La esquina

josé / aguilar

Depende de los catalanes

DE acuerdo, el pacto de Mas y Junqueras tiene muchas lagunas y deja abierta una cuestión capital: ¿qué harán si finalmente consiguen sumar la mayoría absoluta de escaños en el Parlamento catalán el 27 de septiembre? El primero pretende que los nuevos diputados elaboren una Constitución que sería sometida a referéndum antes de negociar con el Estado. El segundo quiere declarar la independencia de Cataluña al día siguiente y presentar al Estado el hecho consumado de la secesión.

Pero esta divergencia de fondo no debe ocultarnos lo fundamental: que el adelanto de las elecciones es un mojón más -mojón en el sentido de hito- en el camino hacia la secesión, que mientras llega septiembre los dos partidos se dedicarán a crear las estructuras del nuevo Estado (Hacienda, Seguridad Social, política exterior) y que la sociedad catalana continúa en estado de desmovilización, con la excepción de los motivadísimos partidarios del proceso independentista.

Esto último es lo que veo yo más grave. Los catalanes propinaron una sonora bofetada a Mas en su seudoconsulta del 9-N: dos tercios se desentendieron de las urnas de cartón. Pero todos los planes de Mas, que han ido de fracaso en fracaso, solamente han sido posibles por la inhibición de esa mayoría de catalanes que, aun manteniendo reivindicaciones y exigencias con respecto al Estado, no quieren romper con España.

Una mayoría silenciosa, y ese es el problema. La que ha resistido la gigantesca operación propagandística y educativa acometida por la Generalitat durante décadas, pero no se ha movido para contrarrestarla. Igual que las élites económicas, financieras e intelectuales, conscientes de que la independencia sería una desgracia y una ruina, pero incapaces de alzar la voz, pasivas y partidarias de no señalarse.

Como mucho se han quedado en casa. El 27 de septiembre están emplazadas a no quedarse, o atenerse a las consecuencias de su comodidad. Si Mas, Junqueras y Cía consiguen que solamente voten los suyos, cantarán victoria y, una vez más, harán caso omiso de la abstención. La única salida que les queda a los catalanes no secesionistas es derrotar a los secesionistas. Tendrán que ir a votar a las opciones constitucionalistas. Aunque ninguna le agrade del todo, aunque sea tapándose la nariz.

Y en esa batalla el Estado no puede ayudarles. De ellos depende el futuro.

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