Gente inteligente

Educar en inteligencia emocional, educar gente inteligente

  • En el Día Internacional de la Educación, recordemos la inteligencia más importante que podemos ayudar a desarrollar a las demás personas: la inteligencia emocional

Educar en inteligencia emocional, educar gente inteligente

Educar emocionalmente debería ser una prioridad social, pero no lo es. Es cada vez más urgente contar con una ciudadanía consciente y capaz de transformar la realidad global para mejor, pero parece que no estamos haciendo todo lo posible por ello. El mundo necesita gente inteligente - emocionalmente inteligente-, que sepa el alcance de sus impactos, que conozca el poder de sus conductas y que cuide las relaciones con todo lo que le rodea. Pero viendo cómo vamos, me da que no somos lo que el mundo necesita.

Y miren que, escuchando a quienes nos gobiernan, podría parecer que la educación sí que es una prioridad. Millones de opiniones de dirigentes políticos, y de la propia ciudadanía, terminan con frases como “esto se resuelve desde la educación” o “hay que priorizar la educación”. Sin embargo, las palabras no se traducen en inversión pública, ni en consenso, ni en estabilidad, ni en esfuerzo real. Un dato objetivo: seguimos estando al final de la cola en el ranking de países europeo por inversión en educación.

Así que hoy, en el Día Internacional de la Educación, pongamos el foco apuntando a la mejor herramienta de transformación social y duradera que tenemos. Porque educar es, sin duda, la mejor inversión social por el desarrollo, la sostenibilidad, el bienestar y la paz. Y hacerlo emocionalmente es, en mi opinión, elevar esos resultados a la enésima potencia.

Las emociones y su control son fundamentales en la educación infantil. Las emociones y su control son fundamentales en la educación infantil.

Las emociones y su control son fundamentales en la educación infantil. / M. G.

Educar emocionalmente primero en casa

Para ser coherentes, empecemos por nosotros y nosotras mismas, y por nuestro propio entorno. Fijémonos en la infancia y la adolescencia que nos rodea. Debería ser nuestro principal objetivo. Son etapas vitales muy importantes en la construcción de esas personas que tanto queremos y de esa sociedad que anhelamos. Y también son los años más adecuados para afianzar actitudes potenciadoras. En esta aventura de educar emocionalmente, hay que partir de una certeza importante: todo comienza en el autoconocimiento. La inteligencia emocional se basa en conocernos para ser conscientes de cómo reaccionamos, pero sobre todo de por qué y para qué reaccionamos, y entonces sí, decidir cómo seguir haciéndolo.

Otro elemento clave a tener en cuenta es la motivación. Aprendiendo a conocernos, o acompañando a otras personas a conocerse, hay que tener en cuenta que todos los aprendizajes provocan una experiencia afectiva agradable o desagradable que influye en nuestra motivación futura: lo que nos resulta agradable lo repetimos y lo que no, tendemos a evitarlo.

Con estas dos cosas claras, aquí van tres claves para favorecer el aprendizaje emocional de las niñas y los niños, y de paso el nuestro propio, que ese es un gran efecto colateral.

Imagen de Andrea Piacquadio en Pexels emociones. Imagen de Andrea Piacquadio en Pexels emociones.

Imagen de Andrea Piacquadio en Pexels emociones. / M. G.

Pregunte siempre, si es posible antes de juzgar

Pregúnteles a menudo qué sienten. Hágalo además ignorando la conclusión a la que seguramente ya ha llegado usted. Tendemos a interpretar bastante rápido por qué las demás personas hacen o dicen las cosas, y no siempre acertamos.

Así que, cuando no sepa qué decir, y aunque lo sepa, pregúntele: ¿qué sientes ahora?, ¿qué crees que sienten las demás personas?, ¿qué consigues con esto?, ¿cómo podrías conseguir lo mismo, pero de otra forma?, ¿en qué parte de tu cuerpo has notado lo que sientes o lo que dices?, ¿qué quieres conseguir?, ¿cómo lo quieres conseguir?, ¿qué le dirías a alguien que siente esto mismo?

Preguntar nos lleva más tiempo, esto sí, pero un tiempo muy valioso para entender y que se entiendan, y para apoyar el desarrollo de su capacidad de observarse, de su sentido crítico y de su autonomía. Deje que tomen decisiones y vigile que asumen las consecuencias

La experiencia es el motor del aprendizaje. Así que procuremos dejarles experimentar a su nivel. Construya entornos seguros en los que puedan tomar sus pequeñas decisiones. Explíqueles, antes de que ocurran, las posibles consecuencias, y vigile que las entienden y las asumen. Sobre todo, ¡déjeles equivocarse!

Tomamos miles de decisiones al día, la mayoría inconscientes, así que tenemos miles de oportunidades para practicar. Sólo hay que tomar conciencia de esas decisiones. Invíteles, por ejemplo, a decidir con qué actitud quieren vivir la próxima actividad, sea cual sea; ofrézcales alternativas sobre qué hacer a continuación, o con quién; incluso decidir qué quieren vestir es una oportunidad de practicar la toma de decisiones…

Todas las decisiones valen para fortalecer la capacidad de elegir asumiendo las consecuencias, y eso les ayudará a decidir con más criterio cosas tan importantes como qué quieren estudiar, qué amistades cuidar, o con qué actitud vivir la vida.

En la educación infantil es fundamental controlar las emociones. En la educación infantil es fundamental controlar las emociones.

En la educación infantil es fundamental controlar las emociones. / M. G.

Escuche y confíe

Seguro que se ha dado cuenta. Los niños y las niñas tienen muchos más recursos de los que creemos. Y usted también. A las personas adultas nos toca adaptarnos a su lenguaje, a su forma de entender las cosas y a sus tiempos. Para eso no hay mejor herramienta que escucharles de verdad, con todo el cuerpo y poniendo los ojos a la misma altura. Hable mucho con ellos y ellas ofreciéndole todo su lenguaje no verbal.

No creen en las mismas cosas, ni valoran lo mismo, ni siquiera tienen la misma percepción del tiempo. Confiemos y tengamos paciencia para que nos sorprendan. Cuanto más confiemos, más fácil será darles el tiempo que necesitan para aprender de sus experiencias y para enseñarnos a identificar nuestras propias emociones. Eso es lo mejor, que el aprendizaje siempre será mutuo.

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