TODO ESTÁ EN TI | PSICOLOGÍA Y SALUD

Cómo gestionar los conflictos

  • Nuestra forma de comunicar, tanto la verbal como la no verbal, es fundamental a la hora que afrontar un problema con otra persona desde la empatía y el respeto por la posición de cada uno

  • ¿Qué es la resiliencia?

Las claves para resolver conflictos.

Los conflictos forman parte de nuestra vida, hay que aprender a manejarlos. Nos sirven como aprendizaje y son el abono para las relaciones. Los conflictos externos que no se solucionan terminan siendo un conflicto interno. Hay veces que se pueden resolver de una manera más sencilla pero otras veces los conflictos son más complicados y requieren que aprendamos a tener recursos. 

Muchas veces, el hecho de no saber gestionarlos nos lleva a que evitemos situaciones como dejar de dar una opinión, no poner límites, no saber ponernos en el lugar del otro, miedo a creer que nos van a imponer... La mayoría de las veces solemos repetir los modelos de afrontamiento que hayamos aprendido de nuestros progenitores y según nuestro ambiente de crianza. 

Las emociones que se suelen manifestar en los conflictos son la ira, la rabia, el miedo y la tristeza. Los conflictos pueden ser interpersonales o intrapersonales, con uno mismo. Respecto a los interpersonales, hay algunas actitudes que nos pueden ayudar a mejorar su manejo. Lo primero que tendríamos que hacer es ver claramente el problema, es decir, definir qué nos ha molestado. Formular el conflicto de una forma clara, poniendo el foco en lo que realmente nos ha molestado, pero no en la otra persona. Por eso es tan importante separar problema y persona. Así ves el problema como un comportamiento o situación concreta pero no la forma de ser de alguien.

Exprésate cómo te sientes por el conflicto, en vez de atacar al otro: "Yo me siento... cuando tu haces...". No hay que hacer juicios, ya que si al empezar a hablar sobre el problema con la persona involucrada, nos dirigimos con críticas y etiquetas, quien las recibe se pondrá a la defensiva. Utiliza un lenguaje neutral, nada de insultos ni humillaciones, así la emoción será menor. El diálogo desde una actitud asertiva es la clave de la gestión de los problemas interpersonales.

Se concreto, porque a veces nos enrollamos y ya no solo es el conflicto el tema principal, sino que vamos a lo que llamo la "memoria histórica" y nos remontamos en otras situaciones que fueron problema en su día. Es importante dejar de buscar culpables: "yo tengo la culpa o tienes la culpa".

La comunicación no verbal, cómo miras al otro, la postura corporal, el gesto de la cara... intenta mostrarte cercano. Pregunta al otro qué piensa del problema, no hagas acusaciones porque el otro se pondrá a la defensiva y al contraataque. No interpretes ni intentes adivinar lo que el otro piensa o siente del conflicto. Pregúntale cómo lo interpreta, cómo se siente y qué le hubiese gustado que hubiese pasado. No acumules situaciones problemáticas porque si no se va sumando más tensión y más rabia que provocará un incendio en dos coma dos segundos. 

No interrumpas al otro si se está expresando o te está manifestando su punto de vista; déjale hablar. Es más importante escuchar que hablar. Sea un buen oyente. Hazte cargo de tu parte de responsabilidad, si hay algo que haya dependido de ti; no culpes al otro por todo. Puedes manifestar gestos de afirmación cuando se está expresando, así el otro sentirá que le estás escuchando y comprendiendo. 

La empatía en estos casos es muy importante, demuéstrale que le comprendes que sois seres humanos. Haz como un pequeño resumen cuando el otro termine de hablar: "Entiendo por lo que me has estado contando que te sentiste no escuchado en la solución que propusiste el otro día...". Busca siempre un ambiente agradable y adecuado que ayude y favorezca hablar con tranquilidad. Cuando quieras hacer una crítica a alguien, hazla en privado, y un elogio en público.

Para llegar a un acuerdo es necesario dejar de echar la culpa el uno al otro. Hay diferentes estrategias que puedan ayudarnos a llegar a un acuerdo. Enfocarte en el presente y en el futuro, dejando los errores del pasado. Hay que dejar de lado posiciones radicales, ya que entonces no habrá negociación, serán posturas fijas. Tómate el tiempo que necesites para ver una posible solución, las prisas no son buenas. No siempre los dos ven lo mismo, ya que cada una tiene una verdad y pueden tener puntos de vista diferentes. 

La retirada a tiempo es una victoria a veces, ceder si, sobre todo, para el otro es mucho más importante el problema. A veces nos ponemos muy cabezones sobre el tema y no queremos ceder por orgullo. La ideal es que el conflicto se quede entre las personas involucradas. Tendemos a contar las discusiones cuando nos hemos enfadado con alguien, incluso cuando ya se ha resuelto. Esto a veces suele generar otro conflicto porque ya que estaba solucionado, entran otras personas a opinar, y como cada uno tiene un punto de vista, pues se vuelve a activar el conflicto ya resuelto.

Perdona al otro y a ti; perdonar no significa volver a tener que hablar con la persona involucrada pero sí que ya no te afecta. O si tienes que volver a tener relación, mejor todavía perdonar, ya que será más fácil y probable que colaboremos en un futuro.

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