El 3 de abril de 2012 José Franco de la Cruz abandonaba la cárcel. Había pasado entre rejas 21 años por el crimen de la pequeña onubense Ana María Jerez Cano. De poco sirvió que la madre de la víctima, Adoración Cano, solicitara que se le aplicara la doctrina Parot para que cumpliera íntegramente la pena de 44 años de reclusión que se le había impuesto. "No he hecho ninguna terapia porque no soy ningún violador y no me hace falta. A mí me han metido 20 años en la cárcel por la cara, por eso cojo un taxi y me voy como un ciudadano libre", dijo a la prensa cuando abandonó la prisión Sevilla II. Se negó también a pedir perdón a la familia de la víctima.

Seis días más tarde, la Audiencia de Huelva le citaba para que informara sobre su lugar de residencia, pero nunca llegó a comparecer. Se activó una orden de detención contra él. La Policía logró localizarlo en Madrid.

Tres meses después de haber abandonado la prisión, volvió a ser arrestado como presunto autor de una violación. La propia madre de Ana María Jerez, Adoración Cano, había alertado en reiteradas ocasiones sobre su peligrosidad. Los hechos ocurrieron en la madrugada del miércoles 11 de julio, cuando supuestamente abordó a una mujer de 39 años en el momento en que se disponía a entrar en un albergue del madrileño distrito de Moncloa. Según la denuncia de la víctima, la amenazó con agredirla con un cuchillo de monte y la violó.

El 14 de julio, el titular del juzgado 47 de Madrid lo mandó de nuevo a la cárcel: "Usted va a ir a prisión por alarma social, riesgo de fuga, antecedentes y porque la víctima le ha reconocido como autor de su violación", le espetó el juez.