RESPONS(H)ABILIDADES

Hipotecas verdes y otras señales de esperanza social

  • La financiación sostenible es una de las herramientas más poderosas para impulsar la mejora social y ambiental, y está al alcance también de los pequeños inversores

Es necesario aprender a gestionar la diversidad para desarrollar un beneficio propio.

Es necesario aprender a gestionar la diversidad para desarrollar un beneficio propio. / H. Información

Fondos éticos, bonos de impacto social, modelos de responsabilidad extendida o ampliada en la producción de unos productos, corresponsabilidad en la cadena de valor de otros, economía circular… Algunas señales de desarrollo económico hacia modelos más sostenibles y sobre todo más humanos están consolidándose con mayor o menor celeridad. Una de esas señales son las hipotecas verdes, que van tomando cada vez más fuerza en nuestro país. Es otra innovadora fórmula económica que responde a la necesidad imperiosa de nuestra sociedad por cambiar determinados modelos de consumo que no nos llevan a buen puerto, y que pone el poder de la inversión sostenible al alcance de todos los ciudadanos.

Las hipotecas verdes son un brote de ese mismo color en el desequilibrado desarrollo económico de una sociedad consumista que usa y tira sin medida todavía demasiado rápido y demasiada cantidad. Desde hace apenas seis años se están comercializando estos productos financieros aún bastante desconocidos que vinculan el tipo de interés a la calificación energética del inmueble que se hipoteca, premiando con tipos por debajo del mercado a los más eficientes. Son todavía créditos dirigidos mayoritariamente a promotores inmobiliarios, pero con la posibilidad para el comprador final de subrogarse. También se aplican interesantes ventajas a préstamos destinados a reformas que persigan hacer más eficientes energéticamente las viviendas ya construidas.

No, no es que me haya vuelto yo muy financiera ni soy una experta en estas lides, ni muchísimo menos. Traigo este tema hoy porque me lo he vuelto a encontrar esta semana en uno de los muchos artículos sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que consumo en las redes sociales, y porque me parece un ejemplo muy significativo de cómo los esfuerzos bien dirigidos de las instituciones y las empresas, si se articulan de forma honesta y a largo plazo y los apoyan muchas personas, pueden cambiar y mejorar las cosas. Me explico.

De un problema mundial al producto financiero más universal

¿Quién tiene o ha tenido alguna vez una hipoteca?

Si usted cuenta más de cuarenta años tiene una altísima probabilidad de estar levantando la mano. La cultura española de las viviendas en propiedad ha sido especialmente evidente en el alto número de hipotecas constituidas anualmente. Al menos hasta 2007. Pero desde hace unos años es un dato que se está recuperando tras la crisis que vamos vadeando. Así que, aunque las nuevas generaciones no tengan tanta tendencia a comprar como los babyboomer, sigue siendo uno de los productos financieros más universal que tenemos.

Por otro lado está el cambio climático o calentamiento global -que no sea un motivo de discusión la forma de denominarlo-. Es otro fenómeno mundial que ha impuesto la veracidad de su existencia a fuerza de evidencias tangibles. La primera desaparición definitiva de un glaciar en Islandia es una de esas evidencias más recientes.

Ante estas dos realidades, y tras el Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático firmado en 2015 por 195 países, la Comisión europea creó en 2016 un grupo de trabajo con expertos de alto nivel sobre finanzas sostenibles para definir una estrategia comunitaria global. A finales de 2017 se publicaba el Libro Blanco en el marco del “Plan de Acción de las hipotecas de eficiencia energética” en el que colaboran 37 entidades financieras.

La publicación recogía las claves técnicas para crear un producto hipotecario a medida y estandarizado a nivel europeo. El objetivo: garantizar que estos productos financieros tan universales -las hipotecas-, impulsen la política comunitaria sobre clima y energía, la construcción sostenible y la rehabilitación de todos los edificios conforme a estándares amigables con el planeta.

En los informes previos que sustentan las acciones recogidas en el mencionado Libro Blanco, se destaca la importancia de implicar a los bancos en la financiación sostenible para mejorar la eficiencia energética de los edificios europeos, a los que se atribuye el 36% de las emisiones de CO2 y el 40% del consumo de energía de toda la Unión Europea. La mejora socioambiental y el ahorro económico derivado de evitar el derroche energético, la pobreza energética, la desigualdad social, el deterioro de la salud o las catástrofes naturales es más que evidente.

Lo que hay debajo de todo esto no es otra cosa que lo mismo que impulsa la Responsabilidad Social Corporativa: incluir los criterios ambientales y sociales en las decisiones económicas, implantando una visión de gestión a largo plazo y multifactorial, que no ignore la repercusión infinita en la que estamos inmersas todas las personas como consecuencia de la interrelación profunda que existe entre las cuestiones ambientales, sociales y económicas.

Del dicho al hecho

Ya están asentadas en España las hipotecas verdes. Esa fue la noticia que leí esta semana y que me impulsó a documentar este artículo. Claro que del dicho al hecho hay un trecho, y en el trecho estamos. Aquí la implantación ha ido un poco más lenta que en otros países europeos, y la nueva y reciente Ley Hipotecaria española parece que tan sólo las menciona, pero ya hay varias entidades financieras que las ofrecen a sus clientes.

Triodos Bank, adherida al modelo B-Corp de gestión ética y RSC, ha sido el pionero en España. La ofrece desde 2013. Y actualmente hay algunas más. Infórmese en su entidad si está en ese momento de necesitar dinero para una reforma o para comprar una vivienda.

Y como siempre, la fuerza de la demanda será la que defina la fortaleza y consolidación de la oferta. Así que no basta ya con estar preocupado por el deterioro ambiental o social, hay que quitarle el prefijo a la palabra y pasar de preocuparse a ocuparse, aunque eso nos obligue a hacer alguna cuenta más y considerar factores a medio o largo plazo a la hora de decidir nuestras inversiones. Porque muy pequeñas que nos puedan parecer, están impactando en la situación global, y no está la situación global para andar mirando para otro lado.

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