Toros

Un derroche de pasión y Torería

  • Aracena registra uno de los llenos más impresionantes de su historia.

  • La presencia de El Cordobés, El Fandi, Cayetano, Roca Rey y Ventura dispara la expectación.

La plaza de Aracena lució un impresionante ambiente.

La plaza de Aracena lució un impresionante ambiente. / Gilberto Hernández

ANTAÑO, los festivales taurinos llenaban todo el calendario del invierno. Las figuras se peleaban por ellos como la mejor consecuencia de hacer un bien y fortalecer la preparación de cara a la temporada. Eran habituales. Como habituales eran otras tantas cosas que el toreo ha ido perdiendo poco a poco hasta flirtear demasiado con el mercadeo que hoy le tiene sumido en algunas alcantarillas que unos pocos le han metido. Lo de ayer en Aracena no era sino un festival; un simple festival con una causa benéfica marcada, seis toreros en el cartel y otras tantas reses reglamentariamente despuntadas. Pero algo mas debía de haber dentro de ese cartel para que se desbordara la pasión con la que locales y foráneos se fueron para la plaza serrana buscando toreo y que desde allí se cuajara el impresionante ambiente con el que se vivió la mañana de ayer en esa preciosidad de plaza que es Aracena y donde sonó tan serena y afinada la música de toros. Tan torera mañanita hizo viajar desde no muy cercanos parajes a todo tipo de aficionados y un ambientazo de gente del toro. A todos. A los que venían a ver torear a uno y terminaron encontrándose con otro. Los que llegaban en busca del ídolo y se llevaron en la retina los detalles torerazos del compañero de terna. Posiblemente el resultado del festival otorgue muchas lecturas, aunque realmente, en época de sequía en las taquillas, la mas certera de todas sea que fue capaz de movilizar al público de forma apabullante como para poner el no hay billetes bastantes días antes de que ayer se hiciera el paseíllo.

Después, lo dicho. Uno que va buscando el salto de la rana de El Cordobés y se encuentra al Manuel torero trazando la línea del natural consumada de temple y arte. Sin renuncia a nada, pero formándole una faena grande a un novillo que tuvo dentro cosas buenas. Decisión, carisma y honestidad. Todo se junta en ese Manuel Díaz que ayer no se dejó nada por detrás en una faena de mucha enjundia al buen son de un ejemplar muy noble al que el torero le ayudó mucho a la hora de solventar el muletazo que por ambos pitones consiguió sacarle y ligarle. Faena de clamor popular. Manuel Díaz en la más pura esencia de un torero capaz de hacer el toreo bueno.

Otro de los puntos álgidos de ese clamor popular se lo había conseguido arrebatar al tendido Diego Ventura a lomos de Nazarí. Estuvo el de La Puebla muy en torero plantándole cara un utrero de Castilblanco que se mostró reservón y agazapado en unas querencias que le dieran ventaja para sorprender a jinete y caballo buscando siempre los pechos de este. Faena de buscar todos los recursos que da una gran cuadra y oficio de muchos años, pero a la que costó Dios y ayuda meter en los derroteros de que el tendido la comprara con gusto. Ventura paseó una oreja de mérito.

Metida en pasión la plaza, a El Fandi le bastó con estar imperial en banderillas. Nada de melindres. Tres pares en lo alto del morrillo tras dejar sembrado sobre el platillo de la plaza el ejemplar de Sánchez Dalp al que poco antes le había puesto por delante esa gallardía torera de dos largas cambiadas. Toreo de hinojos que después le llevó a cuajar una excelente tanda de muletazos como comienzo de faena en la que hubo cadencia y temple.

Abundó el granadino por el pitón izquierdo sobre el que logró su mejor toreo antes de que el nuñez se rajara sin ningún tipo de complejos ni disimulo. Certero estoqueador, Fandi canjeó su toreo por los máximos trofeos.Cayetano mantuvo un bonito pulso en el recibo capotero al cuarto de la tarde. Acometió con clase y echando la cara abajo el de Sánchez Dalp y el percal se movió en un compás preciso para empezar a enseñarle el camino al burel, que a la postre fue el que más clase tuvo de todos los que aportó al festejo el ganadero de Aracena. La faena no apasiona en la discontinuidad que tuvo pero sí en ese trazo limpio y cadencioso que Cayetano imprimió a su toreo tanto en unos doblones rodilla en tierra como en el toreo al natural que marcó después la impronta de su trabajo con la franela.

No poca expectación había levantado la presencia de Andrés Roca Rey. A fe que el peruano no defraudó un ápice ese papel de revolucionario que los públicos le han otorgado. Si hay que vender emoción y riesgo Roca Rey apura al máximo. Aunque sea un festival y los trofeos tengan un valor relativo. Aunque la competencia no sea de exigencia ese día. El peruano atraviesa la frontera de ese sitio que no piensa el espectador porque el torero lo improvisa sobre el instante en que se produce. Curiosamente la seria paliza que se llevó no fue sino causa de caer ante la cara del novillo, que le buscó con verdadera saña para terminar rajándose después. Roca Rey se pegó en tablas un serio trance de arrimón después de haber mucha tersura y suavidad con las telas, con las que empleó variedad.

La mañana torera la cerró Juan Pedro Llaguno frente a un buen eral de Fuenteymbro al que lanceó garboso de capote y aunque le faltó acoplar distancias en su toreo, mostró personalidad a la hora de manifestarse con las telas . El tiempo habrá de traerle ese entendimiento y también el de los aceros, pero decir que es alguien que no pasa desapercibido sobre el albero es hacer honor a la verdad.

Un festejo con enjundia en todos sus personajes, incluido ese público que, en la apretura que impuso ese lleno y la incomodidad que ofrecen este tipo de plazas, por encima de cualquier cabreo trocó eso por su predisposición al aplauso a los méritos toreros.

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