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El Cartaya perdona y se deja una vida ante el San José

Un lance del Cartaya-Atlético Algabeño de la pasada jornada.

Un lance del Cartaya-Atlético Algabeño de la pasada jornada. / josué correa

Era otra final, así de simple. Y otra vez salió cruz, como siempre. Cierto que el partido, por todos los condicionantes, iba encaminado al empate a cero si alguien no se equivocaba o sufría un golpe de suerte. Y la tuvo el San José, que en el m. 52 marcó un gol que nació de la nada. Después de un paradón de Isaac, el portero local sacó en largo, el balón le dio en la espalda a Buzón, que controló sin pretenderlo y se le quedó habilitado para fusilar a Bocanegra. Ahí empezó la historia y ahí justamente acabó.

La primera parte fue un suplicio. Nada que llevarse a la boca, todo robotizado, como si la improvisación y el ingenio no se hubieran inventado aún. El caso es que ni San José ni Cartaya, en un campo para jugar al fútbol sala, pudieron fabricar nada de fútbol. Todo basado en lo físico, en el roce, en la ida y vuelta a ninguna parte. Antes de parar la pelota, cinco encima. Imposible.

El inicio de la segunda parte trajo consigo el gol ya relatado. Pero cinco segundos antes la tuvo el Cartaya con un paradón de Isaac a tiro de Lolo. Luego vino la película descrita. Para entonces, el árbitro, de natural dejado y lejano al partido, impartía justicia a su antojo, mostrando un semblante desgarbado que lo único que transmitía era desconfianza. Luego se confirmaría todo. Por cierto, el colegiado, que atiende al nombre de Roberto Benítez Ollero se llama igual en apellidos de un futbolista del Rota. Desconocemos si son hermanos.

Pasados unos minutos tras el gol del equipo local, reaccionó el Cartaya. Noé comenzó a mover el banquillo y su equipo quiso hacer lo que había sido incapaz de realizar con anterioridad. Una jugada de Jacobo en banda derecha la remató al palo Pitu y Bocanegra sacó otra de las que nos tiene acostumbrados. El asunto es que cuando más crecía el equipo onubense llegó la expulsión de Álvaro Pereira, que fue cazado por detrás y el árbitro le expulsó por ensenarle el tobillo. Recuerdo que el Cartaya se mide al Rota el próximo fin de semana. Lo digo por el comentario anterior sobre el colegiado.

A la desesperada y con diez siguió el Cartaya intentándolo, más a la bravas que con juego. Y acabó palmando. Sigue dos puntos por encima de los puestos de descenso y le llegan, a falta de nueve jornadas para el final, tres partidos cruciales. Dirán que somos repetitivos. Pero es la realidad de toda una temporada. Una final tras otra. Perdiendo casi todas. Y cuando no merece ganar pero tampoco perder, la moneda sale cruz. En fin. El sufrimiento continúa. A ver si un día de estos sale el sol y le da en plena cara.

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