Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
CORRÍA el 30 de marzo de 2002, a la sazón Sábado Santo, cuando tras ver cofradías en Sevilla y estando reponiendo fuerzas antes de volver a Huelva, Eduardo Sugrañes y éste que escribe, coincidíamos -y sin haberlo hablado antes- en hacer algo de cierta envergadura de cara al Cincuentenario de la Creación de la Diócesis de Huelva y el 150 Aniversario del Dogma a la Inmaculada Concepción. Algunas fueron las ideas que tuvimos para tales efemérides, pero quiso la Santísima Virgen -eso lo tengo meridianamente claro- que en nuestros pensamientos e ilusiones de diferentes proyectos a realizar se nos coló y nos enseñó el camino a seguir: un monumento digno para Ella. Y dicho y hecho. Enseguida nos pusimos a trabajar no sin contar con alguien que fue básico para que todo ese proyecto saliera adelante: la implicación sin límites de Huelva Información y que gracias a él, todo el proyecto tomó una dimensión que para los que iniciamos a poner en práctica la idea hubiese sido prácticamente imposible. Pero, claro, Eduardo y yo solo no podíamos con todo lo que se nos venía encima. Y de nuevo la Virgen nos echó una mano muy importante: nos atrajo e hizo que se implicaran y se sumaran Paco Urbano, Juan Morcillo y Juan Bautista Cartes. Al final, cinco seglares que proveníamos con diferentes visiones y de distintos colectivos cristianos, pero que desde el primer segundo aparcamos muchas individualidades para hacer un frente común y sólido para que nada se interpusiera entre nosotros y el Monumento a la Virgen de la Inmaculada. Y así fue. Gracias a que Ella jamás nos abandonó, nos alentó, nos iluminó y alumbró a todos y cuántos nos fueron ayudando hasta lograr que Huelva recuperase un monumento a la Inmaculada que ya tuvo en la Plaza de la Merced y que fue destruido en la invasión francesa en el siglo XIX, el monumento se levantó. Y como Ella quiso que se lograra, que se realizara, que se levantara y que se hiciera. Se logró, se realizó, se levantó y se hizo. Para mayor gloria de Ella. Y junto a él llevamos exactamente, con el día de hoy, diez años.
Muchos son los recuerdos, vivencias, inquietudes, desazones e ilusiones las que hoy se me vienen a la memoria. Pero todo valió la pena. Y a fe que si a día de hoy, hubiera que hacer lo mismo, repetiría. Con las mismas personas, que no las cambio por nada ni por nadie, y con el mismo planteamiento: levantarle a la Virgen un monumento por seglares -que eso no se le olvide a nadie- en pleno siglo XXI. Ahí es nada. Pues se logró y aquí está desde hace diez años. Y nosotros, los que se lo levantamos con la ayuda de muchos, a sus pies estamos. Y entre esas ayudas y agradecimientos, no podemos olvidar a nuestro obispo emérito, Ignacio Noguer; a monseñor Monteiro de Castro, nuncio apostólico de Su Santidad por querer venir a Huelva a bendecir el monumento; a nuestro alcalde, Pedro Rodríguez, y su concejal de Cultura, Manuel Remesal; al desaparecido ex presidente de la Diputación, José Cejudo; a la ex delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Guadalupe Ruiz, a la Comunidad de las Agustinas; a Gustavo Castillo Rey; a Elías Rodríguez Picón, escultor de la Virgen, y que llevó a la magnificencia el boceto presentado por Gustavo. Carlos S. Barranco, arquitecto del monumento; a Manoli Fernández, Manolo Catalán, Vicente Quiroga, la coral de la Sagrada Cena, a la Banda de la Salud, al Ejército... a todas y cada una de las hermandades de penitencia y gloria que se adhirieron, colaboraron y le honran a la Virgen con sus flores llegada cada ocasión. A todas las empresas, públicas o privadas, que colaboraron en la medida de sus posibilidades en que el monumento se levantara. A los tunos de las facultades onubenses y en general a toda Huelva que con sus visitas diarias, flores, velas, plegarias y oraciones han hecho que el Monumento a la Inmaculada sea algo intrínseco de la ciudad. Porque el monumento no es ya de cinco seglares que se embarcaron en la aventura de levantarlo. Es de Huelva, por Huelva y para Huelva. Para mayor gozo de los onubenses y como tal, es la ciudad y sus representantes públicos, los que tienen que cuidarlo y mantenerlo y gozar de él.
Para la ciudad fue una alegría el día de su bendición, aquel 8 de diciembre de 2004, y cómo gozamos todos cuando el hoy San Juan Pablo II quiso tener para que le acompañara en sus últimos días de vida una réplica del monumento, de nuestro Monumento a la Inmaculada, en el hospital Gemelli de Roma y que fue llevada desde Huelva por el presidente de la Comisión del Monumento, Eduardo Sugrañes, y Leonor Andivia. Y hoy, conmemorando el décimo aniversario de su bendición, la comisión invita a las 13:00, en la Plaza del Monumento a la Inmaculada, al rezo del Ángelus y a la bendición del relieve de San Juan Pablo II, obra de José Luis Delgado. En un acto que presidirá el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco. Diez años junto a Ella. Ojalá nos permita disfrutar de Ella aquí en la tierra por muchos años y que el día que nos llame a su presencia nos deje ser como los ángeles que la salvaguardan, y sí así nos lo hemos merecido, sus más humildes servidores.
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