Manuel Torre, en el Concurso de 1923
Historias del fandango
Manuel Torre y Manolo de Huelva formaron un tándem con el que actuaron juntos durante 25 años
Repasamos aquí la presencia de Torre en tierras onubenses

Manuel Torre grabó solo dos discos con fandangos de Huelva, y ya en la etapa final de su vida. En el primero cantó Corriendo se me paró, Yo vi que se le acababa e Y la corté de un trigal; y en el segundo, Me fui al nío y la cogí y Olas de la mar en calma, ambos con la guitarra de Miguel Borrull, y en el compás de Huelva pero en toque abandolao, uno en el aire del Acarmao, tres de la Parrala y uno de Rengel. (La letra de Amapolas de un trigal era ya bien conocida, porque antes la había grabado Tomás Pavón, pero Torre se equivocó y cantó Y la corté de un trigal / yo amapola y flor blanca te traigo de un almendro / que la corté del trigal…, y así quedó el último fandango en el disco).
Las grabaciones que efectuó, sobre todo las últimas de1928, no nos permiten escuchar al Manuel Torre mágico y sublime del que hablan quienes le escucharon cantar. En ocasiones se mostró contrario a grabar, reacio al “cante en conserva” del fonógrafo, como él llamaba a los discos.
Como dato anecdótico, en la colección de Martín Ballester hay un disco de 1908, en el que Juan Ríos El Canario canta el “fandango del Niño Torres”. ¿Por qué le llamaron así? No sabemos, porque luego aquellas letras (“En la corriente del agua / la yerbabuena se cría…” y “Acaba, penita, acaba / acaba ya de una vez…”) las cantará Manuel Torre como cartagenera y malagueña.

Dicho todo lo cual, hay que detenerse y digerir lo que escribió Galerín en El Liberal cuando el “majareta” (así lo apodó Antonio Chacón) murió en Sevilla: que “cuando llegó el fandango, esas cantiñas, como él decía, lo arregló a su modo, y ya el fandango es otro cante grande en boca de Tomás, de Caracolito y de la Niña de los Peines. Mazaco, Vallejo, El Pinto y algún que otro más –Galerín olvida deliberadamente a Pepe Marchena en esa lista porque estaba enfadado con sus excentricidades– cantan otro fandango distinto. Muy bonitos, pero no tan gitanos”.
El Torre en Huelva
El Torre, como le llamaba Manolo de Huelva por su elevada altura, que superaba los 180 centímetros, tan poco frecuente en su tiempo, participó en el célebre Concurso de Cante Jondo de Huelva de 1923 compartiendo cartel con el premiado Caracolito, Manuel Centeno, el Niño Gloria, Perla de Triana y Antonio Chacón, entre otros. El de Riotinto le acompañó como guitarrista durante veinticinco años y, por supuesto, en esta ocasión. Y en dicho Concurso, el Niño Torre cantó fandangos aquellas dos noches de julio: cantó por la Parrala, por Alosno y por Huelva, que los había aprendido de El Comía. Independientemente de que le gustara, él cantaba el fandango, conocía bien los de Huelva y algunos alosneros y debía actuar en consonancia con el ambiente, que era de apoyo y fervor total por el cante de la tierra en aquellos años.

Fue en aquel Concurso donde por primera vez se reconoció al fandango como cante, abriendo un tiempo nuevo para el flamenco. Al año siguiente, en 1924 volvió a participar en la siguiente edición del Concurso, y en septiembre de 1928 intervino en otro festival de ópera flamenca en compañía de El Gloria, Niño de los Talleres, Antonio Rengel, Paco Isidro, Bernardo el de los Lobitos y el Niño del Parque, también en la plaza de toros de La Merced.
En el bautizo de un gitanito en Niebla
Camilo Gómez cita en su libro Orígenes, evolución y vivencias del arte flamenco lo que le contó en una ocasión Manolo de Huelva sobre las rarezas del cantaor jerezano. “Estuvieron en Huelva un día, en una fiesta, y al Torre no le venía la inspiración y no se arrancó a cantar, marchándose ambos sin cobrar a Sevilla. En el camino de regreso, a la mañana siguiente tuvieron que cambiar los caballos de la tartana en la que viajaban en Niebla, y al bajar en una taberna estaban celebrando el bautizo de un gitanito. Manuel Torre le dijo a Manolo que cogiera la guitarra, que tenía ganas de cantar.
–¿Ahora quieres cantar y anoche no?, le contestó el tocaor.
– Toca por seguiriyas.
“Así que cogí la guitarra y fue de las veces que mejor le escuché cantar a ese gitano”, comentó Manolo. “La tartana se marchó y nos quedamos dos días, sin apenas movernos de allí, porque los asistentes al bautizo se encargaron de que no faltara comida ni bebida, pasándolo de lujo, aunque sin dinero”.
La tertulia de Baldomero Campos
Manuel Siurot tenía verdadera devoción flamenca por el Niño de Jerez, con el que compartió ratos inolvidables desde joven hasta su declive por la afasia que le imposibilitó para cantar al final de su vida. En la revista Huelva turismo describió Siurot un momento muy especial en la tertulia que tenía en su casa el óptico y gran aficionado Baldomero Campos en La Placeta. Lo vemos. Rofa afinando su guitarra mientras Manuel Torre carraspea y limpia la voz tomando algún sorbo de bebida. El guitarrista comienza a tocar y El Torre se arranca por seguiriyas. Silencio y actitud como en misa de los asistentes, y al acabar, el delirio de Baldomero. [2].
![[ 2] Huelva Turismo, 1928. [ 2] Huelva Turismo, 1928.](https://static.grupojoly.com/clip/02b3f2d9-bcd0-4c39-842b-c4af5ba90d4a_16-9-aspect-ratio_1600w_0.jpg)
Siurot recordaba que en la tertulia de Baldomero se hablaba solo de cante y de toros: el Niño Torre y Manolito el Litri, “el uno por su bravura, el otro por la emoción gitana de su cante”. Pero esta ya es otra historia. Hablábamos de fandangos.
(Continuará).
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