Huelva

Proyecto Hombre quiere reforzar en Huelva sus recursos para jóvenes y mujeres

  • Atiende una media diaria de 150 personas. Diseña un programa orientado al consumo de ansiolíticos y antidepresivos

Un joven que participa en uno de los cursos de Proyecto Hombre.

Un joven que participa en uno de los cursos de Proyecto Hombre. / P.H. (Huelva)

Proyecto Hombre atiende una media diaria de 150 personas, de las cuales más de sesenta están en centros residenciales. Se trabaja con una filosofía: recuperación total y que la persona sea independiente en todos los niveles. Entre sus usuarios hay desde chicos de 14 años a personas con 62. La media de edad está en los 37.

Prevalece la adicción a la cocaína, aunque el alcohol está presente, “son normalmente policonsumos y hay personas que consumen mezcla de cocaína con heroína inhalada, que suele ser lo que se suele vender en las zonas más degradadas”, apuntó el director de Proyecto Hombre en Huelva, Víctor Rodríguez.

El objetivo de Proyecto Hombre es ahora reforzar y ampliar los recursos dirigidos a adolescentes, jóvenes y mujeres. Rodríguez señaló que en el caso de los adolescentes y los jóvenes quieren incidir en el ámbito preventivo, y respecto a la mujer, se ha diseñado un programa orientado al consumo de ansiolíticos y antidepresivos, “que es un consumo mayoritariamente femenino”.

El director explicó que en Proyecto Hombre se trabaja la prevención en tres ámbitos: universal, selectiva e indicada. La universal es la que se hace, por ejemplo, en los institutos, a todos los alumnos; la selectiva está orientada a un tipo de jóvenes que por su realidad pueden ser perfiles de riesgo y la indicada, a jóvenes y adolescentes que están empezando a tener un consumo problemático o actitud disruptiva.

Señaló que “nos preocupan estas edades por todo lo que conllevan de conducta disruptiva (fracaso escolar, situaciones de divergencia intrafamiliar, falta de comunicación con los padres y ausencia de límites)”, por lo que se va a reforzar todo lo que tiene que ver con la prevención, sobre todo con la selectiva y la indicada.

Indicó que las familias suelen pedir ayuda cuando ven que sus hijos cambian de actitud, se muestran violentos o fracasan escolarmente, ya que se ven “muy impotentes a la hora de abordar el tema”.Rodríguez incidió en que las adicciones y las conductas disruptivas necesitan de una intervención profesional. “Si no se trabaja con un método y una pauta es posible que estés haciendo más mal que bien aunque tengas muy buena voluntad”.

Otro colectivo que preocupa en Proyecto Hombre es el de la mujer, “es una realidad minoritaria, es un 15 o 17% en los diferentes programas, pero es una realidad que necesita de motivación, acompañamiento y tener en cuenta la perspectiva de género, porque una mujer que tiene un problema de adicción lo tiene más difícil a la hora de pedir ayuda, el tener un entorno que favorezca poderse rehabilitar”.

En cuanto al programa orientado al consumo de ansiolíticos y antidepresivos, denominado Pandora, manifestó que hay un consumo abusivo de este tipo de fármacos, que generan, en ocasiones, dependencia “y no resuelven los problemas que hay alrededor (separación no resuelta, una depresión, un duelo mal cerrado... situaciones vitales de la persona que no están cerradas o resueltas). Es una dependencia que no está mal vista porque es farmacológica pero no deja de ser una dependencia”.

El programa Pandora, que se pondrá en marcha cuando la situación actual lo permita, está dirigido a ese tipo de perfiles. Sería un programa de carácter ambulatorio y contaría con un equipo multidisciplinar “para acompañar a las mujeres en el proceso de abandonar el consumo de ansiolíticos y afrontar aquellos problemas o situaciones de su vida que necesitan ser tratados”.

También preocupa en Proyecto Hombre la salud mental, “ha sido una de las grandes olvidadas del sistema sanitario. Desde la reforma siquiátrica de finales de los ochenta se ha avanzado poco”. Rodríguez indicó que “hoy en día hay una realidad, que es la que denominamos patología dual, que son personas consumidoras de sustancia y a la vez con un trastorno mental, que están un poco en tierra de nadie y no reciben en ocasiones el tratamiento que necesitan”.

Prácticamente un tercio de las personas que atienden, sobre todo en recursos residenciales, son personas con patología mental, algunas sin diagnosticar.

El director de Proyecto Hombre en Huelva comentó que el mundo de las adicciones es algo cambiante y evoluciona. “La realidad que tenemos hoy en relación hace veinticinco años es bastante diferente. Empezamos con la pandemia de la heroína a finales de los ochenta”.

En ese contexto surge la necesidad de darle una respuesta a un problema “que transcendía meramente lo personal, era un problema familiar, de convivencia, de barrio, de salud pública, porque estamos hablando de los orígenes del VIH, judicial, de seguridad ciudadana. Proyecto Hombre ya funcionaba en otras provincias y hay un grupo de personas de Huelva vinculadas a un movimiento parroquial, a Cáritas, a un movimiento de barrio, que decide contactar con Proyecto Hombre a nivel nacional para ver la posibilidad de abrir Proyecto Hombre en Huelva. De ahí surgimos”.

Durante estos años ha ido evolucionando. En 1994 se abrió el programa base orientado al tipo de perfiles existentes entonces, “pero luego nos dimos cuenta, a primeros de 2000, que había otro perfil que se iba incorporando, que era el consumidor de cocaína y alcohol relacionado con el ocio, la noche, con el mundo laboral y decidimos abrir un programa específico para ellos, el Programa Alfil, porque la realidad de este tipo de perfiles no se veía como un concepto de drogodependiente, todavía había en esa época la idea de que el drogodependiente era una persona desestructurada, marginal, y ese perfil no tenía esa percepción”.

Posteriormente, en 2005, debido a que se registró una bajada en la edad de inicio del consumo, se abrió el Programa Joven.

“La realidad de hoy es transversal, no se habla de drogodependencias vinculadas a un tipo de perfil social determinado, sino que está impregnada en cualquier capa social, en cualquier condición económica y familiar”, subrayó Rodríguez.

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