Mujeres y hombres no somos iguales, ni falta que hace

Respons(H)abilidades

El reto social por la igualdad de género no está sólo en impulsar y cumplir las leyes que la persiguen, sino en autoexigirnos mucha más precaución individual con nuestras conductas

Mujeres y hombres no somos iguales, ni falta que hace
Mujeres y hombres no somos iguales, ni falta que hace

Impulsar la igualdad no es pretender demostrar que hombres y mujeres son iguales, porque no lo son. Luchar contra la desigualdad es garantizar la igualdad de oportunidades independientemente del sexo, y ya puestos, independientemente de todo, quiero decir: que ni sexo, ni raza, ni religión, ni diversidad alguna sea motivo de discriminación. Eso es Responsabilidad Social Corporativa (RSC) genuina, y a nivel organizacional hay cada vez más instrumentos y leyes que la favorecen. Pero, ¿y a pie de calle? Es necesario mucho más compromiso personal de todos y cada uno de nosotros para romper creencias y así reducir el lenguaje y las conductas que ralentizan la verdadera y necesaria transformación social.

Hombres y mujeres no somos iguales por la más sencilla de las razones: cada persona es diferente de las demás. Existen generalidades que sí nos diferencian, por supuesto. Algunas pocas son biológicas, pero muchísimas más son culturales, una cuestión de educación y creencias colectivas que se mantienen en el tiempo porque las mantenemos las personas con nuestras conductas, nuestro lenguaje o nuestros pensamientos. Y lo peor es que en la mayoría de las ocasiones nos salen de forma automática o inconsciente.

Por eso, ante la desigualdad por razón de género, tenemos dos frentes activos: el de las personas y el de las organizaciones. Y no van al mismo ritmo.

Del lado de las personas

Me ha tocado últimamente mucho trabajar la sensibilización con la igualdad de género en estructuras de negocio que se enfrentan a cada vez más exigencias al respecto. Me invitan por diferentes motivos: prevención de riesgos psicosociales como el acoso sexual, adecuación a la RSC como herramienta de gestión, formación en procesos de implantación de planes de igualdad o para favorecer el acceso a subvenciones. Y sea cual sea la razón, todas son iniciativas muy positivas que además me apasiona trabajar, pero en las que he constatado que el tema sigue generando controversias vacías y argumentos individuales demasiado añejos que ralentizan la resolución del drama de fondo: la evidente y empobrecedora desigualdad.

Éstas son frases que he oído, algunas varias veces, en diferentes contextos y sectores: las mujeres antes dominaban más que ahora; las mujeres son más machistas que los hombres; la liberación es un invento femenino del que las mujeres se arrepienten; las verdaderas liberadas eran nuestras abuelas; la desigualdad es un interés político; las mujeres quieren la igualdad sólo para lo que les conviene; realmente la gente ha superado la desigualdad, son los medios de comunicación los que siguen dándole demasiada importancia…

El hecho es que tras casi tres siglos de convenciones mundiales, declaraciones universales, acuerdos internacionales, directivas europeas y legislaciones nacionales, los datos siguen evidenciando la desigualdad de género porque el principal muro a derribar no está en las estructuras, sino en los individuos: en cómo los padres criamos a nuestros hijos, en cómo educamos en las escuelas y en los estereotipos que compartimos sobre todo en los medios de comunicación y, ahora, en las redes sociales.

Eso que los expertos llaman la socialización, y no la biología, es lo que agudiza las diferencias entre hombres y mujeres, y lo que permite en gran medida que esa desigualdad se traduzca cada año en datos cuantitativos que sitúan a la mujer en un claro agravio comparativo sobre todo en su faceta sociolaboral.

Así que no, no ayuda repetir chistes malos, ni de hombres ni de mujeres. No ayuda reaccionar contra el lenguaje no sexista, por muy ridículo que a veces, lamentablemente, pueda llegar a ser en boca de algunos o algunas. No ayuda arremeter contra las cuotas, las recomendaciones o las legislaciones que impulsan la igualdad. No ayuda acomodarnos en justificaciones como la de que los abuelos están educando a los niños por la responsabilidad laboral de las mamás y los papás. Y no ayuda no prestar atención y cuidado a dónde y cómo usamos esas típicas frases coloquiales que nos parecen inocuas como: pórtate como un hombre, no pelees como una niña, conduces como una mujer, no puedes atender dos cosas a la vez como un hombre, y un sinfín de estereotipos aprendidos que poco tienen que ver con la biología de cada sexo y mucho con la socialización de las personas.

Y es por esto que en la sociedad actual, sensibilizada a nivel legislativo e institucional como nunca en la historia, creo que todos los individuos de todas las generaciones estamos obligados a ser extremadamente cuidadosos. Eso es lo que nos ha tocado, aunque suponga un esfuerzo añadido que no todos entiendan. Y eso es la responsabilidad, o mejor dicho, la responsHabilidad o habilidad personal para responder que empieza en nuestros hogares y sigue en nuestros trabajos.

Del lado de las organizaciones

Las empresas e instituciones lo tienen más claro, que no más fácil. Para empezar, las organizaciones son como son las personas que las integran, y ahí, en su cultura corporativa y en la sensibilización de sus trabajadores, es donde tienen su primer reto con respecto a la igualdad real. Pero todo el desarrollo legislativo que se está produciendo a nivel internacional y el impulso de la Responsabilidad Social Corporativa les ayuda a saber cómo avanzar.

El gran reto de las organizaciones está entonces en ser capaces de mirar las nuevas obligaciones legales sobre igualdad de oportunidades como frenos e inconvenientes que vienen a molestar, o como oportunidades para aprender a valorar la diversidad y que se convierta en un motor del negocio.

Sea desde el lado de las personas o de las organizaciones, lo que no tiene sentido es no buscar la eficiencia del equilibrio y la riqueza de la diferencia, de género o de lo que sea. Todos ganamos.

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