Tribuna

Santiago / Hierro

Tertulias concurridas de la desaparecida Cervecería Viena

En uno de mis artículos en la prensa, me referia a aquellas tertulias de café o de copas, que se repartían en ya pasados años, principalmente entre las ya extinguidas Cervecería Viena y Bar Astoria, con sus charlas amenas, entre citas cotidianas en el latido de la ciudad, entre crónicas políticas o taurinas.

Es mi deseo, en esta ocasión, poder darle vivencia a algunos personajes, contertulios que fueron de esta cervecería, repartidos entre sus cargos públicos o privados, de popularidad acreditado, lo mismo en su función política o comercial, que respecto a esta última rama, tenían sus negocios en el centro neurálgico de la población.

Reza en un librito, de aquel que fue un precario y ejemplar periodista, don Antonio Octavio, muchos datos de incidencias, recogidos de esta Cervecería Viena, de acontecimientos, anécdotas y presencia tertuliana en el correr de los años, que fueron acudiendo a este rincón tan popular de la calle Palacios, que fue como un ágora, en donde la conversación y diálogos entre compañeros de café, tuvo un perfil cultural, pero lleno de gracejo, porfías, discrepancias, comentarios alusivos, pero todo amparado por el orden y la amistad de los contertulios.

Acudían los primeros, aquellos comerciantes que tenían sus establecimientos muy próximo a la Cervecería, para que anterior a la apertura de la mañana de sus negocios, coincidían a tomarse el cafelito con sus colegas, entablando una matutina charla. Entre ellos, teníamos a don Manuel y don Juan Mascaró, don Laureano Sousa, don Severiano Carmona, don Toribio Galán y el señor Vaca, entre otros.

Después, iban llegando la clase médica de aquellos tiempos de principios de siglo XX, como fueron don José Pablo Vázquez Pérez, don José García, don Vicente García Pérez, don Emilio Vinuesa, don Manuel Méndez, don José Calatrigo, don Camilo Bel y don José Mª Camacho.

Fueron otros contertulios, que en distintas fechas, formaban grupos, que avivaban estas tertulias, con el comentario ameno y simpático de cada día, pero por dar pie a otras visitas que frecuentaban esta cervecería, fueron Cómicos, que después de sus actuaciones, se tomaban sus refrigerios o cafés, como fueron la Compañía de la eximia actriz María Guerrero, Fernando Díaz de Mendoza, Casimiro Orta, Rosario Pino, Margarita Xirgú y otros de esta misma calidad artística.

Fueron también en posteriores fechas, los que frecuentaban la Cervecería la sociedad Artística Alvarez Quintero, presidida en aquellas fechas por Francisco Moya, Eulogio García, Francisco García y Nicolás Plata.

Todos estos tertulianos, que han ido pasando en mi reseña anterior, acudieron con fechas entre principios del siglo XX y las décadas de los años 30 al 40, pero cuando la cervecería estaba regida por don Serafín López Díaz, en la iniciación de la primera guerra mundial de 1914 a 1918, residían en Huelva, un buen número de británicos y alemanes, los cuáles, tertuliaban en aquel establecimiento que se llamó Bar Gambrinus, que estuvo instalando en los comienzos de la calle Palacios, que igualmente fue propiedad de don Serafín, cuyos señores, cuando se cerraba dicho local al inicio de la madrugada, se trasladaban para finalizar sus reuniones en la cervecería, en cuyo local se sentaban en mesas separadas, en donde comentaban los aconteceres de la guerra, según su nacionalidad indistinta, dando lugar, que entre ellos, se cruzaban frases más o menos irónicas sobre la contienda, pero siempre con un contacto amistoso, por el roce continuo de comunicación y amistad, aunque después se fue enfriando, por los acontecimientos que se desarrollaban en el frente de batalla.

Fueron después, conforme pasaban los años, muchos los tertulianos y bien conocidos, como onubenses distinguidos y populares, los que siguieron acudiendo a estas tertulias de la Cervecería Viena, como al quiosco de la Plaza de las Monjas, regida por entonces, por el popular don Ramón López.

En aquellas fechas reseñadas anteriormente, costaba un café la módica cantidad de 1 real y una copa de aguardiente, una perra gorda o 10 céntimos, mientras podía leerse la prensa, como La Correspondencia de España, El Fígaro, El liberal y ABC de Sevilla, o las revistas La Esfera, Mundo Nuevo y Blanco y Negro.

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