Desde Rubalcaba hasta Alegría, pasando por Aguirre, Rajoy, Del Castillo, Gabilondo, Wert, Celaá… Atentos todos porque cuando en España se rumorea sobre cambios en educación, lo que realmente se especula es qué persona será quien empuñe la cartera de Educación. Son diecinueve los políticos que se han sucedido en este el Ministerio desde el inicio del periodo democrático. La media es que cada dos años y algunos meses tengamos una nueva persona responsable, a veces con escasas ideas y exiguos conocimientos sobre la enseñanza y el aprendizaje. Debe ser por ello que emprenden una atropellada huida hacia adelante, porque parece que lo más efectivo para ser recordado es cambiar, emprender una reforma… Da igual que sea precipitado o que exija más reflexión. Lo importante es dejar huella.

La actual ministra de Educación y Deportes, la señora Alegría, cual Quijote ante los molinos de viento, con seis meses de experiencia como ministra, se atreve nada más y nada menos, a emprender una profunda reforma inspirada (se supone) en Finlandia: se trata de seleccionar, previamente a los estudios de Maestro al alumnado que desee, y pueda, cursar esta carrera. Para ello se propondrá una prueba (que no un tradicional examen) selectiva de acceso. Está claro que algo hay que hacer, porque las solicitudes para acceder a estos estudios se disparan con frecuencia. La realidad es que, en las Facultades de Educación, junto con los estudiantes que aspiran a aprender a enseñar, están los que quieren ser policía o bombero, los que aspiran a trabajar para la administración pública o, resumidamente, los que necesitan un título universitario para su curriculum. Por ello, no es una locura que contando con un excesivo número de aspirantes a la docencia, y mediante las pruebas oportunas, se seleccione a aquellos que reúnen a priori las mejores cualidades como enseñantes.

En Finlandia o Singapur, hace años que se eligen a los aspirantes por su rendimiento, por supuesto, pero también se miden sus actitudes y sus aptitudes como docente. Enseñar en general es complicado; enseñar a niños de Primaria, además, es un proceso tan complejo que precisa de un profesorado competente. De hecho, en los países nórdicos la profesión docente es de las más prestigiosas, más valoradas y mejor pagadas. De ahí que esta nueva reforma precise de reflexión, de tiempo y de expertos, porque se trata de aprender a enseñar, pero sin intereses políticos, ni cambios ministeriales, ni prisas, por Dios…

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