Un aldabonazo en toda regla. Rompió a llorar Julián López El Juli cuando el cuarto toro de la corrida, segundo de su lote, de nombre Botijito, rodó definitivamente tras el golpe certero del puntillero. Tenía, al fin, la Puerta del Príncipe entre sus manos, tras cuajar una excelente actuación en sus dos toros. Dos orejas, que sumadas a la que cortó al primero de su lote -con lío por no quererle conceder el presidente los dos apéndices ante la mayúscula indignación del público- le dieron para alcanzar la gloria: "Esto es maravilloso, es algo inolvidable. Estoy muy agradecido a la afición por todo el apoyo que me ha brindado y por su comportamiento conmigo desde el principio".

Henchido de felicidad, El Juli no podía ocultar su emoción ante lo conseguido ayer: "Merece la pena ser torero para vivir esto. Es incomparable con cualquier otra cosa en el mundo. Es lo más grande que puede soñar un torero. La grandeza del toreo es poder vivir tardes así, son estas sensaciones que no se pagan con nada".

Al torero madrileño le tocó en suerte el mejor lote de la corrida. El primero, Ilusión, tuvo mucho ritmo y clase y el diestro estuvo muy a gusto y disfrutando en la cara del animal. Al segundo, Botijito, lo fue embarcando El Juli, enseñándole y corrigiendo todos sus defectos. El torero supo valorarlo: "El lote que me ha tocado ha sido muy importante y he podido hacer el toreo que he querido".

Es Julián López un torero acostumbrado a salir por las puertas grandes de las plazas de toros, pero era la primera vez que lo hacía en Sevilla, aunque en el año de su presentación también cortó tres orejas en una corrida de Jandilla, pero el último toro lo cogió y no pudo salir por la Puerta del Príncipe: "En esta plaza he vivido momentos duros de mi carrera, pero también otros muy bonitos, pero gracias a Dios ha llegado esta tarde, y tengo que decir que es especial salir por esa puerta".