Boby

Seguiré recordando aquel tiempo que nos desveló la imagen de un hombre bueno, cariñoso y cercano

Montados en el todo terreno de Faustino Romero aguardábamos a que dieran las nueve de la noche, hora en que Almacenes La Verdad echaba el cierre y Boby corría a sentarse junto a sus compañeros rumbo a Cáceres, donde nos esperaba el San Fernando.

Pasada la Cuesta de la Media Fanega tocaba cenar y se abría la talega ya que no había tiempo ni dinero para hacer alto en el camino. Así pasábamos un rato de alterne y olvidábamos el baqueteo y las curvas del largo trayecto y Boby, que era el mayor de todos aunque el carné de identidad dijera lo contrario, nos daba pie para hacerlo rabiar y oír sus refunfuños.

La mitad de la noche se dormía en carretera, la otra mitad, recostados en un camastro de una pensión barata, atendidos por el alma bendita del coach, Juan Antonio Tirado, hasta que un buen café con churros nos devolvía a la vida, exigiéndole a Boby que se "justificara", lo que repercutía en una mágica e inmediata desaparición del alero.

Lo que ocurrió en ese encuentro, que por cierto ganamos, fue que Boby se encargó de marcar al mejor jugador del conjunto sanfernandino y visto que por las buenas no podía detenerlo, allí que iba sacando toda su artillería, lo que supuso un constante abucheo del público que fue tomando visos de altercado hasta que la Benemérita pacificó la situación, aunque al finalizar el choque nos esperara una salva de gruesos piropos con especial dedicación a nuestro personaje.

Lo conocí en la cancha del Puerto, junto a Cabrera, Cuenca, Villegas, Garrido, Norberto, Vidosa... una histórica y pionera generación que se inició en el viejo Velódromo y conoció los aros de latón y el agua fría. Después tuvimos la gran suerte de jugar a su lado y compartir su gran humanidad y sencillez.

Todos queríamos al personaje inquieto y menudo que daba hasta el último aliento en cada encuentro, a aquel que no tenía doblez, al entusiasta y amante de todas nuestras cosas, en las que la "canasta" fue siempre preferida.

Se nos fue para siempre, pero aquellos que compartimos su amistad nunca lo olvidaremos. Ya estará preparando seguro, junto a Antonio Delgado, Morillo, Morejón, Roberto... la próxima y eterna temporada.

Mientras, seguiré recordando aquel tiempo en el que compartimos tristezas y alegrías, aquel que nos unió estrechamente y que nos desveló la imagen de un hombre bueno, cariñoso y cercano.

Anótate un abrazo de 6,25. Nos vemos, Bobilón.

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