencias policiales de Valverde del Camino, adonde permaneció hasta cerca de la 1:00 de ayer. Después de ser interrogado durante horas, los expertos –que se toparon muchas veces con lo que parecía un muro infranqueable– lo habían conducido a varios callejones sin salida.

A las 2:20 llegaba a la Comandancia de Huelva. Solo le dieron un par de horas de respiro. En plena madrugada, en torno a las 5:00 –según las fuentes de Huelva Información–, la UCO volvía a la carga. Era tan intrincado el laberinto de contradicciones en el que Montoya se había perdido que finalmente se vio acorralado y acabó confesando la autoría del crimen de El Campillo.

Hasta su abogado defensor, Servando Carranza, asignado por turno de oficio, se ha visto desbordado por el vertiginoso devenir de los acontecimientos. Desde primera hora de la mañana acompañó a su cliente en el edificio de la calle Guadalcanal, donde la expectación mediática fue una constante. Y también la ciudadana.

De hecho, al ver a la prensa concentrada en la puerta de garaje de la avenida Cristóbal Colón decenas de vecinos curiosos se agolparon en la gasolinera aledaña. Cuando eran las 11:30, un vehículo camuflado de los investigadores salió de la cochera y se llevó una buena sarta de improperios de los ciudadanos, que dirigieron su rabia contra el vehículo de lunas tintadas pensando que Montoya viajaba en él. Falsa alarma.

Salida de Montoya de la Comandancia de Huelva. Salida de Montoya de la Comandancia de Huelva.

Salida de Montoya de la Comandancia de Huelva. / Alberto Domínguez (Huelva)

En el interior de la Comandancia de Huelva el ya entonces autor confeso de la muerte violenta de la profesora zamorana continuaba ofreciendo su relato, inverosímil en muchos extremos para los interrogadores, pero coincidente en otros con las pesquisas que constan en las actuaciones, sobre las que pesa el secreto decretado por la titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valverde del Camino, Elvira Mora.

Esta circunstancia hace pensar que el caso alcanzará su resolución final en escasas horas, pero también eleva a la enésima potencia el hermetismo que se cierne en torno a él.

La autopsia será clave para esclarecerlo. A última hora de ayer trascendía un dato del examen forense que ya había avanzado este diario el martes: Laura Luelmo fue agredida sexualmente, "violentada". Su cadáver fue hallado en el paraje de La Mimbrera sin los pantalones vaqueros que aquella funesta tarde del 12 de diciembre decidió ponerse para dar un paseo.

A ello hay que sumar que la víctima presenta un fuerte golpe en la cabeza y signos de violencia en el cuello, aunque para precisar la causa del fallecimiento habrá que esperar al informe definitivo del Instituto de Medicina Legal. Hay otro asunto fundamental: Laura falleció el viernes o el sábado, dos o tres días después de que se perdiera la señal de su teléfono móvil confirmada por uno de los repetidores ubicado al norte de El Campillo.

Esto hace sospechar a los investigadores que Montoya pudo tenerla retenida en algún lugar todavía por determinar, por lo que se afanan en dar con el "escenario primario" de esta macabra historia.

A las 12:15 aproximadamente de ayer y contra todo pronóstico, Bernardo Montoya salió de la Comandancia de Huelva por la puerta principal (todos esperaban que se produjera por algunas de las bocas del garaje). Vestía cazadora de cuero negra, pantalón vaquero, zapatos marrones. Y caminaba tan encorvado que apenas se le pudo ver la cara.

Esposado y escoltado por dos agentes, fue introducido en un coche patrulla de la Guardia Civil que encaró las calles Juan Salvador y Juan Mateo Jiménez para acabar poniendo –por la avenida Cristóbal Colón– rumbo a El Campillo. Le aguardaba allí la diligencia de reconstrucción de los hechos.

La comitiva policial, con el autor confeso de la muerte de Laura, arribó a la calle Córdoba de la localidad de la Cuenca Minera a las 13:25. Decenas de vecinos, entremezclados con los medios de comunicación, se agolpaban tras el cordón de la Benemérita y elevaban la voz para insultar a Montoya. "¡Asesino!, ¡asesino!", coreaban al unísono. El ambiente se iba caldeando.

Los expertos del Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO) habían colocado una mampara junto al número 1 de la calle Córdoba, vivienda en la que vivía Bernardo Montoya desde que salió del prisión el pasado 22 de octubre, situada frente a la que ocupaba Laura Luelmo desde solo un par de jornadas antes de su desaparición.

Dos efectivos del ECIO apuntan con una linterna a una sección de la cortina de la puerta de la casa del detenido. Dos efectivos del ECIO apuntan con una linterna a una sección de la cortina de la puerta de la casa del detenido.

Dos efectivos del ECIO apuntan con una linterna a una sección de la cortina de la puerta de la casa del detenido. / Alberto Domínguez (El Campillo)

El detenido participó en la reconstrucción de su versión de los hechos bajo la atenta mirada de los investigadores. Incluso llegó a sentarse en el umbral de la vivienda de zócalo anaranjado para emular el modo en que vio a la joven profesora antes de asaltarla.

Todo el perímetro de este escenario estaba acordonado y bloqueado por vehículos en todos los accesos. Pero ni esta circunstancia evitó que la furia vecinal se desatara. A las 14:30, un grupo de vecinos se saltaron la zona acotada por el Instituto Armado y pusieron rumbo cuesta arriba hacia la casa del arrestado.

Los gritos alertaron a los agentes, que se vieron obligados a intervenir para contener a la masa encolerizada, que coreaba "¡suéltalo! ¡suéltalo!" o de nuevo el repetido "¡asesino! ¡asesino!". Los ciudadanos se quedaron, de hecho, a escasos metros de la casa. La Guardia Civil y la Policía Local instaron a los presentes a tranquilizarse mientras que varios presente lanzaron piedras sobre la mampara instalada por Criminalística.

Cerca de las tres de la tarde se dio por finalizada la reconstrucción en la calle Córdoba. Bernardo Montoya salió escoltado por la plaza del Arriero, donde llegaron a lloverle algunas piedras más desde las azoteas. El contingente vecinal y mediático puso rumbo casi al completo al paraje de La Mimbrera, pero no hubo rastro del detenido, que fue trasladado de nuevo a la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva. Llegó a las 16:00.

Los investigadores no rebajaron un ápice el ritmo de su actividad en el número 1 de la calle Córdoba. A las 15:25 dos efectivos del ECIO, pertrechados con monos blancos, escudriñaron al milímetro la puerta del inmueble. Centraron su interés, especialmente, en una cortina blanca con bordados rojos de la entrada, que llegaron a descolgar para analizarla en el laboratorio de campo que tienen instalado en El Campillo.

Tomaron huellas de las jambas del portal y realizaron incontables fotografías en la entrada de la casa. Los investigadores llegaron a extraer del interior de la vivienda, entre otros enseres, un sofá de color naranja. Todo se someterá a un análisis detallado. El objetivo es conseguir el máximo material probatorio de la forma más escrupulosa para presentarlo en bloque mañana en el Instrucción 1 de Valverde. Es en esa jornada cuando está previsto que Montoya pase a disposición judicial. Hoy la UCO continuará con el interrogatorio y se realizará, previsiblemente, la reconstrucción en La Mimbera.

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