El Rocío

La Saca de las Yeguas: Así la vive un yegüerizo en primera persona

Manuel Ángel Ramos Rodríguez, vocal de la Asociación Nacional de Criadores Ganaderos en la Saca de las Yeguas.

Manuel Ángel Ramos Rodríguez, vocal de la Asociación Nacional de Criadores Ganaderos en la Saca de las Yeguas. / M.G.

La Saca de las Yeguas es tradición, la tradición del pueblo de Almonte que siempre traspasa fronteras. Un acontecimiento que ha crecido de forma exponencial y que lleva de la mano la historia de una localidad señera, donde este momento se vive con intensidad cada 26 de junio, cuando los yegüerizos ensillan sus caballos para trasladar al ganado desde la zona de pasto en Doñana hasta Almonte. En casa de Manuel Ángel Ramos Rodríguez, vocal de la Asociación Nacional de Criadores Ganaderos, es una de las jornadas más especiales del año, en la que su trabajo diario llega a su momento culmen.

Esta cita en la aldea del Rocío se remonta al siglo XVI, cuando una ordenanza del Duque de Medina Sidonia reguló el traslado de ganado desde la zona de pasto, aunque su origen es ancestral. Este traslado ha llegado hasta nuestros días y Manuel Ángel ha crecido en este ambiente, que aunque no le viene de familia, su interés se despertó desde que  era tan solo un niño. Cada 26 de junio esperaba en el chaparral para ver la entrada de las yeguas en el pueblo y conforme fue creciendo se empapó de todo lo que respecta a la raza marismeñas junto a los más veteranos en el oficio.

Los yegüerizos son los encargados de llevar al ganado desde la marisma hasta Almonte, un cometido que toman con gran responsabilidad debido a la importancia que tiene para su localidad. Manuel Ángel lo describe de una forma característica, “para mí, llegar al pueblo y escuchar los cascos de los caballos sobre el empedrado me llena de satisfacción, porque sé que mis seis yeguas han llegado sanas y yo he cumplido mi cometido en el que trabajo un año entero”. Un sentimiento que cuesta expresar con palabras pero que al escuchar su voz quebrada cuando habla de su primera vez con 13 años en la Saca de las Yeguas cobra sentido, porque como él mismo dice para el almonteño después de Pentecostés es el día más importante del año. Después de toda una vida dedicada a la marisma, confiesa que todo ha cambiado mucho en 37 años, los mayores que le inculcaron el trabajo ya no están y ahora él es el encargado de dejar este legado a sus hijos, que con tan solo 14 y 16 años, ya lo han acogido con los brazos abiertos.

Una tradición que ha evolucionado a lo largo de los años y que la actual Saca de las Yeguas queda muy lejos de ese día de celebración para el pueblo, que aunque se vive con las mismas ganas, la relevancia y afluencia se ha multiplicado de una forma exponencial en los últimos años, convirtiéndose en una cita que atrae a numerosos medios de comunicación. Aunque para Almonte siempre será su Saca de la Yeguas, un pueblo donde sus celebraciones tienen un gran arraigo, ha traspasado fronteras y de los 80 yegüerizos que Manuel recuerda en sus comienzos, ahora son unos 300 los que participan.

Manuel Ángel en la marisma. Manuel Ángel en la marisma.

Manuel Ángel en la marisma. / M.G.

Como vocal de la Asociación Nacional de Criadores Ganaderos, Manuel Ángel Ramos Rodríguez desempeña un papel fundamental cada 26 de junio, para el que trabaja codo con codo con la junta directiva con la intención de que la Saca de las Yeguas se desempeñe sin contratiempos. Un trabajo complejo que requiere numerosas reuniones tanto con los responsables del Parque Nacional de Doñana, como los cuerpos de seguridad y toda la infraestructura que hay que poner en pie para esta cita. Durante el año, este ocupación no cesa y realiza un trabajo de campo con los sementales que se encuentran en el Parque para garantizar su seguridad, además de cuidar a sus seis yeguas. Para él cada vez que va a la Marisma es un momento especial, sobre todo si los comparte con sus dos hijos a los que les ha inculcado esta labor y el más mayor incluso se ha hecho miembro de la asociación.

En estos días previos los yegüerizos se encuentran inmersos en todos los preparativos finales, cuando se reúnen los ejemplares de pura raza Marismeña criados en libertad en los humedales del Espacio Natural de Doñana y que organizados en tropas se ponen a punto para emprender su camino desde las marismas hasta Almonte pasando antes por la puerta del Santuario de la Virgen del Rocío, su patrona y la que les protege en el camino.

La Saca de las Yeguas es en sí misma un legado de un pueblo marismeño y que yegüerizos como Manuel se encarga de proteger. Un día que se aguarda con los nervios a flor de piel y que cuando llega, el pueblo se vuelca, los ganaderos se agrupan y realizan una labor ancestral que ha cobrado cada vez más relevancia a lo largo de los años.

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