Las películas de ciencia ficción siguen estando presentes para casi todos los aficionados al cine. Actualmente, y al amparo de las grandes firmas cinematográficas y de potentes medios tecnológicos, se ofrece al público una rica variedad de argumentos. Desde la película Metrópolis de Fritz Lang, de 1927, hasta la última versión de Spiderman de 2021, pasando por la mítica saga de Star Wars, el género futurista, desarrollando argumentos imposibles, sigue interesando. Será que sus guiones nos permiten vivir insólitas aventuras con intrépidos héroes.

Esta característica de futurismo no es exclusiva de la ciencia ficción; baste conocer y analizar los contenidos de los titulares de la prensa, para ser conscientes del excesivo número de veces que, en los medios de comunicación, se utiliza el futuro como tiempo verbal. Cito literalmente: Huelva tendrá el mayor complejo de hidrógeno verde de España, La Junta de Andalucía destinará seis millones al Conservatorio de Danza en la capital o El Gobierno actualizará cerca de 10 millones de pensiones… El presente, cuando de información negativa se trata, desaparece. La experiencia nos dice que los titulares con verbos en futuro o son de ciencia ficción, y caemos en la trampa de creérnoslo a modo de Blade Runner, o bien es una cuestión de casualidad, simplemente.

Con los antecedentes que tenemos, cuando de urbanismo se trata, ¿Qué credibilidad le damos a aquel titular del año 2019 que decía que Se construirán miradores en el Conquero, conociendo que siguen las obras en 2022 ¿Cuánto tiempo hace que se publicó aquel Un nuevo plan de peatonalización transformará La Merced y San Pedro, creando ilusiones y expectativas? Ante estas referencias, ¿Cómo se puede asegurar que El Proyecto CEUS estará terminado en 2023? ¿O cómo se juzgará aquello de Las viviendas de accesibilidad universal estarán listas próximamente?

Lo sé. Quiero pensar que no mienten. Quiero creer que se trata de una mala pasada por un exceso de optimismo. Quiero admitir que los argumentos son verosímiles, pero… ¿No se debería ser más prudente? El resultado de esta reflexión, por una parte, es que hacemos un uso excesivo o amable o condescendiente de nuestra propia realidad. Por otra parte, ¿No es hora ya de usar los tiempos presentes en positivo? Un ejemplo: Localizan dos neumáticas con cien inmigrantes o Se contagian más de 200 sanitarios de los centros de salud.

Ninguna condescendencia, somos fuertes para esperar, aunque débiles para comprender.

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