Quines vamos teniendo ya una cierta edad y, gracias a Dios, mantenemos una suficiente lucidez mental - digamos memoria - no necesitamos que nadie venga a contarnos aquellos acontecimientos que hemos vivido en directo, cuando no, en primera persona. Item más, si teníamos la madurez suficiente en el tiempo de los hechos y, por tanto, la capacidad analítica para interpretar, evaluar y conservar en la memoria la trascendencia de los hechos que vivíamos y que en definitiva, configuraron nuestra Transición: desde las primeras elecciones democráticas en el 77, previa aprobación de la pertinente Reforma Política, el proceso constituyente culminado en diciembre del 78, hasta el apabullante éxito electoral del 28 de octubre del 82 por parte del PSOE, a posteriori, y a pesar de ello, del "tejerazo" de febrero del 81, momento en el que podríamos afirmar se consolidan los criterios básicos hacia la consolidación de un modelo de libertades equiparable al de las más modernas democracias universales.

Es, por ello, pues, que España entraba seriamente en un periodo que permitía intuir un precepto democrático incuestionable como es el de la alternancia en el Poder y que propició a la opción convertida en socialdemócrata, impregnar con su estilo y su sentido de Estado a las nuevas generaciones de españoles, a pesar de los errores cometidos y previsibles siempre que estos se produzcan en el marco de la honestidad exigible a toda acción política.

Los consensos producidos, acuerdos o sintonías en temas fundamentales, ejemplo máximo de ello es el texto Constitucional junto con sus derivadas territoriales, económicas, electorales… tuvieron muchos protagonistas, todos importantes, pero si aún quedan algunos presentes resulta imprescindible la figura de Alfonso Guerra, máxime en esa política de tándem con tan buen resultado: Felipe y Alfonso, con su papel asignado de "poli bueno" y "poli malo".

Felipe, daba prestancia institucional y pedagógica al discurso político del Gobierno y Alfonso, gestionaba estructuras, disciplina y control frente a los opositores de la gestión del Gobierno… esto duró varias Legislaturas hasta que el desgaste del Poder y el abuso de las mayorías reiteradas generaron debilidades abusivas de mando y corrupción más o menos globales, además de una prepotencia en los relevos gestores que llevaron a la ruptura en temas territoriales, después, con el consiguiente alejamiento de quien más y mejor conocía los entresijos estructurales del Partido, y el acercamiento cooperativo con grupos antisistema del 78 unido a una clara radicalización ideológica y de gestión criticada por personas como Guerra; Corcuera; Leguina… Felipe, también, pero "está en sus cosas", explican por qué a Guerra se le "veta" en las celebraciones conmemorativas del éxito del 82 - imposible sin Guerra - pero mi impresión es que quien organiza ya no es su Partido sino el "sanchismo" que rinde culto a una persona y el PSOE de Guerra que lo hacía un modelo socialdemócrata.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios