Poetas

Ellos son quienes toman la pluma como instrumento de trabajo y quienes dan a luz con sudores del alma

Fue el doctor y poeta Rogelio Buendía quien nos dio su visión sobre la astenia cultural de nuestros padres allá en los años de posguerra al descubrir la popularidad alcanzada por ésta singular estrofa: "Viva Huelva/ viva Huelva/ que dolor de tierra mía/ con cuatrocientas tabernas/ y una sola librería".

Eso era ayer y dadas las circunstancias de tiempo, lugar e incorporación bulliciosa de nuestra juventud al repertorio artístico, resulta que hoy por hoy contamos con toda una constelación de voces que emergen en todos los rincones y ocupan un importante solio en las editoriales, foros y tertulias.

La cosa va por esa senda que algunos recorrieron hasta llegar a este monumental florecimiento en el que los actuales vates gozan de gran presencia y reconocimiento, mientras que sus antepasados tuvieron que afrontar la indiferencia generalizada y recurrir a la imaginación para intentar que aquellos versos garabateados a escondidas pudieran publicarse.

A excepción del Nobel moguereño no son muy conocidos ni leídos no ya los clásicos del XVI o las hornadas del 98, 27, 36... sino también aquellos que por su cercanía nos conciernen como destinatarios que han forjado su vidas alrededor de la palabra, legándonos una huella indeleble. Ellos son quienes toman la pluma como instrumento de trabajo y quienes dan a luz con sudores del alma cuartillas entintadas, quienes sustentan el ideal de ir pregonando esa visión que nos hace eludir tanta banalidad y tanto sarro, son grandes luminarias para esa minoría donde tasar la creatividad es un don milagroso. Su círculo es angosto, casi privilegiado y llega hasta nosotros de la mano de López Muñoz, Arias Montano, Pérez Quintero, Morales... Garfias, Lara (padre e hijos), Arcensio, Manzano, Figueroa, Betanzos, Soto Morón, Díaz Hierro, Muñoz y Pabón, Salas Dábrio, M. Luisa Muñoz... Pizán, Neble, Delgado López, Dolores Izquierdo, Jesús Díaz, Drago, Baena, Andivia, Guzmán, Moya, Paco Pérez, Wilkins, Antón, Gómez Marín, Abelardo Rodríguez, Díaz Trillo, Ramón Llanes...

Sería meritorio que los jóvenes cachorros, los círculos literarios, las áreas de cultura institucionales y demás basca de las letras, movieran los resortes necesarios para reavivar esa herencia, tristemente olvidada.

Y por cierto, ya es hora de clamar con Juan Ramón: "Ni escritores/ ni aficionados./ Poetas". Gente que ha revolucionado la historia.

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