Crónica urbana

Desenfoque monumental

  • En la profusión de los últimos años, se ha acuñado toda una iconografía sentimental de la ciudad, pero el afán por reinventar el patrimonio ha llegado a desbancar la cultura de una verdadera arqueología urbana

Arrancamos con un título que, a secas, bien podría haber sido percha de un artículo sobre el monumental desenfoque de la campaña electoral, enquistada en la polémica del AVE de la forma más contraproducente: en esta cansina repetición, una guerra que no lleva a ninguna parte, el único saldo es la abstención, la estadística del desencanto de un electorado asqueado ya de la política, al que lo que más preocupa, con los pies en la crisis, es que los gestores públicos generen empleo más allá de la puesta en escena.

Vamos a otro tercio, pues, a un asunto que nada tiene que ver con lo anterior (descansemos del AVE) para abundar en estas paradojas onubenses a las que corremos el riesgo de acostumbrarnos: desenfoque de la política del patrimonio artístico-arquitectónico, la ciudad que prefabrica su identidad, enterrando las verdaderas huellas del pasado, barroquizándose en esta tabula rasa. Como apuntó el pensador Jean Baudrillard en su ensayo La precesión de los simulacros, "antaño, el rey debía morir (también el dios) y en ello residía su fuerza. En la actualidad, el líder [político] se afana miserablemente en la comedia de su muerte a fin de preservar la gracia del poder."

De la fiebre monumentalizadora, en el sprint de inauguraciones que en todo los municipios suele preceder a la campaña electoral, tenemos el máximo ejemplo en lo que ocurrió en mayo de 2003: el Ayuntamiento inauguró una escultura de poliéster, réplica provisional del monumento de bronce que, después de los comicios, se alzaría en la Avenida de Andalucía como Monumento al Fútbol. Las prisas son malas consejeras. Y delatoras. El PSOE equiparó el monumento con la "Huelva de cartón piedra de Rodríguez". El PP guardó silencio.

En el flash de la última década, este mismo bulevar, y algunas rotondas de otros puntos de la ciudad, han sido un corolario de imágenes alegóricas de nueva creación, en una profusión con la que las autoridades municipales han intentado acuñar toda una iconografía sentimental de nuestros hitos religiosos, culturales y folklóricos: Juan Ramón Jiménez, El Fandango, la cuna del Fútbol, Cristóbal Colón, la Inmaculada, la Cinta, el Marinero y, entre otros ejemplos, la última parada: la Virgen del Rocío en la Plaza del Punto.

Vaya por delante el máximo respeto a todas estas señas de identidad de nuestra tierra, por otra parte, monumentos celebrados por gran parte de los onubenses como logros recientes (sólo hay que ver la afluencia de público que estos días se ha parado y ha hecho ofrendas florales a esta nueva representación de la Blanca Paloma). El desenfoque viene cuando las prioridades son, en cierto modo, excluyentes, y el mayor afán se pone en reinventar el patrimonio, en detrimento del esfuerzo por conservar y poner en valor el que la Historia nos legó. La ciudad es una colmena con valiosos sedimentos, no un parque temático. La propia dinámica de reconstrucción o copia de edificios históricos, que han sucumbido tristemente a los expedientes de ruina, es una prueba de que en Huelva no se ha priorizado la cultura de la auténtica arqueología urbana.

Volvemos, como la semana pasada, al caso paradigmático del abandonado Cuartel de Santa Fe, la música callada, o amordazada (aunque su mera mención provoque susceptibilidades, la evidencia está en la calle).

Vivimos en una especie de plan renove, con muchos muebles nuevos en la casa pero, en las paredes, islas de humedad que siempre se dejan para la próxima reforma.

Al menos el edifico del Banco de España y el de Hacienda en la Plaza de la Constitución -competencias ambos de la Junta de Andalucía- están en vías de resurrección. Pendientes de rehabilitación siguen la antigua cárcel (que esta semana ha servido de plató de la película La voz dormida, de Benito Zambrano), el Muelle de Tharsis, el Colegio de Ferroviarios… y queda en la incógnita el futuro uso de la casa de Correos o la Estación de Sevilla, una vez llegue el relevo de la Alta Velocidad en Las Metas.

Con la efemérides de los 10.000 números de este periódico, tuvimos ayer la ocasión de publicar una retrospectiva de estas tres décadas de acción mutante en la ciudad, viendo cómo el Plan General de Ordenación Urbana (1999), todavía vigente, fue la matriz de un catálogo de patrimonio protegido y la premisa de unos planeamientos que han blindado el entorno BIC de bienes monumentales como el templo catedralicio de La Merced o la iglesia de la Concepción. En este tramo se han rehabilitado edificios como la Casa Colón, la Gota de Leche,la Unión y el Fénix, o -con la inyección de los planes anticrisis-, más recientemente,la Casa Garrido Perelló en el Parque Moret.

Sin embargo, todavía hay un camino por recorrer en esta línea, en la eterna tensión entre el pasado, el futuro, el negocio privado y la búsqueda de soluciones populistas por parte de los mandatarios municipales. Por no hablar de la riqueza soterrada, y olvidada, que hay en nuestros tesoros más remotos: la arqueología que da cuenta de que Huelva es una de las ciudades más antiguas de Occidente. Aunque la obliguen a disimularlo.

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