De la guerra

El islamismo radical le ha declarado la guerra a las naciones occidentales

Lo primero que exige la guerra es que te des cuenta de que hay guerra. De lo contrario lo llevas crudo. Lo segundo es que aceptes la realidad de que tienes un enemigo que viene a por ti y que te lo ha anunciado. No vale hacerse el loco, ponerse de perfil y decir que tú no quieres la guerra. La quieras o no la tienes en la puerta de tu casa y a ver qué haces. No te queda más que aceptar la realidad y ponerte manos a la obra y cuanto antes mejor. El islamismo radical le ha declarado la guerra a las naciones occidentales, a las democracias europeas y americanas. Los americanos ya han aprendido la lección y andan que se las pelan. Pero Europa, no. Nuestro decrépito continente prefiere montarse una realidad virtual, un cuento con el que ir tirando, de crimen en crimen, hasta la derrota final. Entre minutos de silencio y banderas a media asta vamos contando los muertos por cientos. Si Europa no acepta la declaración de guerra y actúa en consecuencia tiene los días contados. El caso es que a nivel retórico hubo un caso de aceptación de la realidad, fue el presidente Hollande cuando declaró formalmente que Francia estaba en guerra. Pero no bastan las palabras. No es suficiente una aislada respuesta militar de cara a la galería. Hay que cambiar parte del orden social, algunas normas que rigen nuestra convivencia. En tiempos de guerra, las leyes siempre cambian con el objetivo de proteger a la nación y ganar esa guerra.

Está visto que con el actual ordenamiento jurídico no se puede derrotar a este enemigo. Los muertos se siguen sumando de diez en diez, de veinte en veinte o de doscientos en doscientos. Y lo sabemos, y lo saben nuestros dirigentes, pero no queremos renunciar ni a una sola coma de nuestras leyes. Y el enemigo lo sabe y por eso golpea y golpea sin fin hasta que o aceptamos cambiar esas normas o hincamos la rodilla en el suelo y ponemos el cuello para que acaben de rebanárnoslo.

En el atentado de Manchester de hace un par de semanas supimos que los servicios de inteligencia británicos habían avisado cinco veces a la Policía sobre los movimientos del autor de la carnicería humana; en el de Londres dos. ¿Qué hizo la Policía?, nada. Y nada hizo porque probablemente nada podía hacer dadas las leyes existentes. Todas las sociedades occidentales tenemos que iniciar este debate. Nuestros políticos deben promoverlo. Cómo y de qué manera hay que cambiar, lo desconozco por completo; doctores tiene la materia. Pero tenemos que hacernos a la idea de que hay que aceptar sacrificios, como en todas las guerras, para acabar con los bárbaros. De lo contrario ellos acabarán con nosotros.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios