valdelamusa | un año del tornado

Lo que el viento se llevó

  • Los efectos del fenómeno registrado el 16 de septiembre de 2014 aún son visibles en la pedanía Los vecinos echan en falta ayudas tras una valoración de daños de 193.501 euros

José apuraba el trabajo en su huerto. Pedro y José María estaban en casa. Un enorme estruendo irrumpió a la hora del almuerzo y les dejó desconcierto y temor. Durante más de un minuto no dejaron de oír el ruido que algunos confundieron con un terremoto. Vieron saltar todo por los aires en la calle. Era un tornado, con espirales perfectamente visibles, recuerda José de su rápida huida a casa. "Fue impresionante. Se veía venir de lejos en el cielo", cuenta. Coinciden en que podría haber provocado muchas desgracias personales pero no fue así: solo una mujer resultó herida por el impacto de restos de tejas. Más de uno se salvó de algo peor, como el hijo de Pedro, al que le cayó parte de un árbol en el coche. Los daños materiales fueron la principal secuela del suceso, en el mobiliario urbano y, sobre todo, en viviendas particulares. En total, según la estimación posterior, desperfectos por valor de 193.501 euros. Pedro, José María, José y Luciano, de los mayores afectados en el pueblo, han costeado los arreglos por su cuenta. Ha pasado un año y sólo han recibido una ayuda que consideran casi simbólica. Sienten el olvido de las mismas autoridades que desfilaron los días posteriores repartiendo promesas. Como parte de sus casas, aseguran, todo se lo llevó el viento.

El miércoles pasado hizo un año del tornado que asoló Valdelamusa. En esta aldea minera de Cortegana, de apenas 500 habitantes, la efeméride pasó de forma discreta. Solo algunos comentarios en las tertulias del Casino, entre partidas de cartas y vasos de aguardiente en la barra.

Pero basta darse un paseo por las calles para hacerse una idea de lo que pasó aquel 16 de septiembre. Varias casas lucen nuevos muros, repuestos, de sus patios delanteros o sus tejados. Algunas incluso conservan los plásticos con que se cubrieron de urgencia los huecos que dejaron las tejas voladoras. Un antiguo contenedor de obra permanece junto a unos huertos del revés y completamente abollado. Y una estructura metálica también sigue medio oculta en la copa de un eucalipto, amenazando con su caída a quienes osen sentarse en el banco situado bajo el árbol. El acerado está parcheado junto al Paseo, ahora de forma casi esperpéntica, rodeando los tocones de centenarios eucaliptos que han sido talados este último mes.

"Ha habido controversia con la tala. Algunos pedían que quitaran los árboles por el peligro de que caigan en las casas con otro tornado, pero otros piensan que gracias a que estaban ahí, las viviendas estuvieron más protegidas", cuentan los vecinos junto a un solar que ahora deja una imagen desoladora, acentuada por la permanencia de los grandes restos de la antigua arboleda.

"Valdelamusa se ha convertido ahora en la ciudad de los tocones", afirma José María Romero, quien defiende que "si algo bonito teníamos era esta gran cantidad de árboles que ahora se han llevado por delante". Es una muestra, asegura, del "abandono total en el que estamos". "El Ayuntamiento de Cortegana nos ha abandonado", insiste. Lo último, dice, ha sido lo ocurrido con el tornado del año pasado. Han echado en falta más ayudas, también en su caso, con una de las viviendas más afectadas y gastos ocasionados de más de 3.000 euros. "Pero estos daños se ve que los han valorado sólo en 255 euros, que es lo único que he recibido del Ministerio tras la tramitación del Ayuntamiento", explica José María, quien no pudo aspirar ya a nada más al no tener su vivienda asegurada.

A Luciano Fernández y su mujer, Luisa, les ha ido de forma parecida. Incluso peor, creen. Han recibido también una cantidad simbólica pero dan ya por perdida cualquier tipo de ayuda adicional. A este matrimonio de valdelamuseños, de familia y nacimiento, les pilló la catástrofe en Barcelona, donde emigraron hace más de 50 años y donde reparten su residencia a lo largo del año con la del pueblo.

