Pedro Yórquez, un onubense de raíces profundas

Gente de aquí y allá

Abogado de profesión y político por afición, apasionado de la historia de los pueblos de los que desciende su familia, Aroche e Isla Cristina

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Pedro Yórquez durante una suelta de cernícalo. / M. G.

Su padre y yo éramos muy amigos desde muy pequeños y lo seguimos siendo. Recuerdo aquellos tiempos infantiles en los que todas las tardes de verano jugábamos al fútbol, aunque a Rafael Yórquez le gustaba más montar en bici. Aún conservo una fotografía con la familia Conde al completo, don Jesús Conde y su esposa Rosario, sus hijos Juan José, Jesús y Charito; y su abuela; y también Rafalito Yórquez y yo, sentados en las gradas del viejo estadio Colombino, entonces conocido como el Estadio Municipal. La familia Conde no solo tenía bastante con ir ellos a ver al Recre, sino que nos llevaban también a los amigos de sus hijos. También conocí a su abuelo, el de Pedro, que era militar, igual que mi padre. El brigada Yórquez, por aquel entonces, que era una persona muy educada, todo un caballero. También conozco a su hermano Rafael, que estudió Ingeniería de Minas y además fui su profesor de la asignatura Topografía allí en el campus de La Rábida. Los dos Rafael, padre e hijo, estudiaron Ingeniería y a Pedro le dio por estudiar Derecho.

Pedro nació en agosto de 1974 y es el mayor de tres hermanos: Carmen, Rafael y él. Su abuela era de Isla Cristina, hija de un guardia civil; y por eso él ama tanto a los cuerpos del estado, pues vivió muy cerca de ellos desde pequeño. Vivió en Valdemoro hasta los 6 años, cuando volvió a Huelva y estudió en el Colegio Público Nacional de Prácticas Tartessos, hasta que pasó al Instituto Alonso Sánchez y, posteriormente, a la Facultad de Derecho de la Universidad de Huelva.

A continuación ejerció la abogacía durante 15 años, cinco de los cuales lo hizo como asesor y, además, como profesor de judo en Gibraleón, Palos y Punta Umbría, pues era un gran aficionado a ese deporte y aún lo sigue siendo. También es muy aficionado a la caza mayor y a la montería, así como a la lectura diaria y a la historia, sobre todo la historia de España y de Huelva. Le pasa lo mismo que a mí, por eso coincidimos en ser miembros de la Real Sociedad Colombina Onubense, de la que hasta hace muy poco ha sido el presidente don José María Segovia Azcárate, un gran hombre, muy culto y defensor de todo lo onubense. Pedro y yo hemos coincidido no hace mucho en los actos del Voto Colombino en la Ermita de la Virgen de La Cinta, donde departimos un rato con Eugenio Toro, el nuevo presidente, y también una persona muy enamorada de la historia colombina.

Pedro conoció a una joven de raíces isleñas y al poco tiempo se casó en la Iglesia de la Virgen de la Asunción, en el bonito pueblo de Aroche, localidad de su madre Marisa Sancha. Su mujer es Rocío Rubio Mirabent y tienen un hijo de 15 años al que adoran y tratan de enseñarle las costumbres de sus pueblos, Isla Cristina y Aroche. Por eso lo llevan los domingos a pasear y conocer a fondo los restos arqueológicos de Turobriga, la Romería de San Mames en los Llanos de la Belleza junto al río Chanza, el Museo del Santo Rosario o el Castillo del siglo XII con una plaza de toros en su interior y en el que yo mismo tuve el placer de hacer un plano detallados de él y pude aprender toda su historia y vimos una puerta tapada que luego se descubrió que se trataba de la “puerta de la Reina”. Y por supuesto también lleva a su hijo a visitar Isla Cristina, a ver la casa donde vivió el notario Blas Infante, padre de la “patria” andaluza; y a participar en los carnavales y también en la semana del “ronqueo del atún”.

Pedro Yórquez es un joven muy interesado por la historia de los pueblos de donde desciende su familia y es muy culto, ya que no para de leer y yo le tengo un gran aprecio a él y a toda su familia, a la que conozco desde pequeño.

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