¿Hablamos?

No creo que podamos hablar de nada, si acaso, de la huida de las grandes empresas catalanas

El otro día, al cruzar frente al Ayuntamiento a las 12:00, me encuentro a un grupo con vestuario blanco en las escalerillas de la que dicen será la nueva sede de la Delegación Territorial de la Junta en Huelva con el objeto de ¿hablar? sobre la situación de España en general.

Ruperto Gallardo estuvo de testigo brevemente y yo quise enterarme a fondo sobre el eje de la cuestión, que no era otra si no la de acometer ¿ahora? un diálogo abierto sobre cuestiones tales como se especificaban en la pancarta que una señora mantenía alzada y en la que se leía: "No a la Monarquía", "No a la Constitución..." y "Sí a la República". Quedé estupefacto y dije al joven con quien conversaba que esas consignas, precisamente, no podían ser fundamento para iniciar un diálogo abierto y sincero, añadiendo que España es un Estado de derecho y una democracia sustentada en la Constitución que votaron libremente los españoles y que eso era lo que representaba la mayoría del pueblo, perdurado durante éstas últimas cuatro décadas.

Posteriormente seguí mi camino y horas después, en los telediarios y mensajes a través de las redes, comprobé que todo respondía a una campaña orquestada por algún partido que aprovechó el momento para contrarrestar la ola de adhesión inabordable a los principios que rigen nuestro modelo de convivencia.

Los españoles hablamos en las urnas y volveremos a hacerlo con todos los requisitos legales que conforman las leyes electorales. La "pantomima catalana" queda como esa ñoñería insumisa de unos camaleones radicales sin otro afán que lograr la secesión por vía de los cuyons, cosa poca apropiada en la ciudadanía de Sant Jordi, tradicionalmente ilustrada, burguesa e industrial en búsqueda y captura de esa pela, esa moderación y esa intelectualidad...

El pasado día 10, el presidente de la Generalitat ha asumido, personalmente, declarar la República Independiente de Cataluña, y deseo preguntar a los manifestantes que 48 horas antes pedían que habláramos de qué teníamos que hablar cuando los grupos independentistas a cuyo frente está Puigdemont ya se habían conjurado para separarse de España.

No creo que podamos hablar de nada, si acaso, del problema que supone la huida de las grandes empresas catalanas, de la masiva manifestación de apoyo a la Cataluña silenciada o de si el Barça jugará la próxima liga contra La Gramanet.

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