En el año 1939, John Ford rodó uno de los mejores western de la historia del cine, La Diligencia. La película descubrió para el séptimo arte a un por entonces poco conocido John Wayne y lo consagró como el mejor cowboy que haya dado jamás la gran pantalla. La trama del filme se desarrolla alrededor de una diligencia -obviamente- en la que viajan varios personajes y cuenta con la siempre socorrida historia de indios tratando de asaltar el vehículo para hacerse con el botín y matar a sus pasajeros. La escena de la persecución de la carroza por parte de Gerónimo y sus chiricauas es memorable y, en ella, Ford despliega los escasos recursos técnicos de los que disponía entonces para filmar una trepidante secuencia. Cine del oeste del bueno.

Casi 80 años después, Huelva podría ofrecerse como escenario para el remake de esta obra maestra. Ahora que parece que en Hollywood sólo tienen ojos para superhéroes y versiones de clásicos, nuestra provincia podría ser el mejor plató para dar con un nuevo John Wayne que huyese de los indios malísimos disparando su winchester. En esta ocasión, sin embargo, dado que las diligencias ya no se utilizan más que para concursos y exhibiciones podríamos proponer como vehículo protagonista del filme el tren que une nuestra capital con el resto de España. Cierto es que su tamaño y dimensiones provocarían algún quebradero de cabeza a la hora de encuadrar las imágenes, pero no lo es menos que no habría peligro de que los caballos de los indios se cansaran demasiado visto el ritmo al que la Alta Velocidad transita por estas tierras. Es más, con un poco de suerte habría que cansar a los jamelgos antes de comenzar a rodar porque entre los parones, las averías de catenaria, los problemas en los pasos a nivel y el estado de las vías estos correrían bastante más que el ferrocarril y acabarían entrando en Sevilla mientras la locomotora aún andaría por La Palma del Condado.

Así de triste es la realidad ferroviaria de esta provincia nuestra. En la última semana sabemos que más de 800 pasajeros han tenido que sufrir retrasos y traslados en autobús por los eternos problemas que padece el trazado ferroviario onubense. En cualquier otro lugar esto sería motivo para salir a la calle a protestar y para que partidos e instituciones se pusieran de acuerdo para reclamar un trato justo a este rinconcito del país. Un cuarto de siglo después de que el AVE llegase a la provincia de al lado, nosotros seguimos sufriendo conexiones decimonónicas, escasas y cargadas de problemas con el evidente efecto negativo que esto tiene para nuestra competitividad tanto empresarial como turística. La Agrupación por las Infraestructuras nacida para reivindicar este tipo de cuestiones permanece adormecida fruto de los enfrentamientos políticos de turno y de la miopía de quienes la lideran. Y Huelva sufre indignada su aislamiento.

Claro que siempre podríamos ver el lado bueno del tema porque a este paso podremos recuperar los famosos trenes de la bruja para que cuando pasemos por los pueblos nos den con la escoba en la cabeza al asomarnos por la ventanilla. Eso no arreglaría nada, pero al menos estaríamos entretenidos.

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