Santa Cecilia al compás de doce guitarras
José Luis Pastor deleita al Gran teatro el Día de Santa Cecilia en su viaje por la historia de la guitarra
Galería de imágenes del concierto de José Luis Pastor

Huelva es la cuna de músicos que hacen Historia. José Luis Pastor ha abierto horizontes en el campo de la música antigua. Su comprometida y paciente labor en diversos menesteres está dejando huella entre los eruditos y los aficionados. Intérprete, profesor y estudioso que convierte a la cultura pretérita en un presente rico. Nada suena lejos cuando se vive con entrega. El paso firme de este gran artista ha sido llevar la música a su esencia, a la grata dimensión donde el alma se serena. Gracias a su labor, actualmente la provincia de Huelva está más familiarizada con el Medievo y el Renacimiento.
Pocos años atrás Pastor materializaba el proyecto de instrumentos medievales en solitario: 'The evidence'. Ahí comprendimos que la música debe despojarse de ropajes para alcanzar su razón de ser. Cuando Pastor toca, la música tiene el encanto de algo natural, como una fuente mansa que discurre o el viento que mece la fronda al atardecer. Y es que el arte más elevado es el encuentro del hombre con la sencillez de todas las cosas. A propósito de esto, en su concierto del Gran Teatro manifestó al público que la música no hay que amplificarla con megafonía.
'Vademecum' es su apuesta reciente, una síntesis elegante y audaz de la Historia de la guitarra que articula en doce instrumentos, etapas de una evolución progresiva. El éxito de 'Vademecum' estriba en haber seleccionado la mejor música para cada instrumento o etapa histórica, como una instantánea sonora. Pastor dio vida a todas las guitarras del mundo en piezas que unas veces interpretaba de pie, como un juglar; otras sentado cual concertista romántico, o a la manera de una estrella del pop, marcando el compás con el pie sutilmente. El ingrediente didáctico fue formidable pues todo lo que presentaba se escuchaba y se entendía.
Salir al escenario tocando era un modo de conectar: todo fluyó en los cuatro instrumentos correspondientes a la Edad Media; de ingenuidad deliciosa la pieza para vihuela de Péñola, seguida por una evocadora de rueda; variedad de tonos y ritmos en la cítola y una guiterne donde la plegaria a la Virgen parecía estar a las puertas del silencio. Punto de inflexión con el Renacimiento, una obra preciosa en do menor cuyo concentrado sonoro ganaba también en la suavidad; llegó lo ameno con Guárdame las vacas, antesala de unos animosos Canarios para pintar la guitarra barroca.
Al tomar en sus manos el instrumento romántico, un ejemplar fabricado en París, la música se escuchaba a medio gas; el lenguaje historicista de Pastor no encajó en unas variaciones de rubato artificial. Sí aprovechó más la guitarra española de Ramírez en el cuerpo central de 'Asturias' de Albéniz: su tono reflexivo contrastó con el mecanicismo y la confusión de la primera parte. Ya en la guitarra flamenca apreciamos una capacidad de imitación del estilo con todas las notas en su sitio pese a no ser su lenguaje; esto lo aplaudió mucho el público.
Concluía este viaje con las guitarras acústica y eléctrica, muestra de la generosidad de este músico de Aracena. Ahí puso acompañamiento a una canción famosa e incluso dio a conocer una hermosa pieza en mi mayor dedicada a su hija.
Nutrido aforo en el Gran Teatro, cuyo patio de butacas en silencio imponía durante las sonoridades más gráciles. Algo así sienta un precedente en Huelva. El concierto contó con un prefacio de Ramón LLanes. Y el propio intérprete vio propicias las circunstancias para expresar que el Otoño Cultural Iberoamericano es el vínculo más honroso con la España de ultramar.
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