Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
EL recurso que tienen a mano los políticos que nos gobiernan ante la desazón de promotores turísticos y empresas hoteleras. La bondad climática de Huelva no tiene nada que ver con la carencia de un destino consolidado, y, la verdad, por ese camino es difícil vislumbrar ese progreso que ya en los años 60 se dibujaba en el I Plan de Promoción Turística de la Costa de Huelva, elaborado por una Comisión Interministerial de Turismo a instancias del entonces ministro de Información y Turismo, que tan convencido estaba del porvenir turístico de esta provincia y, sobre todo de su costa, que decretó la construcción de dos paradores nacionales de turismo en lugares estratégicos del litoral. Yo creo que Huelva no fue nunca tan consciente de esta realidad como un ministro que sin ser de Huelva no solo propició la construcción de esos paradores sino que los puso en marcha. ¡Ah!, y como si Huelva fuese su tierra, se adelantó al futuro con ese Plan de Promoción Turística que hasta entonces no tenía precedentes en todo el territorio nacional, consciente incluso de que, de forma paralela, se estaba gestando el Polo de Promoción Industrial que, como se ha visto, coexiste con ese desarrollo y esa riqueza que nos aportan el sol, las playas y la increíble naturaleza que solo estamos aprovechando a medias.
Yo he estado en lugares eminentemente turísticos que a estas alturas, aunque con el frío y las lluvias encima, con hoteles y apartamentos a cientos y miles, seguían con una oferta de hasta el 60%. La verdad es que fueron adelantados en su día y se encuentran al amparo de comunidades como la catalana y la valenciana, que saben el terreno que pisan y apoyan cualquier iniciativa turística conscientes de la riqueza que proporcionan. Aquí, por el contrario, Santa Bárbara y San Pancracio no dan abasto ante tamaña demanda de milagros y más milagros, que no llegan porque aquí nos contentamos con poco y lo poco que tenemos tampoco sabemos mimarlo. La vocación turística de Huelva está por demostrar, aunque me constan casos que destilan entusiasmo y perseverancia ante la adversidad y no entienden que con hablar de la estacionalidad y hacer propósitos y más propósitos de planes y más planes se llegue a un desesperante conformismo cuyos resultados están a la vista.
Cuando surgió aquélla esperpéntica Institución Ferial (¿), pensé que estábamos en el camino, y me llegó a embargar el optimismo cuando el entonces presidente del Patronato Provincia de Turismo, llegó a alardear de su Plan Estratégico de Turismo. Un nombre estrella para un plan fantasma, porque ¿dónde está ese Plan Estratégico de Turismo? A lo mejor se había dado un garbeo por la Costa del Sol y en vez de plasmar ideas y proyectos asequibles a nuestros recursos naturales, se limitó a apoyar aquello tan insulso como es fomentar el destino de Huelva como La Luz, echando por tierra lo de Huelva, Costa de la Luz, denominación compartida con la vecina Cádiz -¡ay! Cádiz, tan cercana e inaccesible- y que todavía es instrumento de trabajo para agencias de viajes tal vez demasiado tradicionales.
Cuando llega finales de septiembre -este año ha sido una excepción- la mayoría de hoteles echan el cierre y si queda algún vestigio de su existencia es gracias al Turismo Senior del Imserso que todos conocemos. Y muchos a seguir viviendo gracias a la política, que no al turismo. A la espera de otra Fitur o de que los veranos se sigan alargando y los hoteles sigan sin demanda por aquello de una estacionalidad a la que nadie pone remedio. Pero hay más causas, que hay que eliminar. No es un círculo vicioso. Ahora sí que hace falta un plan, ¡ya!
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