La cooperativa Virgen del Rocío vende el 92% de su aceite embotellado

Cuando los economistas reiteran que la diversificación es la clave para lograr una cartera de inversiones que arroje anualmente beneficios aun en condiciones coyunturales adversas, no les falta razón.

Aplicando esta receta al ámbito empresarial, los expertos consideran que esta fórmula casi siempre ofrece réditos si esta pretendida diversificación atañe a productos que pueden nutrirse mutuamente de las infraestructuras de las que gocemos y, a su misma vez, beneficiarse de los canales de distribución, logrando con ello la anhelada sinergia.

La cooperativa agroalimentaria Virgen del Rocío ha asumido este rol y su producción de aceite está cobrando cada vez un mayor peso en la cuenta de resultados de la entidad social.

El pasado año recolectaron 1.500.000 kilos de aceitunas para molino. Casi la totalidad de este oro líquido se comercializó embotellada, lo que implica garantizar el éxito comercial y, por extensión, la rentabilidad para el agricultor. En concreto, en la pasada campaña a granel sólo se destinaron tres partidas de camiones cisternas que sumaron un total de 75.000 litros.

El presidente de la cooperativa, Antonio Márquez, subraya hasta qué punto es constatable la equidistancia de dos sectores agrícolas en el mismo escenario económico.

Mientras en el sector aceitero aun a granel se abona a un precio honroso, el pago se realiza con anterioridad a la recogida de la mercancía. En el vino la situación es diametralmente opuesta.

A pesar de que la cotización que ofrecen por el producto no cubre ni tan siquiera los gastos de producción, la transacción comercial se realiza en pagaré.

Además de la aceituna destinada a molino, Agroalimentaria Virgen del Rocío también gestiona la producción de casi cuatro millones de kilos de las variedades verdial y manzanilla, mientras que cosecha una pequeña remesa de gordal.