L O más inteligente y claro que he escuchado, visto o leído esta lamentable semana han sido las palabras de Alfonso Guerra el pasado miércoles en Onda Cero. El que fuera todopoderoso vicepresidente del Gobierno se hizo presente horas después del espléndido discurso del Rey para poner los puntos sobre las íes de la situación que vivimos. Habló de manera diáfana, llamando a las cosas por su nombre y zumbándole la badana a todo el que se le puso por delante. "Asistimos a un golpe de Estado", dijo, "y con los golpistas no se negocia". "Somos víctimas de la falta de reacción de los políticos, de la sociedad y de los medios", mantuvo, y "hay que aplicar ya el artículo 155 de la Constitución", que, por cierto, "el PSOE debe apoyar". Directo a la mandíbula. Puro Alfonso. Tan claro fue que muchos no precisamente adictos a su figura llenaban los grupos de Whatsapp el otro día sorprendiéndose de que a su edad se iban a hacer guerristas.

Pero es que la cosa es así. Lo que ocurre en Cataluña no es la lucha por la libertad sojuzgada, ni una especie de romántica cruzada por la independencia. No. Lo que han hecho Puigdemont, Junqueras, Forcadell y toda su tribu es derribar la Constitución, fabricarse unas leyes a su medida y tirar para adelante. "Si os gusta bien y si no os gusta os jodéis", podría ser el resumen. Ante semejante chulería no cabe negociación ni buenismo de "progres de pacotilla", que diría Fernández Vara. Cumplimiento de la legalidad y Estado de Derecho. Sin complejos ni miedos. Muchos dicen que esto es una actitud fascista y totalitaria. Son los mismos que miran hacia otro lado mientras asisten a la aplicación de las teorías de comunicación de Goebbels por parte de la Generalitat.

Estoy de acuerdo en que somos víctimas de unos políticos acomplejados y mediocres. Cortoplacistas, miopes y acojonados. Del primero al último de los que tienen que tomar decisiones y piensan más en el qué dirán que en el bien de sus representados. (Lo del viernes de Mas reculando y el delegado del Gobierno en Cataluña echando mierda a Policía y Guardia Civil me reafirma).

Comparto con el exvicepresidente que los medios no están a la altura. Principalmente los de ámbito nacional, que se vieron seducidos por las imágenes de unas cargas policiales de juguete -pregunten ustedes en Cádiz, Asturias o Bilbao lo que es lucha obrera contra la Policía- y unos datos ficticios de víctimas. Con 900 heridos iba a privarse el Govern de las fotos de rigor. Lo adecuado es hablar de diálogo y mediación en antena porque así quedamos mejor, cuando en la calle lo que dicen los ciudadanos es que ya está bien de aguantar chulerías.

Porque la calle, y aquí discrepo con Guerra, es la única que ha respondido. Los españolitos se han hartado de tanta basura. Han colgado sus banderas, pero no porque se lo digan los políticos sino porque les ha dado la gana. Y lo han hecho siendo más de izquierdas, de centro o de derecha que los dirigentes que dicen servir a esas ideologías. Hartos de complejos y de mediocridades.

Esto va cada vez peor. Y mañana seguirá empeorando porque no hay vida inteligente en los despachos. Qué habremos hecho para merecer esto.

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