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Perdonar de forma inteligente para entrar con energía en el año nuevo

  • El perdón es un sanador ejercicio que beneficia más a la persona que perdona que a la que es perdonada, y que genera un efecto liberador muy valioso que nos llena de energía

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Es difícil separar el acto del perdón a una persona del perdón a nosotras o a nosotros mismos. Porque perdonar implica también muchísimas veces perdonarnos. Y si no, recuerde la última vez que alguna experiencia, hecho u ofensa le sacudió su vida. ¿En ningún momento posterior revisó usted qué pudo hacer o no hacer para evitarlo? O, además se sufrir el agravio, ¿nunca pensó en por qué dejó que le afectara tanto? Por eso perdonar libera más que nada a quien perdona. Además, es un ejercicio tan sanador para su autoestima y para las relaciones que mantiene, que no se me ocurre mejor recomendación que hacerle para empezar el nuevo año con energías renovadas.

Hay pocas cosas que ofrezcan el bienestar emocional y el equilibrio interior que brinda perdonar, recibir el perdón o simplemente pedirlo. Esto también está estudiado: perdonar reduce la culpa, la ira, el estrés y previene la depresión. Es una herramienta muy inteligente de gestión emocional. Tome nota.

Las conductas en las que nos mete el perdón, nos sirven como palancas de crecimiento porque recorremos todo un proceso reflexivo muy valioso para, primero, comprender los actos, los pensamientos y los recursos que creemos que tenemos para afrontar la vida, y para, después, aceptarlos. No se perdona lo que no se comprende. Bueno sí, pero eso se llama misericordia y suele estar al alcance de poca gente.

Ideas que frenan el perdón

Hay creencias sociales sobre el perdón que nos impiden hacer ese camino con agilidad. Por ejemplo quien perdona olvida. No es así, aunque sí se consigue evitar, sin lugar a dudas, que la situación o hechos en cuestión capitalicen e influyan en sus pensamientos y estado de ánimo día tras día. Perdonar no es olvidar, es aceptar, y así es más fácil olvidar o recordar sin que nos duela.

El acto del perdón es más complejo de lo que pudiera parecer. El acto del perdón es más complejo de lo que pudiera parecer.

El acto del perdón es más complejo de lo que pudiera parecer.

Quien pide perdón se rebaja es otra cantinela conocida que tampoco es verdad. Incluso si no le perdonan -que eso no depende de usted-, reconocer ante sí mismo o sí misma una falta o error ya es un logro importante; pero es de gente muy valiente tener la capacidad de reconocerlo ante otras personas, asumir las consecuencias y procurar el necesario cambio.

Tampoco es cierto eso de que quien perdona transmite debilidad y permite que se lo vuelvan a hacer.  Perdonando no pone usted la otra mejilla, aunque pudiera parecerlo, pero sí le libera de una carga que ni siquiera es suya muchas las veces, y que, con el tiempo, empeora o se enquista.

La deuda emocional entre dos

Cuando el perdón es cosa de dos personas porque han cometido el error mutuamente o han adquirido una deuda emocional a la vez, a cada una le toca una parte del camino. Deberían saber encontrarse en el medio. Sin embargo, en muchas ocasiones pedimos perdón exigiendo que nos perdonen, recorriendo todo el camino como si eso dependiera de nosotras o nosotros. No es así. Su parte del camino, eso que depende de usted, es su objetivo. No pida perdón para ser perdonado o perdonada, pídalo para liberarse, y notará la diferencia.

La acción de perdonar requiere la participación de dos personas. La acción de perdonar requiere la participación de dos personas.

La acción de perdonar requiere la participación de dos personas.

Porque los costes emocionales de una deuda emocional le pesan a quien no recorre su parte del camino, como si fueran los intereses de una hipoteca. Es decir, que la deuda se pudo iniciar con un coste de 10, por ejemplo, y terminar acumulando intereses por valor de 100 o 1000, mucho más alto del valor hipotecado, a medida que pasa el tiempo sin pagar. Cada cual lleva a cuestas sus intereses, preocúpese usted de los suyos.

Una metáfora útil para recorrer el camino del perdón

Recuerdo la primera vez que me contaron la metáfora que voy a compartir como una guía para aprender a perdonar o a perdonarse. Fue como una revelación. A mí me sirvió para recorrer el camino y soltar lastre. Ojalá le sirva igual a usted en esta última semana del año.

Imagine que el perdón es como un tobogán enorme, muy grande, así como los de los parques acuáticos. Es el tobogán de su liberación.

Conviene reflexionar en profundidad antes de pedir perdón. Conviene reflexionar en profundidad antes de pedir perdón.

Conviene reflexionar en profundidad antes de pedir perdón.

Ahora imagine que usted tiene 4 o 5 años. Se enfrenta a esa gran escalera con miedo, quizás sintiendo que no es capaz. La ve muy alta, casi inaccesible. Ese es el primer paso del perdón, el más complicado y el que posiblemente le lleve más tiempo: comprender. E igual que en la escalera, le va a costar subir. Pero puede hacerlo. Es un trabajo íntimo, reflexivo, puede que doloroso, donde le ayudarán estas preguntas poderosas: no fallé o falló en todo, ¿en qué sí fallé o falló?, ¿qué reacciones sí me gustaron y cuáles no?, ¿qué esperaba yo de la situación?, ¿qué esperaba de la otra de persona o de mí?, ¿qué me hubiera gustado que sucediera?, ¿cómo lo haría yo o lo haría la otra persona mejor ahora?, ¿qué pude pedir y no pedí en aquel momento?, ¿qué puedo hacer ahora? Responda y comprenda.

Llegar arriba del tobogán es lo difícil, pero llega y se sienta. Mira con serena perspectiva lo que pasó, la situación que vivió. Y así, sentado o sentada en lo alto de la comprensión, llega el momento de aceptar que usted lo hizo, o que esa persona lo hizo, como supo hacerlo, con los recursos que tenía en ese momento. Ya sólo le queda deslizarse por el tobogán, eso es perdonar.

Así que, en realidad, perdonar es lo más fácil después de haber comprendido y aceptado. Es un leve impulso y dejarse llevar. Merece la pena, porque terminar el recorrido de comprender, aceptar y perdonar es una gran herramienta de gestión emocional.

El perdón es lo que nos libera. Perdonar es, de hecho, un ejercicio que empieza en el amor propio. Cuídese y podrá cuidar. Le deseo un año nuevo sereno y feliz, lleno de perdón y de gracias, que es otro ejercicio sublime a su alcance. Pero el poder del agradecimiento lo dejamos para el año que viene. ¡Feliz 2022!

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