María Dolores Lazo: Guardiana de los documentos importantes de Huelva

Conocí a su padre mucho antes que a ella, aunque también conocí a Lola hace bastante tiempo. Ernesto Lazo era una polifacética persona. Fue maestro y profesor mercantil, trabajó en la Diputación Provincial de Huelva y fue el interventor municipal de fondos del Ayuntamiento de Palos de la Frontera. Escribía bastante en la prensa, recuerdo una vez que hablaba de mi abuelo Sixto, que fue profesor suyo de inglés en el señero instituto La Rábida. Mi abuelo tenía unas grandes cejas y él contaba la gracia que le hacía a los alumnos. Escribió un bonito libro dedicado a las playas de nuestra Punta Umbría que llevaba por título Playas de terciopelo. Y otro también titulado Mi Huelva tenía una ría que tiene un capitulo dedicado a Punta Umbría en los años treinta.

Cuando conocí a su hija Lola, nuestros primeros comentarios fueron para su padre, con el que, además, coincidí en el ayuntamiento Palermo, pues era quien me pagaba los trabajos topográficos que yo realizaba por encargo de su alcaldesa, doña Pilar Pulgar, de gratísimo recuerdo.

La madre de Lola era la hija de Ramón López, el que fuera presidente del Recreativo de Huelva y bajo su mandato se consiguió el primer ascenso a segunda división. Ramón es aún muy recordado en nuestra ciudad y Lola, por lo tanto, rebosa onubensismo por los cuatro costados.

El matrimonio formado por Ernesto y Joaquina tuvo tres hijas, siendo la mayor Lola, Piedad, que es psicóloga; y la pequeña María José, que se licenció en Filología Francesa.

Desde pequeña Lola siempre estuvo en el Colegio Santo Ángel del Conquero. Luego se licenció en Geografía e Historia y, nada más terminar, hizo prácticas de archivística e investigación en el Archivo de Indias. Y mira por dónde, el Ayuntamiento de Huelva convocó una plaza para su archivo municipal y, como a ella le había gustado y además se encontraba muy preparada, se presentó y la ganó. En realidad quien ganó fue Huelva, porque una persona tan entregada y enamorada a su trabajo difícilmente los onubenses la íbamos a encontrar.

Lola Lazo ha sido toda una institución en el ayuntamiento hasta hace poco que se jubiló. Ella es, además, perito calígrafo, muy culta, muy aficionada a la lectura y a la naturaleza y le gusta mucho viajar, sobre todo ahora que tiene tiempo. De sus viajes destaca sus paseos por las ciudades que visita observando detenidamente su arquitectura y valorando mucho todo lo que se hizo y lo que se hace ahora.

Otros de sus entretenimientos es la investigación sobre temas de Huelva y es una gran admiradora del que fue arquitecto municipal don Alejandro Herrero Ayllón, del que me cuenta que fue siempre un verdadero deleite para los sentidos leer todos los documentos e informes que dejó escritos. Don Alejandro fue todo un ejemplo de funcionario ejemplar y de primerísima categoría. Honrado, honesto, cabal y entregado por completo a la función publica y a la ciudad. Tanto es así que Lola escribió un precioso libro sobre él titulado La dignidad posible y que por cierto ella me regaló hace ahora 12 años.

Con el paso del tiempo Lola y yo coincidimos en los actos y reuniones de la Academia Iberoamericana de La Rábida, ya que ambos somos académicos de dicha institución. Me acuerdo mucho de su padre, con quien coincidía mucho y hablábamos del Recre, de Punta Umbría y de otros muchos asuntos de Huelva. Y sé que estaría muy orgulloso de sus hijas y de sus nietas. Una de las hijas de Lola es doctora en Biología Marina y la otra licenciada en Filosofía Francesa y le han dado cuatro nietos a los que adora.

Escribir sobre esta importante mujer, guardiana de los documentos de la ciudad, sería interminable, pero me pasa lo de siempre, cuando me encuentro a gusto escribiendo se me acaba el espacio. Al menos estoy satisfecho de haber contado cosas muy interesantes de ella y de su familia y, por supuesto, he puesto todo el cariño que se merecen.