"Me llamaron y me dijeron que me había quedado sin casa. Me eché a llorar y me preguntaba por qué me tenía que tocar a mí", recuerda Luciano emocionado. "Al día siguiente vinimos y comprobamos que el patio se había quedado raso entero. Cayó un eucalipto encima y habían volado también el toldo entero, los canalones, el aire acondicionado, pero la casa seguía en pie. Me gasté 4.000 euros en hace un patio nuevo y arreglar todo pero me dijeron que como no estaba empadronado aquí no había dinero para mí. Mi mujer y yo somos de aquí, pagamos nuestra contribución y nuestros impuestos con la casa pero no lo tienen en cuenta. Debemos estar empadronados en Barcelona hasta que no consigamos vender la casa que tenemos allí para instalarnos en Valdelamusa pero aquí nos tratan como extraños", se lamenta.

El alcalde de Cortegana, José Enrique Borrallo, asegura que su Ayuntamiento tramitó 40 solicitudes de ayudas con la Subdelegación del Gobierno, para que fueran concedidas por la Dirección General de Protección Civil, dependiente del Ministerio del Interior. "De las 40, sólo 12 fueron admitidas por el Ministerio. El principal motivo de rechazo fue por tratarse de una vivienda no habitual -explica- pero también hubo casos que superaban la renta máxima exigida o se trataba de viviendas de alquiler".

Las ayudas, apunta, beneficiaron a una docena de vecinos, "con cuantías entre los 400 y los 4.000 euros". En la resolución publicada en el BOE del 31 de julio pasado figuran diez de esas doce ayudas, con una suma de 12.263,79 euros. A ellos se suma, asegura Borrallo, la ayuda de 5.900 euros de la Diputación para la reparación de farolas y cableado y otra de 30.000 de la Junta de Andalucía para acerado, saneamiento y limpieza general. La valoración general de los daños, en cambio, se cifró en 193.501 euros, de los que 35.171 correspondían a desperfectos ocasionados en la vía pública. Y la oposición política local y los vecinos recelan de esa contribución municipal.

"A mí me dieron algo, sobre 400 euros", cuenta Pedro Ramos. Parte de su patio se derrumbó y el toldo salió volando. A sus 92 años no había visto nada igual. "El Ayuntamiento mandó albañiles para ayudar en los tejados aunque la principal ayuda fue de Matsa. Llegaron cien tíos para trabajar inmediatamente, limpiando y colocando plásticos. Fue una cosa grande lo que hicieron", asegura.

No sólo Pedro. El resto de vecinos sigue muy agradecido a la compañía minera por su rápida colaboración. "De todos fue el que mejor se portó", destaca José María. "Si no hubiera sido por la gente que trajeron, aquello no se hubiera limpiado en quince días", subraya Pedro. El propio alcalde se suma al reconocimiento: "No sirvió para arreglar las casas pero Matsa hizo una labor muy importante a través de las subcontratas, sobre todo en la retirada de arboleda y reposición de tejados".

Aquellos trabajos iniciales pasaron. Y los bienes municipales también se resintieron posteriormente. David López, concejal de la oposición socialista, pone el acento en la pérdida de uso de los dos salones sociales existentes en Valdelamusa, reconvertidos por el Consistorio en almacenes por el deterioro del espacio que utilizaba como tal en el pueblo. Era propiedad, como casi todo el suelo de la pedanía, de la empresa Piritas de Huelva, que ahora también ha ejecutado la tala de árboles.

"Tenemos una situación administrativa muy peculiar por la propiedad de los terrenos. Estamos en conversaciones con la empresa para llegar a un acuerdo. Está bastante avanzado y esperamos anunciarlo pronto", explica Borrallo.

David López y los vecinos de Valdelamusa no confían en nada. Sólo esperan que acabe el olvido que sienten de su Ayuntamiento.

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