Tomás Cordero: pintor comprometido e inconformista

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Tomás Cordero: pintor comprometido e inconformista
Tomás Cordero: pintor comprometido e inconformista

Punta Umbría/Conocí a Tomás hace ya muchos años, más de cuarenta. Él vino a trabajar con nosotros a los servicios técnicos municipales del Ayuntamiento de Punta Umbría. Y llegó cargado de pajaritos en la cabeza, como cualquier joven con veinte años.

Ya empezaba a despuntar como pintor y era realmente bueno. Y es que llevaba desde muy pequeño experimentando con colores, mezclando pinturas y dibujando todo lo que veía.

Siempre digo que Punta Umbría, su tierra, la que le vio nacer en el año 1957, es fuente de inspiración. Por eso este pueblo ha dado y sigue dando tan buenos pintores. En otras ocasiones me he referido a algunos de ellos: Pedro Gil Mazo, Lázaro Perdigones, Antonio Carrión Pope, Antonio Cazorla, Antonieta Ponzones, Bernardo Aguaded, entre otros. Y seguiré, porque no sé si será la luz que nos ilumina cada día, su playa, su ría, su brisa, su luna de atardecer, o tal vez el aire que se respira, lo que hace que Punta Umbría sea cuna de artistas.

Tomás empezó a pintar en un primer momento haciendo realismo puro mezclado con idealismo, una pintura que ya se salía de lo común. Y nos dejó una muestra de aquella época en los escenarios de la Peña Cultural Flamenca de Punta Umbría, donde representaba a su pueblo, al flamenco y al mundo marinero idealizados.

Pero Punta Umbría pronto se le quedó pequeña para aquel nido de pajaritos que tenía en su cabeza y que revoloteaban constantemente. Así que ganó unas oposiciones en esa gran empresa que era y es Telefónica y no lo dudó, se trasladó a Sevilla, donde el mundo cultural y artístico era más amplio y sus pájaros podían volar más alto.

Enseguida se unió con el mundo vanguardista sevillano y empezó a exponer de forma colectiva con ellos y poco a poco fue haciéndolo de forma individual.

Pero no solo en Sevilla, sino que fue exponiendo por otras ciudades, primero andaluzas, luego nacionales y, posteriormente, en ciudades europeas y americanas.

No quiero cansar al lector dando una relación de lugares donde expuso y expone, eso forma parte de su historial, que puede verse detalladamente si se desea en la amplia y bien documentada página web que tiene el onubense Aurelio Jiménez sobre los pintores de Huelva o en el magnífico tratado sobre la Historia de la Pintura Contemporánea en Huelva de Jesús Velasco Nevado.

No obstante voy dar unas breves pinceladas, no con pincel, sino con mi pluma estilográfica, para resaltar que, aunque Tomás ha ganado muchos premios de pintura, hay uno que tiene un significado muy especial y del que se siente muy orgulloso. Se trata del Premio Pintores para el 92. Pero como él se siente muy de Huelva y, sobre todo, muy puntaumbrieño, le gusta mencionar que hay obras suyas en los fondos pictóricos del Museo Provincial de Huelva, en la Diputación Provincial onubense, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Punta Umbría, en la Biblioteca Pública de Huelva o en la Casa de Cultura José Caballero, de su tierra natal. Pero además, fuera de nuestra provincia, hay obras suyas en el Museo de Arte Contemporáneo de Pamplona o en el Museo de Huesca, entre otros.

Ha expuesto prácticamente en todo el mundo: Italia, Francia, Alemania, Costa Rica, Brasil… Pero todo este amplio currículum puede consultarse, como digo, perfectamente en internet y de esa forma no canso al lector y le cuento algo que no aparece en ninguna parte. Y es que su encantadora esposa Maribel también es una artista y también pinta acuarelas, al igual que sus tres hijas, que son fiel reflejo de sus padres y hacen sus pinitos en este mundo artístico.

El gran pintor de pintura abstracta que es Tomás dice de sí mismo que se siente privilegiado por ser “marítimo y diverso”. Dice que es marinero, que es un hombre comprometido, inconformista y navegante. Y yo añado que además de todo eso es un gran escultor y un afamado gestor cultural.

Me reuní con él una tarde de este invierno en la soleada terraza de un bar de Punta Umbría y pude comprobar que mi amigo Tomás se siente joven. Y es que lo es, pero sigue con sus pajarillos en la cabeza igual que cuando lo conocí siendo todavía casi un niño. Pero es que su forma de ser lo hace inconformista y nunca está contento con lo que ha hecho. Él sigue experimentando, investigando en lo más profundo del arte, quiere más y más y eso precisamente es lo que le hace ser un artista como la copa de un pino. Un pino como el que existía en el terreno de arena que había en su casa del casco viejo de este pueblo y que el visita frecuentemente para inspirarse.

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