El día 27 de septiembre se van a celebrar elecciones autonómicas en Cataluña para conocer la nueva composición política del Parlamento de la Generalitat. Esta primordial institución de representación del pueblo catalán desarrolla su acción política y de gobierno con 135 diputados, elegidos cada 4 años entre las listas de los diferentes partidos políticos.

Pero el interés desde hace años de algunos dirigentes catalanes, por la imposición a sus ciudadanos de la aceptación de un "nacionalismo secesionista" radical, calificado como inevitable, ha producido una conmoción independentista que ha calado en la sociedad catalana. Se empeñan en justificarlo por la apología triunfalista de sus éxitos sociales, culturales, comerciales o deportivos, por su pretendida capacidad de autosuficiencia territorial y por el alzamiento de la bandera del sentimiento victimista sobre el injusto trato a su comunidad desde la Constitución Española y desde los gobiernos centrales de la nación.

Por eso, para concurrir a estas elecciones al Parlamento, se presenta una coalición de los partidos secesionistas Convergencia Democrática de Cataluña, Izquierda Republicana de Cataluña, Demócratas de Cataluña, Movimiento de Izquierdas y otras agrupaciones independentistas, con el nombre de Juntos por el Sí, cuya única finalidad, como su nombre indica, es la declaración de independencia de Cataluña, para olvidarse de otros objetivos esenciales y programas políticos en defensa y en busca del bienestar de los ciudadanos.

Persiguen conseguir la mayoría absoluta de 68 escaños del Parlamento sobre los 135 de su composición, para poder iniciar así, de forma dominante, el proceso de independencia, por encima de leyes y decretos. Pero es probable que, a pesar de poder obtener una mayoría, no consigan la aceptación del 50% de la población catalana y, seguramente, ni siquiera del 50% de los votantes de la consulta, y después de haber dividido a la sociedad catalana en dos facciones más o menos iguales, sigan empeñados en continuar dirigiendo su política hacia una compleja y peligrosa dirección.

No cabe duda que Artur Mas con su partido y ahora en complicidad con su coalición, están utilizando las instituciones y las prácticas parlamentarias autonómicas para conseguir un resultado plebiscitario artificioso que le autorice, según su pensamiento ético, a continuar el proceso en dirección a la independencia de Cataluña, con la implicación de unos comicios que se podrían considerar, por eso, un evidente fraude electoral.

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