Literatura

Jesús Carrasco alcanza la gloria del Premio Biblioteca Breve

Jesús Carrasco, fotografiado este lunes en Barcelona.

Jesús Carrasco, fotografiado este lunes en Barcelona. / EP

Cuenta la editora Elena Ramírez que, cuando llamaron desde el jurado del Premio Biblioteca Breve 2024 a Jesús Carrasco para comunicarle que era el ganador de la convocatoria, el escritor les confesó que estaba ocupado en esos momentos pintando las paredes del baño. Precisamente Elogio de las manos, la novela que le ha merecido al autor de Intemperie este nuevo reconocimiento, reivindica el trabajo artesanal y la esfera doméstica a través de la historia de los integrantes de una familia que arreglan una vivienda en ruinas y en el proceso sienten que se repara también algo dentro de sí mismos.

"La mañana en que pusimos un pie por primera vez en aquella casa ya sabíamos que la iban a derribar. Era sólo cuestión de unos pocos meses, un año, a lo sumo: el tiempo que tardara el propietario en gestionar los permisos y reunir el dinero necesario para construir varios apartamentos en el terreno en el que se levantaba aquella vivienda, abandonada tantos años atrás", se lee en las primeras líneas de este libro que saldrá a la venta, editado por Seix Barral, el 6 de marzo. 

El extremeño de nacimiento (Olivenza, Badajoz, 1972) pero afincado en Sevilla plantea así "una metáfora de la vida" y la importancia de "entregarnos a ella a pesar de que termina", y defiende "sin sensiblería ni maniqueísmos" que lo verdaderamente relevante de nuestras biografías está "en lo que tenemos más cerca, dentro de una casa. Hoy que vivimos en un mundo fragmentado, en el que vamos a una velocidad extraordinaria, en el que nuestra felicidad parece depender de lo de fuera, del reconocimiento laboral o de las redes sociales, deberíamos valorar más lo que tenemos en nuestra intimidad", aseguró Carrasco, que recordó el desenlace de Ciudadano Kane y cómo el personaje al que encarna Orson Welles rememora al morirse el trineo de la infancia. "Si vas a revivir algo al final de tus días no será si tuviste un gran éxito, sino una escena que te ocurrió con tu mujer, con tu hija, con los tuyos", opinó.

El fallo del jurado, anunciado este lunes en Barcelona, define el texto como "una novela curativa y luminosa". El tribunal, que concedió por unanimidad el premio y estuvo compuesto por el librero Rafael Arias, de la salmantina Letras Corsarias; la filóloga y catedrática de la Universidad de Sevilla Lola Pons; el poeta Pere Gimferrer, la editora Elena Ramírez y la ganadora de la anterior edición del Biblioteca Breve, Rosario Villajos, definió Elogio de las manos como "una hermosa parábola humana sobre la importancia del trabajo manual como origen último del arte. Una gran obra, y no solo un buen libro".

Carrasco es el cuarto autor andaluz consecutivo que se alza con el Biblioteca Breve tras Juan Manuel Gil, Isaac Rosa y Rosario Villajos, como destacó Lola Pons, que alabó de Elogio de las manos su "calidad lingüística" y su "estilo cuidado", en el que el léxico rural aparece "no como preciosidades o elementos arcaizantes, sino integrado en la vida" y se ofrece un retrato preciso del campo, sin un enfoque "sórdido" ni "edulcorado", apunta la especialista. "Es una novela agradable, un adjetivo que a veces denostamos, y sutil", concluyó Pons.

El librero Rafael Arias refuerza esta idea: adentrarse en las páginas del libro resulta un ejercicio "luminoso" con el que "sales mejor de lo que entras". Elena Ramírez, que ha respaldado como editora la deslumbrante trayectoria de Carrasco, considera no obstante que Elogio de las manos es la obra más personal de su creador, "una novela escrita desde el corazón, en la que vuelca su forma de entender la vida. Respira una autenticidad que llega al lector", analiza la editora, que resalta igualmente el humor y el equilibrio entre "profundidad y ligereza" con que el narrador cuenta su historia. Una comicidad que Carrasco persigue porque, dice, "reír es la expresión más plena de la vida. Yo empecé con temas muy oscuros, pero mi vocación es ir a la comedia".

A Rosario Villajos, por su parte, le conmueve de Elogio de las manos "la forma, la emotividad", pero también el mensaje que desprende, que "llega en un momento adecuado. En un tiempo en el que estamos colmados de todo, Jesús Carrasco presta atención a lo pequeño. Los personajes reparan esa casa, pero nosotros también salimos reparados del libro". 

"Al final de tu vida, como en 'Ciudadano Kane', no recordarás si tuviste éxito, sino una escena doméstica, algo que te ocurrió en casa", defiende Carrasco

En la mirada con que Carrasco contempla el mundo en esta novela, de la que el actor Pablo Derqui leyó un fragmento, actos como derribar tabiques, tapar grietas, limpiar un terreno de maleza, construir una escalera o reconducir una parra trascienden su aparente cotidianidad y encuentran un poderoso simbolismo. "Mi padre nos entregaba un martillo a los hijos para que claváramos nosotros los clavos, y con ello nos estaba otorgando autonomía, una independencia que nos serviría para ir por la calle, para relacionarnos con los otros, para encontrar trabajo", reflexiona el escritor. "Y no nos daba clavos nuevos: eran viejos, seguramente estaban oxidados, y tenías que enderezarlos para que te sirvieran", evoca el escritor. "Éramos muchos hermanos, mis padres hacían encuadernaciones manuales para ganar dinero más allá de los empleos que tenían, y en mi casa aprendimos que había que apañarse, un término que aparece varias veces en el libro".

El novelista, que tuvo claro el título del proyecto antes de empezarlo, cree que "sin manos no habría escritura, ni bisontes en Altamira, ni artesanía, ni fuerza de trabajo, ni proletariado, ni capitalismo, ni revolución industrial, ni descubrimiento de América. Para mí son importantes porque  soy consciente de esa presencia en la historia y, más personalmente, porque fueron una parte central de mi formación como ser humano".

Carrasco vuelve al campo con su cuarta novela, pero abraza con cierta distancia esa etiqueta de abanderado de lo rural que algunos le atribuyen. "Estoy relativamente cómodo con ella, yo no la utilizaría, pero entiendo que otros la usen. Cuando yo empecé seguía a una tradición que había leído,  lo que ocurría es que los escritores de mi edad estaban más interesados en la literatura norteamericana y lo que yo hacía llamaba la atención", cavila un narrador que sostiene que si bien la escritura es "una práctica solitaria, no lo es la escritura de novelas, que es algo colectivo, compartido. Una novela es un ejercicio sostenido en el tiempo, te lleva meses de obsesión, años de trabajo. Llega un momento en que pierdes la perspectiva sobre su trabajo y necesitas la mirada de los otros", dice Carrasco, que volvió a leer La educación física, de Rosario Villajos, de quien toma el testigo en el Biblioteca Breve, para entender "qué significaba ganar este premio. Su valentía, la potencia de su prosa, me dieron pistas e hicieron que me sintiera orgulloso. Estoy, como se dice en Andalucía, en la gloria".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios