Hay una cosa en la que estoy muy de acuerdo con el PP respecto a los resultados electorales en Andalucía: los andaluces llevan 36 año votando al PSOE y eso es mucho tiempo. Casi cuatro décadas del mismo color político son muy llamativas y demuestran, por un lado, que el electorado está claro hacia donde se escora y, por otro, que en todo este tiempo no ha habido nadie capaz de articular una alternativa seria, coherente, rigurosa e ilusionante como para desalojar al puño y la rosa de San Telmo. Ahorro la enumeración de aspirantes a desbancar a los presidentes socialistas y mucho me temo que Juanma Moreno lo va a tener más que difícil si sigue recibiendo ayudas de sus correligionarios como las de esta semana.

Admito que me tengo que pegar 25 cabezazos contra el suelo para situarme a la altura de Isabel García Tejerina cuando habla del atraso académico de mis hijos, casi tanto como para compartir las palabras de Teodoro García Egea cuando dice que la Junta gasta más en putas que en educación. Los dos mienten y lo saben, pero les da igual. Demuestran una vez más esa gran capacidad que tienen los políticos para articular sus mensajes electorales desde el trazo grueso y zafio en lugar de partir del análisis, la propuesta y la alternativa. Estoy de acuerdo con ambos en que el sistema educativo es manifiestamente mejorable y lo digo como padre de tres churumbeles que van a clase a diario. No negaré tampoco que no es precisamente edificante ver que desde fundaciones de la Junta se pagaban almuerzos y comidas en lugar de ayudas laborales. Ambas situaciones son tan poco instructivas como los regalos de cumpleaños de la Gürtel, las tarjetas black o los negocios de Baleares.

En los primeros días de la primera campaña de las primeras elecciones con las que nos van a castigar este año, ya tenemos claros ejemplos de cómo va a funcionar la cosa. No escuchamos propuestas sobre la necesidad de que TODOS los partidos pacten una reforma educativa digna de nuestros hijos, o de que TODOS los partidos acuerden medidas de regeneración democrática que deberían empezar por aplicarse ellos mismos. No. Tocan basura, zafiedad, insultos fáciles como armas electorales. Y niños en el vertedero de las urnas.

El problema de Andalucía no es la de años que lleva el PSOE en el poder, igual que en Castilla y León tampoco lo son los más de 30 que lleva el PP en el Gobierno. El problema de Andalucía, como el de Castilla y León, podrían ser unos políticos -de gobierno y oposición- acomodados a sus respectivos roles, alejados de las necesidades reales de los ciudadanos a los que dicen representar y más preocupados por aguantar su sillón que por proponer algo serio. Los problemas de Andalucía, y los de Castilla y León, son el paro, la falta de expectativas, la situación de la sanidad o la despoblación de su interior. Esos son los verdaderos problemas. Los que hay que abordar y sobre los que hay que trabajar. Claro que trabajar es un verdadero problema para quienes utilizan argumentos tan burdos como los de Tejerina. Porque trabajar requiere manejar las neuronas. Y está visto que hay quien, aunque vaya dos años por delante, no tiene costumbre de hacerlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios