Huelva de ayer a hoy

La Cervecería Viena en la historia de Huelva

  • Era un casino abierto a todos, donde tenía lugar tertulias de lo más diferente; un lugar célebre por la amabilidad y onubensismo de sus propietarios, Serafín López y Ramón López

Existen espacios que contaron siempre con un latido muy especial, marcando de alguna forma el ritmo de la vida de la ciudad. Sin duda alguna el hecho de lo que importaba para la ciudad lo mantuvo en esa memoria de transmisión oral. Es el caso de la Cervecería Viena que aun cuando ya las generaciones más directamente vinculada a ella nos van dejando, se mantiene el relato impreso de la misma, que hoy gustosamente volvemos a sacar al amparo de una nueva vida que se le va a dar a la esquina de la calle Palacio con Espronceda.

Será un negocio nuevo pero viene a evocar un pasado que la ciudad recuerda en ese libro de la memoria que escriben todos sus ciudadanos. Ahora, además, para las pastas de este libro se recupera la fachada original, o al menos más antigua conocida

Aun cuando la historia para la mayoría está narrada por Ramón López García, que con su carácter amable le da un sentido y apego especial de Huelva a la cervecería, vamos a ir un poco más hacia atrás.

Comenzó siendo la Cervecería de los Espejitos, en 1889 y tuvo varios dueños

Cuando la casa palacio donde se instala se vende por los marqueses de Villafranca y condes de Niebla a Manuel Urzáis y Garco, el 8 de marzo de 1882. A los pocos años pasará a manos de Antonio García Ramos, que lo adquiere el 12 de enero de 1888. Es en ese momento cuando la planta baja va a tener un uso comercial. Mientras la alta continuará siendo la sede del Gobierno Civil o Jefatura Política desde 1834, hasta su posterior traslado a la Gran Vía en los años cincuenta del siglo pasado.

Aquella primera cervecería ubicada en esta esquina nació con el nombre de los espejitos.

En el acta municipal de 27 de marzo de 1889 se autoriza a José María Espejo “para convertir en puerta dos huecos de ventana de la casa Palacio, calle del mismo nombre, y abrir otra en la fachada lateral calle Alonso de Mora”. Nace como vemos lo que será la cervecería que inaugura el ‘Pollo Espejo’ y denominada ‘Cervecería de los espejitos’, por tener todas sus puertas, tanto de entrada como interiores, lunas de espejos biselados.

Venta de entrada para las corridas de toros. Venta de entrada para las corridas de toros.

Venta de entrada para las corridas de toros. / Ilustración Arcos

A partir de ahí se sucederán varios propietarios en muy poco tiempo. José Espejo y Gabidia vende la recién inaugurada cervecería a Manuel Gómez Rodríguez en 17 de noviembre de 1893, quien la enajena en 27 de julio de 1894 a Antonio García Prieto, y a los pocos meses, en 11 de octubre de ese año, la vende a José María Amo Caballero. Este a los nueve años la vende a Anastasio Barrero de las Heras, el 29 de enero de 1903.

Pasará luego a manos de Serafín López Díaz, oriundo de Asturias, también había regentado el célebre bar Gambrinus en esta misma calle Palacio. Realizó una gran reforma y ampliación del negocio. Las eran modernistas mientras los salones con azulejos a media altura y paredes con cuadros de Pedro Gómez con paisajes de Huelva, con decoración de yesería. Estuvo al frente de la misma hasta su fallecimiento, ocurrido el 27 de noviembre de 1927. Es cuando pasa a ser propiedad de su viuda, Alejandra Ibáñez Márquez, y al no tener hijos también de su sobrino, Ramón López García, quedando este como único propietario al fallecer su tía el 15 de diciembre de 1936.

Ramón López en la barra de la Cervecería Viena. Ramón López en la barra de la Cervecería Viena.

Ramón López en la barra de la Cervecería Viena. / Foto: Familia López Olmo

Un lugar para grandes tertulias, siendo célebre el ‘velador de la Cervecería’, que no era otro que el que estaba junto al balcón de la calle Palacio.

“Si este velador hablara, nos contaría infinidad de anécdotas entre las que sobresaldrían las de la famosa tertulia de la que forma parte el que fuera ilustre fiscal de la audiencia de Huelva, don Bernardo Cos Gayón”, dice Antonio Octavio Sánchez en su historia Se nos va la Cervecería.

“Velador, el que nos ocupa, que sabe de abogacía, de Periodismo, de Medicina, Ingeniería, Minería, Política... y negocios en general. Por el desfilaron las más distinguidas y más popular figuras de Huelva. En él, se desarrollaron las más empeñadas discusiones -¡aquellas célebres de la peña de Cos Gayón!- no pasando de fogata de viruta, consumida la cual se levantaba la sesión -nocturna, siempre- y la del alba sería...”.

La cervecería se convirtió en lugar de tertulia para muchos colectivos, era el gran casino abierto a todos frente a las otras sociedad que tenían el suyo propio. Aquí había sitio para todos los sectores de la sociedad. Incluso también para los miembros de la Sociedad Álvarez Quintero.

Alegoría de las tertulias cofrades de la Cervecería Viena. Alegoría de las tertulias cofrades de la Cervecería Viena.

Alegoría de las tertulias cofrades de la Cervecería Viena. / Ilustración Arcos

Incluso para tertulias cofrades. En 1922 es lugar de acogida para José Orellana, Francisco Márquez y Eduardo Bañares que pondrían en marcha la Hermandad de la Oración en el Huerto. En 1951 será la del Descendimiento la que encontrará en estos veladores el arranque de su proyecto cofrade.

La cervecería contaba, igualmente, con salones contiguos de billares, donde se cometió el primer crimen de la Guerra Civil en Huelva, cuando los alborotadores del 18 de julio de 1936 acabaron con la vida del armador de barcos Miguel Ocaña, que se había escondido debajo de una de las mesas de billares. Esa es la triste Memoria Histórica que también salpicó a un lugar que siempre fue de reunión y tolerancia.

La historia de la Cervecería Viena y de Huelva se fue escribiendo en un libro que inició Serafín López, en el que al lado de la cifra de venta del día anotaba el hecho sobresaliente de la jornada, bien de carácter local, nacional o extranjero.

Al cierre de la calle Palacio, Ramón López recibió un cálido homenaje de sus clientes que era como decir de toda Huelva. Se organizó el 2 de octubre de 1952 y contaron con el servicio de restauración del Hotel Colón. Allí, cuenta la crónica de Odiel, firmó más autógrafos que reconocidos actores de la gran pantalla.

Hay que destacar el carácter cercano y amable que siempre tuvo Ramón López, su gran afición al Recreativo que le llevó a ser presidente de al entidad albiazul. Mientras que fue hermano mayor de la Hermandad de San Francisco, acompañando siempre al Cristo de la Expiración en su salida procesional.La Cervecería Viena abrió sus puertas en la calle Rascón, donde se escribió otra parte de la historia de la ciudad.

La cervecería tuvo su extensión en uno de los kioscos de la Plaza de las Monjas. En la sesión municipal de primero de enero de 1909 concede en arrendamiento por cuatro años a Serafín López el kiosco número dos. En julio de 1911 toma en arrendamiento el inmediato a la calle Alonso Mora (la actual Espronceda), “donde el público encontrará los mismos artículos que en el establecimiento de la calle Palacios, todos selectos”, así lo anunciaba el periódico La Provincia el día 14.

Tenía una extensión en los kioscos de la plaza de las Monjas, hasta su derribo en 1970

Serafín López Díaz tuvo más de un kiosco en la plaza, quedándose con el que se situaba en la esquina a la calle Vázquez López. Siempre estaba abierto para las sesiones del cinema Park ubicado en la misma Gran Vía. Sirvió incluso de taquilla en la inauguración del desaparecido Estadio Municipal.

Aquella encantadora plaza de las Monjas de 1909 sufrió la transformación de la modernidad y en 1970 echan abajo los clásicos kioscos de sus esquinas.

El Ayuntamiento de Huelva los compensará con un nuevo kiosco que regentará su hijo Ramoni en la nueva plaza del Velodromo, donde mantuvo ese mismo espíritu de cercanía y onubensismo que caracterizó a su padre.

Para saber más. Antonio Octavio Sánchez, ‘Se nos va la Cervecería’; todas sus ilustraciones se pueden ver en la web huelvainformacion.es. Diego Díaz Hierro, Historia de las Calles de Huelva.

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