Tomás y Enrique, los Mayordomos de las hermandades de Huelva y Emigrantes
Los oficios del Camino

Su nombre es Enrique Cordero, y su primer Camino como Mayordono de la Hermandad de Emigrantes lo recuerda como si hubiera sido ayer, aunque hayan pasado dos años. Su deseo y su trabajo: “que todo vaya bien”, pero Tomás Rivas, el Mayordomo de la Hermandad de Huelva, sabe que no está solo. Que le acompañan miles de hermanos.

"Han sido dos años muy tristes"
Y llega el momento del silencio. De “estar con Ella cara a cara”, y mirarla y sentir que uno es un hombre de palabra, que cumple sus promesas. Un momento para mirarse por dentro y “agradecer haber llegado hasta allí”. Ese momento, ese justo de mirarla a los ojos, “es la culminación de todo el esfuerzo realizado”, del enorme trabajo que desde mucho tiempo antes, y también tiempo después, se pone en marcha.
El cuidado del Simpecado, las flores, un retablo, la limpieza de los enseres… Enrique Cordero lo ha disfrutado, ese momento, solo una vez desde que hace tres años tomó su puesto como Mayordomo de la Hermandad de Emigrantes. Le tocó lo que nadie podría imaginarse pero lo asume sin derrotismos. Más bien al contrario: “estamos con muchas ganas y el reencuentro será aún mejor”, asegura, después de “dos años muy tristes, aunque también muy bonitos y con la esperanza puesta en el año que viene”.
Eso lo dice mientras rememora cada paso que dio en el Camino de 2019, su primero como Mayordomo. El último, aunque solo por ahora, porque, está seguro, “el año que viene volveremos”. Lo recuerda con intensidad, momento a momento, como si acabara de pasar, y lo cuenta con emoción: preparar los enseres de los caballistas y los peregrinos de a pie, ayudar al alcalde carretas, preparar las flores con las camaristas, la llegada a Tres Rayas, la llegada a la aldea, la llegada a la ermita, el encuentro con la Virgen, el camino de vuelta, el reencuentro con Huelva. Su trabajo, su responsabilidad, no es pequeña. Debe cuidar de un patrimonio único, no solo por su valor artístico sino por todo lo que supone para miles de personas. Un patrimonio que es parte de la vida de todas ellas y que, para Enrique, es el mayor de los privilegios, “una vivencia fuera de lo normal”.
"Me siento un privilegiado"
Que todo vaya bien. Vamos, como si tal cosa fuera poca o nada en una Hermandad que arrastra tras de sí a miles de hermanos, peregrinos y caballistas en cada camino. Como si fuera fácil en una Hermandad que, sin romería de por medio por culpa de una terrible pandemia, ha sido capaz de llevar a miles de personas a su Casa de la capital. Como si no importara demasiado. Al menos Tomás Rivas, que es el Mayordomo de la Hermandad del Rocío de Huelva, no se la da, o como mínimo no se la atribuye porque entiende que él solo, ni nadie solo, podría hacerse cargo de un trabajo de esa envergadura: “que todo vaya bien”, es su misión, y la asume con felicidad porque para él es todo un privilegio: “Soy muy afortunado. Puedo acercarme al Simpecado, tocarlo, mirarlo de cerca, exponerlo para que los hermanos puedan verlo y sentirlo como lo siento yo”. Es “un privilegio”, afirma rotundo porque lo sabe, “que todos quisieran tener”, aunque ahora es su turno. Bueno, el suyo y el del equipo de Mayordomía del que tan orgulloso está, y por supuesto de toda la Junta Directiva de la Hermandad, con la que sabe que cuenta siempre y sin la que “no se podría tirar de este carro” porque “nuestra Hermandad es tan grande -lo dice en sentido literal y también figurado- que ninguna persona sola podría”.
Pero Tomás tiene otros muchos momentos únicos que espera revivir de otra manera mucho más emotiva después de esta pausa de dos años. Muchos momentos que son solo uno: la llegada de la Hermandad al Rocío. Esperar la entrada de la carreta, meter el Simpecado en la capilla, limpiarlo, ponerle la corona… “son momentos increíbles, muy emocionantes y que tengo la grandísima suerte de vivir. Tengo la suerte de que la Virgen haya querido que sea yo”.
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