Ruth y José, "ángeles en el cielo"

Después de 10 meses de búsqueda, Echeverría determinó que los restos óseos de Las Quemadillas eran humanos y no animales El propósito de su madre es enterrarlos cuanto antes

Juguetes y velas depositados por los onubenses en el templete de la Plaza de Las Monjas en honor a Ruth y José.
Juguetes y velas depositados por los onubenses en el templete de la Plaza de Las Monjas en honor a Ruth y José.

La crónica más negra, la que muestra la dimensión de los más bajos fondos del ser humano, se ha convertido en protagonista absoluta de 2012 en Huelva, una provincia que comenzaba el ejercicio con el corazón encogido por no saber, después de casi tres meses, dónde estaban los hermanos Ruth y José, y que despedía el año del fin del mundo con la pérdida de otra de sus niñas, Miriam.

El caso Ruth y José inició 2012 manteniendo la incógnita del paradero de los pequeños. Mientras se les buscaba por el Guadalquivir o en Las Quemadas de Córdoba, trascendía el informe psiquiátrico sobre su padre, José Bretón, que determinaba que "no tiene ningún trastorno mental".

Palos de ciego, hasta cinco prórrogas del secreto de sumario y un juez, el instructor de la causa, José Luis Rodríguez Laín, que decide seguir manteniendo a Bretón en la cárcel porque existe riesgo de fuga. Él, por su parte, sigue negando que haya hecho nada malo a sus hijos. El 3 de mayo amigos de la pareja y los presos sombra declaran ante el juez que Bretón estaba obsesionado con Ruth Ortiz y maltrataba a sus hijos.

Entonces la familia materna empieza a barajar la venganza y los celos como los móviles que le llevaron a hacerlos desaparecer. El 5 de junio, Rodríguez Laín ordena precintar la finca de Las Quemadillas. Comienza la búsqueda sin tregua en la casa de los abuelos paternos. En ella se utilizan de nuevo el georradar, se cuenta con arqueólogos y geólogos, incluso con la presencia de Ruth Ortiz. Ni rastro.

El 8 de agosto se celebra una nueva concentración en la Plaza de Las Monjas de Huelva. Se cumplen diez meses de la desaparición de los críos. Ruth Ortiz no está presente y eso llama la atención de la prensa. A finales de ese mes, trasciende el resultado del informe del antropólogo forense Francisco Echeverría, que determina que los restos óseos hallados en octubre de 2011 en la hoguera de Las Quemadillas pertenecen a dos niños de 2 y 6 años, lo que contradice el realizado por la técnico de la Policía y que apuntaba a que eran huesos de animales. Se podían haber ahorrado meses de sufrimiento.

El 5 de septiembre pasado, el juez imputa a Bretón dos delitos de asesinato con alevosía y la agravante de parentesco. El 28 de septiembre, once forenses y peritos ratifican ante el juez los informes que concluyeron que los restos óseos eran humanos. Pese a todo, Bretón sigue manteniendo que perdió a los pequeños en el parque Cruz Conde de Córdoba.

Tras los demoledores informes, Ortiz acude a una misa por sus hijos en la catedral cordobesa celebrada el 3 de octubre y declara que "el destino" de sus hijos era "ser niños durante poco tiempo en la Tierra y ángeles eternamente en el Cielo". Llega el 8 de octubre. Se cumple un año de la desaparición. Huelva tiene ya la certeza de que no van a volver.

En noviembre Ruth solicita al juez que le sean entregados los restos de sus hijos. La petición le es denegada y comparece ante la prensa para decir: "Sólo quiero ver enterrar a mis hijos, los parí y tengo derecho a enterrar lo que el desgraciado de su padre ha dejado de ellos". El pasado 11 de diciembre, su abogada pide para Bretón 40 años de cárcel, 20 por cada asesinato, la pena máxima para estos casos.

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