Narciso Rojas

Terribilitá

Rugby Prop

CUANDO se entra por primera vez en la Galería de la Academia de Florencia y se enfrenta uno al David de Miguel Ángel, detecta cosas en su segunda observación, tras el impacto Stendhaliano inicial, que sólo son perceptibles por el inconsciente. David tiene la expresión corporal de alguien que se apresta a la batalla. La potencia y tamaño de la mano derecha, que sujeta la piedra, arma que el rey empleará para derrotar a Goliat, la profunda mirada y lo marcado de sus venas y tendones, todo ello conduce al concepto de terribilitá que caracteriza otras obras del autor. La terribilitá del rey David antes de derrotar a Goliat era un reflejo del difícil carácter de Bounarroti. En su escultura lo canalizaba hacia la victoria contra el gigante, y lo hacía feliz. Hay clubes pequeñitos que de vez en cuando se ven con una piedra en la mano, la acarician mientras miran al gigante que los amenaza sabiendo que con un tiro certero este caerá, pero si ese pequeño club es de rugby entran otros condicionantes. Nobleza y honorabilidad pueden ser un lastre en el corto plazo, en ciertas refriegas cortoplacistas, pero acaban siendo un activo para la entidad. El pequeño club puede que en lugar de encontrarse con un Goliat odioso, se encuentre con enanos que manejan al gigante, pero el gigante es de los suyos. ¿Debería usar esa piedra que acaricia David si ve que hay posibilidades de hacer daño, no solo al enano que maneja a Goliat, sino también al gigante?

El David lleva en esa postura siglos. Con una mirada penetrante, viviendo eternamente un instante previo a la batalla que es la que muchos clubes pequeños libran cada día para poder hacer frente a sus insignificantes día a día. Con mucho trabajo por parte de muchos David, que acarician sus piedras y tensan sus músculos, el rugby se va abriendo camino en Huelva y en España. Ahora se ve frente a un gigante. David sostiene una piedra, pero probablemente la acaricie y la deje para más adelante, o para nunca. O no.

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