Paso cambiado

Javier / Chaparro

El debate sobre Huelva

19 de octubre 2014 - 01:00

CON unas elecciones municipales a la vista, el resultado del Debate sobre el Estado de la Ciudad celebrado hace dos días en el Ayuntamiento era previsible: el alcalde prometió contención fiscal, la puesta en marcha de un portal web de transparencia y la creación de una comisión a fin de que el conjunto de las administraciones den un uso noble a los numerosos inmuebles emblemáticos de titularidad pública que permanecen abandonados. La oposición hizo su papel, aunque más bien discreto en lo propositivo: planes de empleo, algún guiño ya conocido a la mejora de la calidad ambiental y poco más.

Todo se andará a la vista de los programas electorales, pero más allá de las propuestas a corto plazo, Huelva necesita un proyecto que defina qué modelo de ciudad pretende para dejar de ser un punto geográfico inconexo en el mapa a remolque de los acontecimientos. Una ciudad necesita asfaltar sus calles, arreglar su parques, reponer las papeleras y dar lustre a sus fuentes, pero todo ello no sirve para construirla. Como mucho, la apuntala. Esta Huelva que en los últimos años permanece casi con respiración asistida requiere de objetivos concretos y realizables. La pregunta de qué Huelva queremos tener en el futuro sigue sin respuesta, más allá de los buenos propósitos. Es responsabilidad de todos ponerlas en marcha. De operaciones de torpedeo (como ocurrió con el Ensanche), personajes tristes y/o con mala baba estamos sobrados. La citada comisión es buen punto de partida y un reto ante el que no vale ponerse de perfil.

Las comparaciones son terribles e injustas, pero prácticas. Tomemos el ejemplo de Málaga, ciudad que treinta años atrás era apenas conocida como el punto de llegada de los turistas que se dirigían directamente a las playas de la Costa del Sol, pero que hoy -además de contar con el PTA, un palacio de congresos envidiable, aeropuerto, AVE...- es referencia gracias a la apertura del Museo Picasso, con todo lo que gira en torno a una marca que mueve a diario a miles de turistas. El artista malagueño es un icono gracias al cual ha abierto sus puertas una subsede del Thyssen y está en perspeciva que también lo hagan el Pompidou y el Hermitage. Resultado: una urbe con una marca propia, en la que cualquier visitante desea pasar varios días para disfrutar de una selección cultural de primerísimo nivel.

La idea no es nueva, pero merece la pena insistir en ella. ¿Por qué Huelva no puede explotar de igual forma su legado colombino y, a partir de ahí, construir una marca que englobe su gastronomía, Doñana, las playas, la sierra, etcétera? Salvo los lamentos, no es preciso arrojar por la borda nada de lo que ya poseemos. Se precisa voluntad, coordinación, trabajo y una alianza que anteponga los intereses comunes a los partidistas.

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