Huelva

El vecino de Huelva que convivía con el sonido de dos gallos celebra que por fin "se haya acabado la pesadilla"

Luis Cordón narra la historia en su vivienda

Luis Cordón narra la historia en su vivienda / Josué Correa (Huelva)

Luis Cordón ya no recordaba lo que era tomarse un café en su terraza, disfrutando de un derecho tan básico como es el silencio y la calma en su propio hogar. El onubense, que está de baja laboral por ansiedad y depresión, llevaba más de tres meses sufriendo un ruido "insoportable" en su propia vivienda a causa de unos particulares animales que habitaban con sus vecinos. En un piso próximo al de Luis, situado en el número 7 de la plaza Corteconcepción de la capital, se habían instalado dos gallos que no paraban de cacarear durante las 24 horas del día en el balcón.

"No paraban de chillar desde que el dueño los sacaba al balcón, antes de las 8:00 de la mañana y al tratarse de una plazoleta en forma de U, se escuchaba en todo el interior". Desesperado, explicaba a este periódico que se trataba de "un sonido insoportable, roto, parecía que maltrataban a alguien y era repetido en el tiempo con algunas pausas de alivio, aunque a mediodía era lo peor".

Sin saber qué hacer y ante la negativa de su vecino a desalojar las aves, Luis Cordón decidió escribir a este periódico pidiendo ayuda después de acudir a la Policía Local en repetidas ocasiones y que "hicieran oídos sordos". "Habéis sido vosotros, desde Huelva Información, los que habéis logrado acabar con esta pesadilla que me atormentaba. A raíz de publicar mi denuncia, he recibido llamadas de todos los medios de comunicación de España, hasta que, por fin, he logrado solucionar el problema", contaba agradecido y emocionado a esta redacción.

Gracias a que su historia llegó a todos los rincones del país, el pasado fin de semana el onubense recibía la visita de cuatro agentes del turno 2 de la Policía Nacional de Huelva. "Me llamaron para tranquilizarme y terminar con la tortura", explicaba emocionado. Los efectivos de la Nacional, con el inspector Lorenzo a la cabeza, se dirigieron hasta el piso donde vivían los gallos encerrados en dos jaulas y les dieron un ultimátum al dueño de las aves para que se las llevara "antes de dos días, ya que, siguiendo la normativa vigente tanto estatal como autonómica, no está permitido la tenencia de este tipo de seres vivos en viviendas particulares, especialmente cuando causan molestias como olores y ruidos entre el vecindario".

Tras la visita de la Policía, todo cambió. "Desde el domingo solo se escucha el sonido de los pajaritos. Esto es una balsa de aceite, ahora se puede abrir la ventana, estoy encantado", celebraba Luis, en una nube. Incluso, dice, ni ha recibido ningún comentario por parte del vecino. "Me lo encontré ayer en un centro comercial y ni se pronunció. Hizo como si yo no existiera, así que mucho mejor", confesaba.

Indefensión ante las administraciones

"Habíamos varios correos, exponiendo nuestras quejas, también a través de la Línea Verde y nadie quería hacerse cargo del problema", explicaba Luis Cordón. Después de estar conviviendo con el sonido de las aves en el piso de al lado durante meses, contaba que ni el Ayuntamiento de Huelva ni la Policía Local quisieron escuchar sus mensajes y llamadas.

Una situación "insostenible", según relataba también a este periódico otros miembros de la comunidad de vecinos. "Los animales estaban enjaulados y tapados a determinadas horas y en ciertos momentos del día el dueño los dejaba salir, aparentemente para comer y esparcirse. A esas horas los ruidos eran insorportables, no nos dejaban vivir, no podíamos hacer nada, ni ver la tele ni otra cosa que no fuera escucharlos". 

Los vecinos se sentían indefensos ante la falta de compromiso de las instituciones. "Solo la Policía Nacional ha venido hasta aquí para ver lo que pasaba, la Local nos ignoró, nos decía que pusiéramos la denuncia y cuando íbamos a denunciar no la recogían. Desde el Ayuntamiento tampoco nos daban respuesta". 

Ahora, por fin, todo ha terminado. Este vecino sonríe porque puede saborear la calma en su propio hogar, descansar y recuperarse de la enfermedad que padece en familia. Una batalla que esta vez ha podido ganar, dice, "gracias a la labor de los medios de comunicación y al buen hacer del inspector Lorenzo y su equipo. Estaré siempre agradecido".

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