La libertad es un derecho fundamental, el bien más preciado que posee el ser humano. Nace con nosotros y vive con nosotros. Pero la libertad, a su vez, implica una aceptación, que los actos se realicen responsablemente, en la medida que se tenga conciencia de las consecuencias de esos actos. Todos anhelamos la palabra libertad, y todos deseamos sentirla en cada una de nuestras actuaciones. En nuestra sociedad occidental estamos orgullosos de la libertad que poseemos, ya que además aceptamos el cumplimiento de las leyes que nos rigen de una manera libre, en el fondo se trata de una libre obligación. Pero el siglo XXI nos ha comenzado a golpear duramente. Los actos terroristas del Estado Islámico en Francia, en Inglaterra o en Alemania nos llevan a preguntarnos si preferimos la libertad o la seguridad como derecho fundamental. Una consulta que ha aparecido de pronto. Escuchaba decir el otro día al padre de unos alumnos de Londres que sus hijos ya no viajaban en autobús, prefería llevarlos en taxi al colegio y acompañarlos todos los días. La libertad que hemos perdido se ha otorgado a otros, se han dado derechos a quienes no cumplen con sus deberes. A aquellos que no actúan con libertad, a aquellos a los que el fanatismo ha robado su propia libertad.

Nuestra sociedad occidental debe reflexionar, debe cuestionarse muchos hechos que dañan nuestros derechos, que hacen que desaparezca nuestra propia libertad. Y se debe hacer con conciencia, con objetividad y con sentido común. Lo de Londres, lo de Niza o lo de Colonia se veía venir, y no se han puesto los medios para evitarlo. Y se ven venir muchas otras acciones terroristas y seguimos sin ponerle remedio.

La libertad y la seguridad deben ir de la mano, deben seguir siendo términos de confianza. La seguridad debe resguardar nuestra libertad, y debe seguir siendo así, nuestros legisladores deben velar por ello. No podemos ni siquiera plantearnos que no sea así.

Hagan por favor que olvidemos el riesgo, que el único riesgo que aparezca en nuestras vidas sea aquel que elegimos libremente, que no nos lo imponga nadie. Seguridad y libertad siempre han ido de la mano, ¿por qué vamos ahora a separarlas? El terrorismo debe ser concebido como un atentado a la seguridad nacional, como un atentado a nuestra libertad.

En Venezuela, en cambio, los ciudadanos han perdido la libertad y la seguridad. Señor Iglesias, creo que usted sabe mucho de eso, aunque tenga piel de cordero.

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