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EN esta ocasión los asesores han realizado un magnífico trabajo de despiste. En anteriores situaciones, los políticos en su afán por quedar bien, habían hablado en primer lugar de los Astilleros de Huelva. Nunca se había producido la situación inversa. Ayer se dio. Han comenzado los despidos -disfrazados de ERE- en Sevilla. Cerca de doscientos trabajadores dejan de producir en la Andalucía del millón de parados. ¿Seguro de que es así? Seguro. Está claro que ahora llegarán a Huelva con la rebaja y el cierre de la naval. Aquí no habrá perdón y tampoco los trabajadores tienen las espaldas guardadas como sus homónimos sevillanos, que tienen garantías laborales que no tienen los onubenses. La jugada, perfecta, maquiavélica. No hay agravios, comienzan en Sevilla y cierran Huelva. Diego Valderas tenía más razón que un santo: Astilleros se cierra. Mientras, Mario Jiménez se liaba con los botones en el Parlamento y la Ley del Aguas nació enmendada por el PP.
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