Estos dos ultimos años han sido de matiz electoral. Primero las de la de Comunidad, luego las municipales y ahora las generales. Un trío demasiado movido, agotador. Al pueblo le gusta votar, es como dar su opinión de cosas que muchas veces ni conoce ni las entiende como se las explican. Pero votar, vota.

Siempre los escenarios electorales se han dado en tiempo y clima normales para mover tantos hilos. En esta próxima ocasión no es así. Elecciones en Julio. Un disparate para los ciudadanos que esperan durante todo un año las vacaciones y la fecha elegida viene a crear multitud de problemas, de trastornos de reservas en hoteles, de viajes en cualquier medio. Parece como si se hubiese hecho de forma intencionada para cabrear más aún al currito de a pie. Ya estaba el bote bien lleno, para ahora salirnos con esta cita inadecuada en mes y día. Pero eso es lo que tenemos y lo que nos espera si no lo cambiamos.

Las Elecciones Generales son como un revulsivo. El momento de limpiar el cuerpo estatal de sus sombras y problemas en vías a un comenzar con más confianza y deseos de arreglar lo que debía estar solucionado y arreglado hace tiempo.

Pero por encima de dimes y diretes de ideologías, partidos y contubernios, las Elecciones son derechos ciudadanos que debemos cumplir, más que por obligación, por esa necesidad de ducharnos políticamente para quedar en el mejor estado de contribuir a otra etapa que comienza.

La papeleta electoral en la urna es como volver a nuestra niñez cuando depositábamos la carta a los Reyes Magos. La diferencia está en que antes sabíamos lo que pedíamos y ahora no sabemos lo que nos van a traer los recuentos y los votos por correos siempre viajeros misteriosos para los resultados.

Pero, mis queridos lectores, votar hay que votar. No vale callarse y disimular ahora y después, salga quien salga, protestar si las cosas no son a gusto del consumidor y las exigencias al ganador son quimeras inalcanzable.

Cuando lee uno como se organizan las elecciones en algunos países, me refiero a los europeos, conocemos formas y leyes muy curiosas. Tendríamos que aprender de algunas de ellas, de sus organizaciones, de la doble vuelta, y de ese sentido cívico que debe estar en todos nosotros.

Ya quedan pocas horas para ejercer ese derecho que nos brinda la democracia. Se acerca la Jornada de Reflexión. ¡Cuántas jornadas de reflexión debían de existir en la mente humana para poder acertar!

Elecciones en verano. ¡Vaya regalito, para enredar más las cosas!

Pero como la vida es así y los que mandan deciden, pues este años nos toca acercarnos a la playa más tarde, dejar la cerveza para otra hora y acudir al colegio electoral, papeleta en mano, para depositar el voto cual ilusionada carta a esos magos del recuento y recibir horas después el resultado.

Seamos valiente y no nos quedemos en casa. Eso nunca, Hay que votar. Es el único camino para que España progrese y los malos nubarrones que ensombrecen los rayos del sol se disipen.

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