Huelva

Tecnologías y adolescentes: la clave está en la dosis

  • La profesora de Didáctica de la Lengua de la Universidad de Huelva Beatriz Peña Acuña investiga la influencia en los jóvenes

Las tecnologías están en el día a día de los jóvenes.

Las tecnologías están en el día a día de los jóvenes. / H. I.

“Las tecnologías bien utilizadas son maravillosas”, es lo que opina la profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Huelva Beatriz Peña Acuña. Ella forma a los estudiantes de los grados de Infantil y Primaria y del máster de Estudios Avanzados de la Lengua. También vicedecana de la Facultad de Humanidades de la Onubense, indaga en el consumo de las nuevas tecnologías por parte de las generaciones jóvenes y en su influencia.

Investiga sobre el consumo de estas TIC para tratar de saber “cómo afectan, si su uso es bueno o perjudicial” y fruto de este afán es autora de dos estudios recientes sobre esta cuestión. El primero de ellos, publicado en Journal of New Approaches in Education (NAER), la tercera mejor revista especializada en educación, se basa en los datos del Informe PISA pero procesados de manera distinta para establecer la incidencia según el género. En resumen, la conclusión es que las chicas utilizan sobre todo las redes sociales, en concreto como una forma de socialización. Respecto a los chicos, los videojuegos se llevan la palma, les dedican muchas horas y es algo que acaba afectando a su rendimiento escolar. La segunda investigación versa sobre los formatos que utilizan más los jóvenes. De su resultado, el 80% asegura que sigue leyendo en analógico, un dato que admite que no le cuadra, y un 76% consume series.

En el mundo actual, Peña Acuña subraya que la clave está en “aprender a dosificar”, esto es, un consumo de tecnologías racionalizado mediante una ordenación horaria. “El niño o adolescente tiene que aprender a gestionarse  para evitar problemas de adicción porque no sólo hay TIC, también hay amigos y juegos”.

Peña Acuña es también licenciada en Periodismo, “estoy a caballo entre las Ciencias Sociales y las Humanidades”, un perfil multidisciplinar que le otorga una perspectiva más amplia para analizar un asunto de tantas aristas, además de miembro del grupo del centro REALL (Research in Affective Language Learning Centre) creado en la UHU en 2002.

Ella forma a futuros docentes que tras la pandemia “no se conocían porque las clases eran por Zoom, no tenían confianza ni desparpajo para relacionarse en las clases, eran menos participativos”. Así que estableció dinámicas en clase que revirtieran esa situación y tras ellas “se han dado cuenta de que van a ser maestros y de que las personas son complejas, tienen que hacerse expertos en humanidad”.

El cara a cara es esencial, “te permite rozarte y recibir canales de captación del otro, por eso es muy importante la comunicación personal”. Venían, añade, “sumergidos en una burbuja”. La realidad es que el móvil es un elemento omnipresente y prácticamente ineludible, que tiene “ventajas y desventajas”. Ha observado que un número “preocupante” de horas de uso de este dispositivo puede tener consecuencias como la de eludir mostrar la imagen auténtica, “prefieren su avatar”, apunta Pérez Acuña.

Estos nuevos formatos de mensajería, añade, “condicionan también la forma de narrar y por eso a veces cuesta guardar atención en el trabajo, la escucha activa y no todo es expresión oral, puede ser también musical, corporal...”.

Por eso, ejercita con sus alumnos la identificación de emociones, “que aprendan a expresarlas porque si no son buenos en eso, cómo van a educar”. Una práctica que tiene buenos resultados porque “se sienten escuchados” y con la que a veces constata un triste déficit de comunicación en esta era de tecnologías que se supone que la propician. Recibe mensajes como “es la primera vez que cuento esto porque no tengo confianza con mis amigos como para hacerlo”, señala con cara de circunstancia.

Lo atribuye al “individualismo que hay en la sociedad, creo que les afecta; les veo muy perdidos” y también a la proliferación de noticias negativas que difunden los medios de comunicación. “Hemos tendido a narrar lo negativo cuando alrededor tenemos muchísimos ejemplos de gente que son héroes de una forma silenciosa, personas anónimas que hacen grandes cosas pero no son noticia”.

Tecnologías sí, pero en su justa medida, porque “los chicos son producto de la sociedad y hay que preguntarse qué entorno les estamos dando, si promovemos un personalidad bonita, íntegra y equilibrada. La cultura y el deporte rescatan, tienen que socializar con su círculo de personas y hablar”.

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